Es hipnótico cómo el sumidero de la ducha se va tragando el agua jabonosa mientras hace ruidos guturales. La fuerza de ese hueco al más allá acuático se lo lleva todo al hogar de Pennywise. El Espanyol muere por el doble pivote, que es como ese sumidero que arrastra aquello que no tiene suficiente fuerza para mantenerse en su sitio.
La pieza que más chirría en este engranaje medular es David López. El capitán está personificando todas las miserias de este Espanyol: lentitud, falta de ritmo, entradas a destiempo y una pachorra indecente. Acumula malas actuaciones, en fila india, pero sigue jugando y lastrando a un Espanyol que pide subir las revoluciones del partido y crecer a base de amasar la pelota.
Vicente Moreno parece cómodo en la mediocridad que transmite este Espanyol. Totalmente inmóvil viendo como sus hombres mueren en las trincheras, como si las derrotas no fueran con él. El doble pivote está matando al equipo, se lo está llevando por las cañerías infectas de un edificio centenario que se está convirtiendo en algo parecido a aquella mansión de ‘Esta casa es una ruina’.
Todo lo que está sucediendo no puede coger de nuevas a nadie. El plan de partido es el mismo que se ha seguido toda la temporada. Cuando el juego plano y las individualidades sirven para ir en primera posición no queda otra que celebrar los fríos números. Ahora, cuando la ley del mínimo esfuerzo trae desesperación y malos resultados se debe intervenir con total convicción en las posiciones más flojas para comenzar a construir unas buenas bases que acerquen al Espanyol a la victoria empezando a tener en cuenta la forma, algo a lo que ha renunciado Vicente Moreno hasta el momento.
En la segunda parte se vio algo más cercano al Espanyol que se debe exigir cada jornada. Hasta entonces Espanyol y Zaragoza se daban manotazos con la mano abierta mientras aseguraban que estaban boxeando. En esta sucesión de catastróficas desdichas siempre tiene las de ganar el Espanyol, pero ya hace jornadas que no es así. Como Maradona, el Espanyol también es mortal.
Los cambios dieron respuesta a los problemas que planteaba el Espanyol: Darder dio más clarividencia en la base de la jugada y Nico Melamed aportó ese punto de imaginación que tanto necesitaba un Espanyol encorsetado en un ABC inútil y azaroso — Melendo también tuvo una buena aportación en este sentido, aunque sus conexiones imaginativas no tuvieron receptor —. Este es el camino a explorar.
A este Espanyol no se le observa solamente desde el prisma resultadista porque esos números tienen que tener un aval futbolístico detrás que los sustente. Al menos cuando se habla de este Espanyol en Segunda División. Sin esos argumentos balompédicos se corre el riesgo innecesario de irse por el sumidero y convertirse en un Real Zaragoza atascado en Segunda.
Calificar la actitud de David Lopez como de "Pachorra indecente" es muy desafortunado, por ser suave…
Cargar todos los males del equipo en dicho jugador descalifica totalmente al autor del artículo como analista de futbol.