Vuelta al ruedo. Tras el descanso de poco más de diez días el Espanyol volvió a los entrenamientos. Primero en la Dani Jarque y, ahora, en La Torre Golf de Pinatar Arena, Murcia. Fuera como fuese, lo importante es que el equipo de Diego Martínez ya trabaja en la vuelta y lo hace con la esperanza de poder dar la vuelta a la situación.
La despedida antes del parón fue complicada. Dura derrota contra el Villarreal CF, pero con los deberes hechos en Copa del Rey. Un alto en el camino tras un total de 14 jornadas disputadas y con el equipo ocupando la decimosexta posición en la tabla con tan solo 12 puntos de 42 posibles. Cifras alarmantes, pero ni mucho menos definitivas. No se lo voy a negar: la situación es preocupante y soy la primera en estarlo. Sin embargo, estos días de abstinencia perica me han servido para reflexionar y ver las cosas con perspectiva.
Sabemos los puntos débiles y las carencias que tiene este Espanyol. Lo sabemos nosotros y, obviamente, el área deportiva. Pero, el problema no está en que lo sepan o no. El problema está en si se podrá o no reforzar debidamente al equipo. Sabemos dónde está la herida. Ahora hay que ver si sabemos taponar correctamente la hemorragia.
La planificación del pasado verano fue un desastre. Ya lo hemos comprobado. Sin embargo, vuelve a estar sobre la mesa la posibilidad de acudir al mercado y tratar de corregir los errores cometidos. Es tarde, cierto. Pero más vale tarde que nunca. Ni falta hace decir que, salvo giro inesperado en los acontecimientos, el encargado de atar las posibles incorporaciones será Domingo Catoira. El mismo que en verano. Por el bien de todos, incluso de él mismo, esperemos que está vez esté más acertado.
Habrá que trabajar en los despachos y, sobre todo, también habrá que hacerlo en el terreno de juego. Es una evidencia, pero es sobre el verde donde realmente hay que hablar. Espero que de una vez por todas cesen los errores individuales, las faltas de concentración, los cambios inexplicables y otros tantos obstáculos que nos han impedido puntuar más. Y, ya puestos a pedir, espero que jueguen los que realmente deben jugar. Se llamen como se llamen y tengan la edad que tengan.
Con la cuenta atrás en movimiento y con mucho por hacer. Empieza el torneo clausura y probablemente nos cueste sangre, sudor y lágrimas. Sin embargo, yo creo. Quedan 24 partidos. Es decir, quedan 72 puntos en juego. Díganme, ¿en serio alguien ha tirado ya la toalla?
La vida es un continuo reaparecer en la casilla de salida. Así que quiero pensar que este parón ha sido la bocanada de aire fresco que necesitábamos para poder coger impulso. Este es nuestro pRESEnTe.