Era el partido para dar un golpe encima de la mesa y demostrar que el equipo sigue vivo, además de meter en la pelea al Valladolid. Pero por lo visto a lo largo del choque, el Espanyol en ningún momento daba la impresión de poder sacar los tres puntos. Es verdad que al quedarse con diez las posibilidades eran escasas. Además, es el tercer partido consecutivo en liga jugado fuera de casa que el equipo se queda con diez durante muchos minutos y esto supone una merma en el aspecto ofensivo. Así pasó contra el Villarreal y Sevilla y ayer ante el Valladolid.
A pesar de que la primera tarjeta a David López no lo era, sí fue más clara la segunda y esto daba una gran ventaja a los de Pucela, que aún jugando contra diez, no estaban poniendo en aprietos a la defensa del Espanyol.
Sin embargo, eran muchos los minutos que quedaban y no había más remedio que defender al máximo y esperar alguna jugada a balón parado para poder marcar, ya que el gran esfuerzo físico realizado podía pasar factura. Solo con el paso de los minutos el empate parecía un buen resultado, pero Sandro, recogiendo un mal rechace de Diego López, acababa con las ilusiones de los pericos de llevarse al menos un punto y pensar en los próximos choques. No queda más remedio que seguir luchando en cada partido, pero cada vez quedan menos y la situación no invita al optimismo.