Oye Felipe Caicedo, qué te iba a decir… ¡Ah, sí! Una cosica: que me gusta que sepas y sobre todo que reconozcas en público que no has dado tu mejor versión. Menos mal, amigo. Pensaba que eras capaz de asegurar lo contrario. Yo pensaba, mientras te he visto jugar: “¿Ya está? ¿Este es el Caicedo?”.
Vale, perfecto. Todavía no te hemos visto. Ya tenemos el primer paso: que lo reconozcas. Dicen (lo manifestaste el jueves) que en el fútbol las rachas cuentan y que resulta complicado estar durante diez meses al cien por cien. Sinceramente, no lo entiendo mucho. Sin bajar al populismo, digámosle esto a un oficinista, a un zapatero, a un ejecutivo o un comercial de telefonía.
Es verdad: hemos perdido valores. Me voy de tema, de acuerdo; salgo un poquito del fútbol, que sigue empero tan ligado a la sociedad, porque por ejemplo ahora ya resulta normal que si tienes hora para ir al médico utilices la primera que te dan, sea asistencia pública o privada, siendo secundario faltar al trabajo. Hace uos treinta años la cosa resultaba ser todo lo contrario. Faltar al trabajo era una última posibilidad; ahora es la primera. Bueno, pues a esto denle la vuelta al calcetín y trasladémoslo al fútbol. La cultura del esfuerzo. Vamos pues, Caicedo. A por todas, campeón.
Segunda cosica: me gustan mucho las muchas cosas que hace el club. Tranquilos: no soy accionista y no voto a nadie. Si el equipo gana siempre el club irá bien siempre. Ésta es mi máxima. Soy limitado. No tengo más. Pero miren ustedes: llegará la Navidad con el Campus de Tecnificación a la Dani Jarque con grupos de niños-niñas de entre 6 y 13 años; también para las mismas fechas los socios tendremos descuento para llevarnos a nuestras criaturas al Festival de la Infància; la tradicional entrega de regalos de los futbolistas a los hospitales…
Ytercera cosica: calla que hoy viene el Levante. Mi deseo es ganar cinco a cero. Y si no, no será ganar de penalti y en el último minuto; quiero que sea un golazo de Sergio García enganchando una volea con la derecha cuando falten 10 minutos. Mi corazón no está para bromas.