La imagen de David López abrazando, estrujando, a su entrenador tras el liberador gol de Víctor Campuzano demuestra la vida que tiene este grupo y las ganas que tiene de salir de este estado de depresión en el que está todo el mundo metido.
Ese momento cazado por la retransmisión televisiva ponía el broche a una segunda parte de nivel y de reivindicaciones varias. Sigamos poniendo encima de la mesa los nombres de David y Campuzano. El primero, ha vuelto, el segundo, se ve obligado a dar un paso adelante. La defensa mejoró mucho con la titularidad del central, que es de esos que aumentan el nivel de los que le rodean. Calero da palmas. También Naldo. En la punta del ataque, la fatalidad en forma de lesiones le ha abierto la puerta a Campuzano, que debe tener los santos bemoles de ponerse frente a este toro: el haber tenido la pausa en el 94’ tras fallar dos claras ocasiones es un gran arranque para el canterano.
Gallego insiste en la tecla, tecla y la tecla. Javi López lo hizo en rueda de prensa el martes con la unión, unión y la unión. En la buena y justa mezcla de estos dos conceptos está el camino de la salvación, de la redención ante una afición que anoche se fue a dormir con plena satisfacción.
El partido de Moscú volvió a demostrar que el equipo se siente más cómodo jugando lejos que en su propio estadio. Serán los nervios porque se ha demostrado que el fútbol está. Ni el proyecto estaba muerto hace 24 horas ni ahora hay que pensar que todo está olvidado. Se han perdido de manera fea cuatro partidos en Cornellà-El Prat y la deuda con la afición sigue pendiente de salvarse. Sin embargo, ver el desempeño y la entrega del equipo debe, por lo menos, haber aumentado el crédito de un grupo que está lleno de buena gente que merece otra oportunidad. Gallego tuvo el acierto de acordarse de los pericos en sala de prensa. No suena a peloteo. Sonó a que solicita el perdón y una nueva oportunidad, como el que sabe que no ha estado a la altura pero que es consciente de que se ve capacitado para salir del entuerto. El de ayer es el mejor ejemplo.
Quién sabe qué estará pasando por la cabeza de Mr. Chen, qué le estarán contando y qué límite de paciencia tiene para tomar según qué decisiones. El Espanyol lleva una semana hablando por boca de Joan Capdevila, que buen sapo se tuvo que comer el pasado lunes. Anoche, en las entrañas del Arena del CSKA, a Capdevila se le escuchó más aliviado y más enterado de todo lo que le rodea. Buen trabajo.