Sin Sergio y Victor Sánchez, este Espanyol pierde muchos enteros. La derrota me pareció merecida. El Espanyol regaló 45 minutos a un buen Getafe y la reacción llegó a destiempo. Tras el descanso, Sergio debió dar entrada a Salva Sevilla. Cuando materializó el cambio, el marcador ya reflejaba un complicado 2-0. La remontada resultó imposible, primero porque el rival fue mejor y segundo porque faltó claridad en el remate, además de personalidad y empaque. Un Espanyol sin identidad propia. Poco más comentario merece tan aciaga y desapacible noche. Partido para olvidar y a centrarse en el Córdoba, antes de la gran cita copera del 4 de marzo.
Tema Sergio García. He dedicado numerosas líneas a la calidad, liderazgo e implicación del Mago en el actual proyecto de club. Cuando fichó, defendí su fichaje a capa y espada. Una parte del pueblo era reacia, y lo ha seguido siendo hasta hace bien poco. Unos no le perdonaban su pasado blaugrana y otros se llevaban las manos a la cabeza por el alto coste de la operación. Para mí representaba la llegada de un jugador diferente, con un estilo peculiar, de los que justifican el precio de una entrada, un profesional ligado a la excelencia. A Sergio García persona no le conocía más allá de las referencias que me explicaban amigos comunes, que loaban su faceta como compañero y resaltaban el enorme apego a su gente. En el Espanyol, el Mago ha superado expectativas. En lo profesional, su conducta es intachable. Goles, espectáculo, asistencias, remate, trabajo, liderazgo, pasión por el fútbol, compañerismo, capitanía, ejemplo… Son virtudes nacidas al amparo de la gente del Bon Pastor. Jugador de calle, avispado, sagaz, ejemplo de un barrio que marca personalidad e imprime carácter. En el vestuario, me hablan de un tío espectacular. En su día escribí, en estas misma páginas, una anécdota que le honra. El club sufría problemas de tesorería. En ese momento, Sergio priorizó las necesidades de ciertos compañeros para que fueran los primeros en cobrar. Gesto de capitán noble, que se puso en la cola, a la hora de cobrar.
Sergio fue, junto a Andrés Iniesta y Magic Diaz, el máximo impulsor del homenaje a Dani Jarque. Se volcó. Sentía devoción por Dani, fueron compañeros de selección y compartían amistades y representante. Recuerdo que fue de los primeros en lucir una camiseta de Jarque, bajo la blanquiverde del Betis. Por eso, nadie mejor que Sergio para honrar tan bendito brazalete. Y les digo más, me encanta verle lucir el 9 de los cazagoles. Pero, llegado el momento, el Mago recogería con honor el testigo del 21. Sergio sería su máximo estandarte, ejemplo de humildad e implicación, dos de los grandes valores que enarboló el eterno capitán.
La actitud del Mago, durante la semana, ha resultado sublime. Manifestó que el Espanyol es su club y los pericos su gente. Que no era momento para que el capitán se apeara del barco. Palabras que emocionaron y tocaron la sensibilidad del perico, dolido por la ligereza de ciertos profesionales que se vuelven locos con los billetes y los contratos que les llegan desde cualquier otro rincón del mundo. El Mago no está para cuentos chinos. Es gente de palabra. En verano recibió tentadoras ofertas , casi irrechazables. Pero su compromiso superaba cualquier cheque del exterior. Les digo una cosa, disfruten del Mago. Como jugador, un prodigio. Como persona y ejemplo de club, no tiene precio.