Mal se había puesto el partido en su inicio con el tempranero gol de Raúl de Tomás cuando prácticamente los jugadores estaban tomando posición en el terreno, pero la reacción del Espanyol no se hizo esperar. Siendo fiel a su idea de fútbol, empezó a dominar el juego en el centro aunque sin la fluidez de otros partidos. Pero se llegaba cerca del área con cierta facilidad, sobre todo por la pasividad de la defensa del Rayo y solo por la falta de precisión de los pases en los metros finales el Espanyol no se ponía por delante en el marcador.
Poco a poco el Rayo fue ajustando su centro del campo para terminar la primera parte mas igualada, pero con la sensación que haciendo las cosas bien y acertando el último pase los de Rubi podrían llevarse los tres puntos.
En la segunda, el cambio de decoración fue de una sorpresa mayúscula, viendo como el Rayo le daba la vuelta a la posesión del balón a pesar de haber recibido el mazazo al finalizar los primeros 45 minutos. Dominaba y llevaba cierto peligro a la puerta de Diego López de tal manera que el Espanyol no pudo llevar a cabo su propuesta de tener el balón porque hubo otro equipo mejor durante gran parte de los minutos. Salvo en la recta final, en la que parecía que incluso podía llegar el tercer gol en la jugada del penalti que, con la revisión del VAR, dejó muy claro que la falta era fuera del área. Al final, el empate no es un mal resultado evidenciando que fuera de nuestro estadio se tendrá que seguir mejorando para conseguir la victoria.