Quiso hacer fútbol el Espanyol y la pelota se lo agradeció con un triunfo tan justo como reafirmante. Los revulsivos volvieron a sonreír a Vicente Moreno, esta vez con un Wu Lei goleador y asistente y de nuevo con Puado en modo agitador. Goles postreros para rugir, como Darder tras su esprint final, y para exhibir colmillo. Porque el 2-0 contra el Sporting, tercera victoria seguida, supone, sobre todo, intimidación. El grupo vibra y golpea, y del saber sufrir para defender ha pasado al saber sufrir para acallar: tanto al rival, como a un entorno no siempre propicio.
El fin Vicente Moreno lo puso todo y salió a dominar ante el plan a resguardo de Gallego. Pese al indulto del árbitro a Gaspar, que mereció salir expulsado, el Espanyol se sirvió un festín de llegadas y tiros desde la segunda línea (Embarba, Nico, RDT, Darder): justo lo que desde aquí reclamábamos. La apuesta por Melamed con Melendo y la gran producción por la izquierda, con un Pedrosa profundo, merecieron ya mejor puntería. Pero los diez minutos de dudas e impaciencia se barrieron con el arreón final. Como en Cartagena, hubo fe y ansia de crecimiento. Y el empaque fue pleno incluso en un día en que faltó Cabrera.
Perfecta la fórmula David López-Lluís, por más que la visión de poco riesgo que ofrecieron los asturianos ayudara. El de Manresa vivió una tarde para consolidarse, casi siempre con buen pie y firme en los duelos individuales. Tuvo su susto, eso sí: la picaresca final de Babin en busca de un penalti de la nada amenazó su buena actuación, pero esta vez el VAR apostó por el fútbol y no por la tontería, por más que brame la propaganda sportinguista. De un contacto mínimo y de un sangrado en la parte donde no te han ni rozado no se puede generar tanto escándalo, por favor. Ni menos emponzoñar una superioridad perica que fue redonda, más allá del orden y la fe de los gijoneses. Moreno, de hecho, acumuló buenas noticias: Keidi Bare firmó un encuentro a considerar, suficiente para sostener al equipo como escudero de un
Darder metido a todo.
Poco importa como resolvió el Mallorca su duelo ante el Castellón. Lo fenomenal es que este Espanyol al fin se lo cree. El conjunto ya no es esclavo de dependencias (por cierto: buen encuentro de RDT, de nuevo co-asistente) y su imagen sobre el verde corresponde a la jerarquía prometida. Ahora, a darle continuidad. Y por si el fondo de armario fuera poco, ahí está el filial de Gay, también crecido y con recursos para pintar un mañana mejor: lo disfrutó Vicente en vivo y en directo. Ya sólo falta repescar al Monito Vargas. Que no falten nunca los retos.
👏🏼👏🏼👏🏼 Buenos artículos Oriol, un placer leerlos.