Se puede perder, evidentemente que se puede perder, pero cuando se encadena una racha de tres partidos como los que lleva el Espanyol debe ser tan sencillo reconocer la derrota como que el socavón es preocupante, indignante y altamente inexplicable. El Espanyol está (hoy) en crisis de resultados, de autoestima, de juego, de credibilidad… Asuman y corrijan, señores, que por fortuna aún son terceros y quedan dos tercios de Liga por delante.
Cansancio. El gol del Leganés en la primera parte es el clarísimo ejemplo. Y lleva cansado más de dos semanas. Vicente Moreno debería verlo. Y no lo ve. El martes se le preguntó en la rueda de prensa. El entrenador dijo que habían jugado el viernes y que hasta el jueves “había tiempo suficiente”. Ya me dije que no habría ‘tutía’. Los mismos. El Leganés hizo daño. Reventó a Miguelón, el indispensable, hasta que se marchó expulsado. Y el gol… Es un bloqueo de David López, al que se le empiezan a hacer largos los esfuerzos. Ese fallo en el control es el ejemplo de que falta frescura.
Moreno debe rotar ya, cueste lo que cueste. Porque con esta inercia, física, mental y de fútbol no se va a ninguna parte. Asumiendo ya el mal momento, que dura tres partidos aunque no lo parezca por ciertas declaraciones, bueno sería que reseteen la cabeza todos en las pocas horas que quedan para que el peor Real Zaragoza de la historia visite Cornellà-El Prat.
Además, como suele pasar con lo del perro y las pulgas, hasta los árbitros parecen haberle perdido el respeto semana tras semana a los jugadores y a lo que representan. Ya lo siento pero no me sale otro resumen más positivo de la situación que, dicho sea de paso, espero que sea reversible antes que desde China se ponga el señor nervioso. Sigamos partido a partido, que viene el Real Zaragoza con 17 puntos menos en la clasificación. Virgencita virgencita…