El pueblo perico continúa saboreando un gran subidón de autoestima. En el partido de la primera vuelta, el Málaga empató injustamente, en el último minuto, merced a un golazo de Duda. Anoche, la suerte jugó con los nuestros. No fue el mejor Espanyol de la temporada, ni mucho menos. Noventa y tres minutos de infarto para arrancar tres valiosos puntos en juego. Una victoria trabajada y muy batallada, pero este equipo es capaz de todo, se deja la piel en el campo y demuestra una profesionalidad absoluta. Pero, trabajo al margen, hay mucha calidad en la plantilla. Sergio García, por ejemplo, impartió una cátedra de clase y de cómo jugar al fútbol. Ver actuar al Mago del Bon Pastor es una delicia y motivo más que suficiente para pagar una entrada. Está en el mejor nivel de su carrera y con méritos de selección. Pero no todo se tiñó de color de rosa, también se cometieron errores. Kiko Casilla estuvo desacertado en la salida, pero rectificó a lo grande al atajar el penalti. Punto y aparte para el trencilla de turno. No me gustó el trabajo del colegiado Gil Manzano, incapaz de pitar una falta a favor del Espanyol, sobre todo en los últimos 20 minutos de partido. Y qué pena del tal Sergi Darder, a quien no quiso Pochetinno, que tuvo que buscarse la vida en tierras andaluzas y que resultaría un puntal en la actual plantilla perica. Un pulmón incansable, que ayer debió irse al vestuario tras una durísima entrada a Arbilla. Pero si Gil Manzano no expulsa a Arda Turan por lanzarle una bota a su asistente en el derby madrileño, menos lo iba a hacer por la acción del excanterano blanquiazul. Quiero destacar el enorme trabajo defensivo, con Álvaro en plan líder y con las tablas y la calidad que aporta Héctor Moreno con su categoría y su saber estar.
Es evidente que este Espanyol planta cara ante cualquier rival, disputa todos los balones como si le fuera la vida y atesora un potencial ofensivo que para sí quisieran algunos rivales, Málaga incluído. Las derrotas ante Sevilla y Valencia no fueron nada justas y la lectura del último mes puede calificarse como de muy positiva. El equipo ha ido creciendo, partido a partido. Pero además de todo lo expuesto, en Málaga se concitaban dos barreras a demoler: la poca rentabilidad en los partidos a domicilio y la brava intención de arañarle puntos a un rival que ocupa una envidiable séptima posición en la tabla, que te proyecta al sueño europeo. Y este Espanyol, que parece imparable, volvió a dar con la tecla de la victoria y salió con alta nota de La Rosaleda. En resumen, se gane o se pierda, se juegue mejor o peor, el actual bloque de Sergio tiene mucho carácter y es un rival tremendamente incómodo para cualquier equipo. Fueron tres puntos a ritmo de gladiador. Anoche el fútbol devolvió los puntos que, injustamente, volaron ante el Valencia o en el Sánchez Pizjuán de Sevilla. Ahora doble jornada de viernes, ante Getafe y Córdoba. En el Coliseum, sin Sergio, Víctor ni Colotto. Pero los que salgan se dejarán la piel. Sergio González está dosificando la plantilla de manera admirable. En La Rosaleda hizo seis cambios respecto a Bilbao, pero el equipo juega de memoria y todos aportan. Considero que, en la actual plantilla, sólo el capitán es insustituible.