Que Raúl de Tomás no pille ni un flemón, porque el dolor de muelas perico se agudiza. No tiene el Espanyol un recambio de Primera para suplir a su flamante killer (ah, ese orgullo final contra el Betis) y ayer lo pagó en San Mamés, donde pasó de cien a casi cero en pocos minutos. Todo lo bueno lo hizo el nuevo, un Vilhena ambidiestrísimo y predispuesto. Y todo lo malo lo volvió a hacer un equipo cada vez más vaporoso hasta la invisibilidad. Solo un tirazo de Darder en el 87′ para soñar con el empate. Uno de doce en este 2022 es ya presagio de drama.
Vilhena y su estilo Jonatâs inyectaron flow al Espanyol tras una sublime irrupción de Puado en el minuto tres. Prometió el neerlandés en la primera mitad, pero poco pudo hacer ante el sufrimiento masivo del equipo con la defensa adelantada. Como un suspiro se evaporó el 0-1. La medular perica fue una concesionaria y, de la autopista para el Athletic Club, llegó la autopsia. Los leones se encontraron con la remontada más facilona de su historia reciente al sacar tajada del martirio de Cabrera lejos del área y de la indolencia general. Mantequilla fue el equipo en el empate de Sancet y leche evaporada en el segundo, todo contemplación tras un rebote sin respuesta. Mal todos y Diego, traicionado y a media salida, en un acción que evocó algo al 2-1 de Ünal en Getafe.
Paradojas de la vida, y pese al diluvio de críticas que amenizaran hoy la jornada, cabe decir que la derrota de ayer da la razón a buena parte de lo que ha hecho Vicente Moreno hasta la fecha: no hay presión alta porque el perfil de los centrales no lo admite y porque no hay un 6: véase ayer Morlanes, en jaque desde la falta previa del 2-1. No hay rotaciones porque la profundidad de garantías del conjunto termina a partir del segundo cambio (baste ver el drama de los teóricos relevos de RDT: premio desierto entre Dimata y Loren). Puede ser que el técnico no acierte a levantar la autoestima del grupo, desde luego (lo de Embarba como revulsivo es mucho confiar); pero un mínimo amor propio le debería bastar al equipo para chutar más de dos veces en todo el segundo tiempo. Porque no, amigos: no puede ser que te venzan con tan poco.
Llora el Espanyol en su caída libre y aquí llega el derbi. Con riesgo de derrape letal para los ánimos colectivos, pero también, como siempre, con la promesa de suponer una inyección reconstituyente a poco que la suerte sonría. Muchos astros se tendrían que cruzar, eso sí. Como el VAR, que castigó las manos de Aleix Vidal frente al Betis y ayer pasó olímpicamente de las de Balenziaga. La nueva forma de preponderar “la posición natural” se carga el sentido común de los patios de los colegios. Y el Espanyol debe pasar a revisión de examen, como en los institutos: quizá habrá que buscar ahí, en la juventud, a los fichajes que no llegaron, porque la segunda unidad no vale… y media primera se ha caído. Reaccionen, porque si no solo valdrá el electroshock.