Si nos ceñimos a la estadística tradicional de la liga española, observaremos que siempre ha resultado muy complicado ganar dos partidos consecutivos en casa, salvando la supremacía de los grandes. El RCD Espanyol, tras superar al Celta, recibía a otro de los rivales de su agónica liga particular, el Mallorca de Joaquín Caparrós, de Javi Márquez y compañía, con la clara intención de sumar los seis puntos consecutivos. Con bajas importantes como Stuani y Victor Sánchez, el bloque del Vasco Aguirre buscaba repetir las buenas sensaciones del pasado sábado ante los gallegos.
No me gustó la primera parte. Tras el portentoso gol de Simao, el Mallorca tuvo mayor posesión, buscó el partido y aprovechó los regalos y la endeblez de la defensa perica. La vulgar temporada de Héctor Moreno la reconfirmó el mexicano facilitando el gol del empate a su compatriota Dos Santos, un pelotero cuyo juego vendría muy bien a orillas del LLobregat. Y a renglón seguido, el homenaje de Forlín y KikoCasilla al excompañero de vestuario Javi Márquez, que marcó y no celebró, recordando el Badaloní sus muchos años defendiendo la blanquiazul. El Mallorca volteó el resultado, dejó helada a la parroquia perica y mandó al traste todas las ilusiones. Era cuestión de buscar la heroica en el segundo acto. Y la heroica y el fortín de Corne-Prat auparon al equipo a la victoria, con una buena presión en el medio campo, una defensa más ajustada y un acertado Longo-revulsivo, que barrió al inoperante Rui Fonte, desaparecido en el primer periodo. Puestos a destacar, me encantó el descomunal despliegue físico de Raul Baena, su tesón robando balones y, además, anotando el gol de la victoria, un justísimo premio al enorme trabajo del mediocentro de Torrox. En la situación actual, los tres puntos son un regalo divino. Da igual jugar mejor o peor, con los buenos resultados ya llegará el toque de balón. Las circunstancias actuales requieren trabajo, compromiso y acierto rematador. Faltó la guinda del cuarto gol, pero el bambino Longo perdonó ante Miño, en el descuento. Era la tranquilidad y el gol-average favorable, un tema muy importante de cara a posibles empates a final de temporada. En cualquier caso, bienvenidas estas dos victorias consecutivas en casa. Cornellà vuelve a elevarse a categoría de fortín. En una semana, espera el Real Zaragoza en la Romareda. A seguir sumando de tres en tres.