En la vida no se posee nada, tarde o temprano alguien se lo llevará. Tienes que darle a la gente esperanza. No puedes intentar llevarte el mérito tú solo. No entienden que tienen un regalo, la cadencia y la fuerza hay que hacerlas de manera sincera o no van a calar. Si lo hacen con convicción, apuesto a que lograrán la salvación. Todo el estadio, toda la ciudad blanquiazul y toda la afición les seguirá y se acabó. Actualmente son el peor equipo de la liga, el más descorazonador del mundo, pero ganará. La gente tiene que creer y tienen que darlo todo e ir a por ello. Es como la esperanza y lo que va dentro de ellos, de nosotros, en nuestro club y en nuestra sociedad. Cada jugador, cada trabajador del club, cada socio y cada aficionado de algún modo transmite esa fuerza. Compartimos esa intuición que viene de un lugar mágico y místico. Es maravilloso entender cómo de cerca estamos de ese pequeño milagro, eso es lo que se supone que es el deporte. Un equipo es luz concentrada moviéndose por el césped en oleadas. Es irreal la idea de que una persona pueda tocar las vidas de todos los pericos del planeta. Incluso puede que no sepas que lo haces, puede que no sepas que ya lo estas haciendo.
Este discurso está inspirado en el documental ‘Who let the dogs out’ que relata la historia detrás de esa exitosa canción. Una canción que saltó al estrellato en el año 2000 en la versión de Baha Men y sobre todo gracias al speaker de los Seattle Mariners, Gregg Greene, que la ponía para animar a la grada en cada partido en la que fue una de las temporadas más exitosas del equipo. Tras ello, muchos intentaron acreditarse el mérito. Un peluquero de estrellas del pop londinense, Keith Wainwright, viaja al Caribe y escucha una versión primitiva de esa canción. Este se la muestra a un cliente suyo representante de estrellas llamado Jonathan King y este, viendo el filón de la canción, graba una versión que cae en manos del sello discográfico S Curve Records que se la da a Baha Men para que la graben. Pero la canción que escuchó Keith tenía como dueño a Anslem Douglas, y este solicitó su parte del parte del pastel, ante lo cual dos locutores de radio de la WBLK, Patrick y Leroy, acreditan ser los creadores del estribillo y gancho de la canción, en un jingle publicitario para la emisora. Todo ello conexionado con un tal Chuck Smooth, que también dice haberla creado en las mismas fechas de 1998. Rebuscando en 1994, 20 fingers feat. Gillette tenían una canción idéntica, salvo por una palabra que se basaba en otra creada por dos adolescentes de Florida para las fiestas que hacían Miami Boom Productions. Al final resulta que el estribillo de la canción era un cántico deportivo que se remonta a 1986 en Austin Texas y que sirvió para animar y llevar a la victoria al equipo de baloncesto universitario local. Pericos, adoptemos ese cántico.