El RCD Espanyol de Manolo González se enfrenta al desafío de revertir ante el Oviedo el resultado adverso de 1-0 sufrido en el encuentro de ida de la final del playoff de ascenso a la Primera División. La escuadra blanquiazul, que una vez más no pudo capitalizar sus oportunidades frente al arco contrario, con una producción ofensiva limitada, sintió el peso de sus fallos en el terreno del conjunto carbayón. Ahora, la única opción que les queda es superar al equipo dirigido por Luis Carrión, que se ha mostrado como un contendiente exigente, y que sin duda no dará ninguna facilidad cara a poder conseguir el objetivo del ascenso.
Fin en Oviedo a la racha de 18 partidos sin perder del Espanyol, 14 de ellos con Manolo González
Con la derrota en Oviedo, se ponía punto y final a una extraordinariamente larga racha de 18 partidos consecutivos sin perder (la última derrota que sufrió el Espanyol antes de la de domingo pasado databa del 10 de febrero, en el campo del Racing de Santander), 14 de ellos con Manolo González en el banquillo, que hasta el partido en el Tartiere sumaba cinco victorias y nueve empates. El preparador gallego no conocía la derrota como técnico del primer equipo, y la primera ha llegado en un momento muy poco oportuno, justo en la semana clave para poder volver a la máxima categoría. Precisamente no faltan voces que apuntan al banquillo para explicar en parte la derrota ante el Oviedo: con plena conciencia de lo crítico del encuentro y el cansancio acumulado por algunos de sus jugadores tras enfrentarse al Sporting, el preparador blanquiazul decidió incorporar al once inicial a Óscar Gil, Brian Oliván y Aguado en sustitución de Omar, sancionado, Pere Milla y Melamed. Una estrategia que al principio dio resultado, ya que la intensa presión ejercida por el conjunto espanyolista generó numerosas pérdidas de balón en la zona defensiva del equipo asturiano, a pesar de que arriba, en fase ofensiva, el equipo produjo poco y cuando llegó con peligro careció una vez más de falta de puntería.
Un triple cambió que no salió como esperaba Manolo González
En un momento dado, para evitar el cansancio acumulado en las piernas de sus futbolistas tras tres encuentros disputados en solo siete días, el técnico del Espanyol Manolo González decidió hacer un triple cambio que como él mismo reconoció, no salió bien, y que le reprocha parte de la afición, entrando Sergi Gómez, Salvi Sánchez y Nico Melamed por Álvaro Aguado, Jofre Carreras y Javi Puado, una apuesta en apariencia conservadora, ya que se optaba por una defensa de cinco, mientras Luis Carrión fue más atrevido al hacer ingresar sobre el terreno de juego a un segundo punta.
En un momento en que las fuerzas parecían igualadas y aparentemente no parecía urgente hacer este movimiento, en especial el de retirar a una atacante como Javi Puado para hacer entrar a un central, el Espanyol acusó los tres cambios al haber de adaptarse sobre la marcha a la defensa de cinco, y también el poco acierto de los hombres de refresco, con lo que se vio literalmente atropellado por un Oviedo que detectó a la perfección las debilidades blanquiazules. El Espanyol volvió a parecerse peligrosamente al de la mayor parte de la temporada, dubitativo e inseguro, e incluso un Joan García que llevaba muchos encuentros siendo un auténtico titán bajo palos pareció contagiarse del desconcierto reinante y erró permitiendo el gol de los azules.
El banquillo del Espanyol, en el punto de mira
Tras el mazazo encajado con el gol del Oviedo, el preparador del Espanyol Manolo González reaccionaba agotando sus cambios haciendo entrar a Pere Milla y Keita Balde por Óscar Gil y Brian Oliván para ejercer de carrileros muy ofensivos, aunque su actuación, como la de todos los hombres de refresco, no fue buena. Sin querer disculpar a Manolo González, éste ha sido uno de los grandes problemas del Espanyol a lo largo del curso, el no poder hallar en el banquillo la aportación necesaria para revolucionar los partidos cuando ha sido necesario, algo que apunta más a la configuración de la plantilla que no a la dirección técnica. Del mismo modo, poco tiene que ver el preparador gallego con el hecho de que el portero de moda en todo el fútbol español tenga un error inesperado en el momento menos oportuno. Sí le atañe más el hacer tantos cambios de una sola vez, algo que quedó demostrado generó desconcierto sobre el verde, y el enrocarse cambiando un atacante por un defensor cuando el equipo aparentemente no estaba sufriendo y el desarrollo del encuentro no parecía exigirlo. Sea cual sea la razón de la derrota, el balance de la temporada y del mismo trabajo de Manolo González será tildado de positivo, o bien de nefasto, en función del que pase en la vuelta de esta eliminatoria final del playoff de ascenso que se decide este domingo, y en la que todos, tanto en el banquillo como sobre el verde, están obligados a minimizar los fallos y ofrecer su mejor versión. Es un último esfuerzo exigible dada la importancia de lo que hay en juego, el abandonar después de un año de mucho sufrimiento para el espanyolismo el infierno de la Segunda división.