Algunos artículos quedan escritos para recuerdo de lo mal que envejecen pasados un tiempo. Ojeaba esta semana una glosa a Darder que ahora pienso que jamás debí escribir. El enésimo disgusto de traición futbolística nos presentaba en la jornada inicial en el Belmonte con una plantilla de retales, que si en la primera parte se mostró por encima de la competición, en la segunda quedó confirmado la imperiosa necesidad de refuerzos.
Del chiste del titular, a la confirmación de un punto fundamentado en Pacheco. ¿Se acuerdan de “aquel que diu” si ¿parará papá? Pues por dos veces, “paró Pacheco”.
Urge evitar la propagación de peligro por las bandas, donde a Óscar Gil le desafiaban sin temor y Brian carecía de un refuerzo en el extremo y nos condenó con la llegada del empate.
Cuando llegaba el cuero al ático del centro de la defensa no hubo el peligro que seguimos desencadenando por abajo; Calero y Cabrera fabricaron el gol y participaron del empate aculándose atrás demasiados minutos.
La novedad de Keidi entorpeció algunas elaboraciones de Pol, el único junto a Pacheco que demostró fe en sí mismo. Al albanés, le hicieron el mismo penalti que hizo Gil. Si uno fue, el otro debió serlo, ¿no?
El monólogo manchego de la segunda parte, desdibujó a un Melamed, el anti-sistema del grupo en su falta de ayudas defensivas.
Los extremos en liza como señal de lo justo de efectivos si no fichas: Jofre tuvo la velocidad que le faltó a Lazo pero sin peligro real.
Braithwaite anduvo enredado en si mismo, como en la pretemporada y la segunda no hace concesiones al currículum: o te fajas o te ganan.
Los necesarios cambios solo le dieron luz a Gragera, futbolista al que veremos más a menudo; Dimata nos recordó al Dimata que ya conocíamos, mientras Omar fue testimonial y Expósito necesita una terapia de choque que resucite al jugador que nos vendieron y que en otros equipos vimos.
El resultado justo emborrona algunos buenos detalles del primer tiempo y el calibre que toma el ascenso es grande como el número de jornadas que compone el campeonato. Precipitarse en acontecimientos me vuelve al principio del escrito: quedar retratado en función de lo que suceda. Lo que si es obvio es la necesidad de mejorar la plantilla, un trabajo que va con retraso por la incompetencia desde la presidencia. Queda tiempo, pero a la fuerza ahogan y volvimos a comprobar en nuestras carnes la exigencia de un torneo que puede hacerse bola.
