No está siendo una temporada para nada fácil para el Espanyol, pero para un futbolista en concreto, para Pere Milla, la situación parece aún más cuesta arriba por su situación personal. Llegó en verano de 2023 como la apuesta más importante del primer mercado dirigido por Fran Garagarza, con un coste de 2,5 millones de euros. Sin embargo, su paso por el conjunto blanquiazul no está cumpliendo ni de lejos las expectativas que existían en el club y entre la afición, y sin duda él mismo no ha de estar para nada satisfecho ni con su participación ni con su rendimiento, y los acontecimientos del pasado sábado en el RCDE Stadium demostraron lo complejo que es el momento que vive.
Cuando Pere Milla saltó al campo en la segunda parte del partido contra Osasuna, parte significativa de la grada expresó su descontento con pitos. Un gesto que no solo reflejó el hartazgo de la afición con el rendimiento del jugador, sino que posiblemente también fue una válvula de escape para el malestar general que se respira en el club.
Un rendimiento que no despega
La temporada de Pere Milla se resume, hasta ahora, en escasas oportunidades y un impacto casi nulo en el terreno de juego. Con contrato hasta 2027, el futbolista catalán ha acumulado apenas 223 minutos en ocho partidos de Liga. Su rol se ha limitado a apariciones en los tramos finales de los encuentros, siendo su mayor participación los 45 minutos que disputó contra el Athletic Club.
En las últimas semanas parecía que la situación de Pere Milla había tocado fondo, pues encadenó hasta cuatro jornadas sin jugar, incluida su ausencia en la convocatoria frente al Celta, coincidiendo con intensos rumores sobre una posible salida en el mercado de invierno. A pesar de todo, Manolo González ha mantenido siempre la puerta abierta y le dio minutos en partidos complicados.
¿Chivo expiatorio o crítica justificada?
Está por saber si estos silbidos a Pere Milla van más allá de la crítica a su rendimiento individual. Dada la frustración generada por el rendimiento global del equipo, puede haber sido elegido como chivo expiatorio por parte de la afición. Muy lejos está, sin duda, del desempeño pretendido pero señalarlo como cabeza de turco también sería injusto. El cansancio de la grada es también en parte fruto de una plantilla que no acaba de responder y de una gestión deportiva aún más llena de incógnitas.
Tras el partido, desde el vestuario no tardaron en salir en defensa de su compañero. Pol Lozano declaró que “es duro entrar en el campo y que ya te piten”, añadiendo que “es difícil jugar con esa carga”. Por su parte, Manolo González también mostró su pesar por la reacción de la grada: “El público es soberano, pero es un jugador nuestro. Intenta ayudar aunque no le salga todo bien. No es fácil jugar en esas condiciones”.
Un camino de redención posible
Aunque la situación actual parece adversa, no todo está perdido para Pere Milla. Ya el año pasado demostró que tenía capacidad para reinventarse y pudo aportar al equipo en momentos clave en la misión de volver a Primera división, como demostró en el momento decisivo del playoff. Hoy, el desafío es mayor. Recuperar la confianza del técnico y sobre todo de la afición requerirá trabajo, paciencia y, sobre todo, actuaciones convincentes en el campo. Redimirse y ganarse el aplauso de la grada no será tarea fácil, por lo que si quiere lograrlo no le queda otra a Pere Milla que sobreponerse al mal momento y luchar.
