No falla. Cada vez que el Espanyol aparece en alguna conversación pública, ahí está Gerard Piqué, asomando la cabeza para meter el dedo en el ojo. Esta vez, el que fue central del Barça —y ahora está más en portadas por líos sentimentales y empresariales que por otra cosa— ha vuelto a hacer lo que mejor se le da: buscar protagonismo en redes sociales a costa del Espanyol.
Todo empezó con un tuit de Mundo Deportivo recogiendo las palabras de Manolo González, técnico del Espanyol, que en la rueda de prensa posterior all derbi se refirió al Barça como “el equipo del otro lado de la Diagonal”. Y ahí apareció Piqué, como si tuviera un radar activado para todo lo que huela a blanquiazul. Respondió con su ya clásico menosprecio hacia Cornellà: “El Espanyol hace tiempo que dejó Barcelona… Barcelona blaugrana”.
Sí, otra vez con lo de que el Espanyol “dejó Barcelona”, como si él fuera el notario oficial del callejero catalán. Lo curioso es que lo dice alguien que, desde que se retiró, parece más perdido que nunca. Entre negocios que no cuajan, investigaciones judiciales y lágrimas en sede judicial que algunos califican de teatrillo, a Piqué ya solo le queda Twitter para seguir sintiéndose importante.
El problema es que lo hace siempre desde el mismo sitio: la burla fácil, el desprecio gratuito, la necesidad de alimentar una rivalidad desde la soberbia. Esa misma que le lleva a pensar que ser de Cornellà es sinónimo de menos. Resulta curioso que alguien que en su día fue un futbolista destacado —porque lo fue, ojo— esté ahora reducido a este papel de polemista reincidente. Lo de buen deportista, eso sí, se le atragantó siempre un poco. No es solo cosa del Espanyol: su historial de piques con jugadores, clubes y aficiones es kilométrico. Pero con el Espanyol tiene una fijación especial, casi obsesiva. Será que lo que no se puede comprar con millones ni organizar con comisiones, como el sentimiento de pertenencia a un club de verdad, le duele más que cualquier tuit.
