Subidón. El espanyolismo merecía un triunfo en el derbi y ayer acabó con una pesadilla que le ha perseguido durante los últimos años. Ya tocaba y el triunfo llegó de la manera que más le duele al rival. Con un tanto del único jugador de la cantera que ha pasado por todas las categorías inferiores tras llegar al club para jugar en la Escuela RCDE, y en el minuto 88 para que los azulgranas no tuvieran tiempo de reaccionar. El más joven decantó un partido en el que el Espanyol empezó a creérselo tras el penalti que Diego López, el más veterano del plantel, le detuvo a Messi. El conjunto de Quique acabó con la imbatibilidad culé y logró un gran resultado para afrontar el partido de vuelta.
Funcionó el plan
Quique había avisado que probaría algo distinto con la intención de parar al Barça y apostó por el once más conservador del curso. Reforzó el centro del campo, con la intención de cortar la circulación de balón rival, dejando a Gerard como única referencia. A los blanquiazules les costó tomar el pulso a la nueva disposición táctica ante un rival que salió con ganas de golpear pronto. Messi y Busquets avisaban de sus intenciones.
El partido tenía la intensidad y polémica de los derbis. Y el colegiado pronto empezó a mostrar sus colores al perdonarle la tarjeta amarilla a Messi tras agarrar a Gerard Moreno cuando salía a la contra. Debió mostrarle la amarilla y así se lo pidieron los jugadores pericos. Al Espanyol no le duraba demasiado el balón y tenía problemas para salir con peligro a la contra ante un rival que estaba monopolizando la posesión, aunque tampoco pasaba demasiados apuros. El planteamiento local estaba atascando el juego culé que, como casi siempre, apostaba su suerte a Messi, quien era el único que llevaba algo de peligro.
Primera llegada
El plan de Quique se estaba cumpliendo a la perfección; guardaba la ropa sin renunciaba a cazar una contra con la que sorprender a Cillessen. Y la primera oportunidad no llegó hasta el 30’, cuando Gerard buscó el gol con un remate desde fuera del área. Poco a poco, el Espanyol empezaba a tener algo más de balón y, en momentos puntuales, realizaban una fuerte presión arriba. Con un planteamiento conservador, había conseguido frenar el ataque del conjunto de Valverde durante los primeros 45 minutos.
La segunda parte fue algo distinta a la primera. Se empezó jugando poco. Había más tensión y crispación que en el primer tiempo. Los minutos transcurrían sin que pasaran muchas cosas hasta que llegó la acción que pudo cambiar el encuentro. El colegiado no dudó en señalar penalti por un pisotón de Granero a Sergi Roberto. Se repetía la historia. El destino volvía a ser cruel. Pero esta vez el desenlace fue distinto. Diego López desvió el tiro de Messi. Su parada espoleó al equipo. Cornellà rugió como nunca, se venía abajo y los jugadores se creyeron que era posible. Fue la clave que cambió el partido.
El Espanyol empezó a apretar y encerró al Barça. Cillessen sacó un cabezazo de David López, Piqué le sacaba un remate a Baptistao en la pequeña y, de nuevo, el holandés sacaba un lanzamiento de falta de Marc Navarro. Y precisamente el lateral de Badalona fue el que asistió a Melendo. ¡Sí, al pequeño Melendo!, para que este batiera a Cillessen. El fútbol hacía justicia. Se ganó tras mucho tiempo. Y la euforia fue tan grande que el equipo volvió a salir al verde a saludar a la afición.¡Qué bonito es ser perico!
