La suerte sonrió al Espanyol en Mallorca. ¡Ya tocaba! Aunque fuera tan solo para rescatar un punto, la fortuna quiso que un centro erróneo de Lazo acabara en el fondo de las mallas y que el colegiado pasara por alto un claro penalti de un Brian Oliván que jugó su encuentro más flojo desde que está en el Espanyol, aunque todo tiene un por qué: se pasó la noche en el baño, como los pericos ante lo que viene: Atlético en el Wanda y Villarreal en casa. Rezen todo lo que sepan.
‘Ball de bastons’ en la primera parte. Vini Souza y Baba se dieron los buenos días, las buenas tardes y las buenas noches en varias ocasiones, y Joselu se llevó todos los palos de los centrales del RCD Mallorca, que sabían bien dónde estaba el peligro blanquiazul. Pero si hubo una entrada fea fue la de Ruíz de Galarreta sobre un tocado Óscar Gil; el bermellón se llevó, de manera merecida, la amarilla.
Eso fue lo más entretendido de unos primeros 45 minutos soporíferos. Solo algún pase peligroso de un Darder con libertad de movimientos y un peligroso disparo de Edu Expósito que obligó a Rajkovic a intervenir evitaron la siesta del personal. Mucho respeto entre ambos equipos, quizás demasiado, porque la partida de ajedrez que se estaba disputando sobre el verde era soberánamente aburrida. En la redacción de ‘La Grada‘ se vio más de un bostezo, pasando de la ilusión inicial al ver como el Espanyol tenía la posesión del balón y Vini Souza daba pases con sentido al sopor una vez ambos equipos se anulaban cuando llegaban a la zona de tres cuartos.
Pero despertamos todos de golpe con el gol local, obra de Muriqi tras una vaselina de Gio Rodríguez a Lecomte, que salió tarde después de que Puado perdiera la marca. El Espanyol se convertía en el protagonista de la canción favorita del ariete kosovar, en un ‘pobre diablo’. Ya estábamos de nuevo con la historia de siempre.
La fortuna, blanquiazul
Con lo que no contábamos era con la aparición de Lazo. Bueno, no contaba ni él, después de que su centro se envenenara, Rajkovic se disfrazara de Lecomte y el empate subiera al marcador. Un churrigol que valió un punto, ya que pese a creer que se podía sacar algo más, Diego Martínez quiso asegurar la igualada metiendo más cemento en el centro del campo con Keidi Bare, cuando el duelo reclamaba ser valientes e introducir a Nico Melamed.
El albanés no pudo contener al RCD Mallorca, que ganó la partida de la medular en el tramo final. Y, pese a que el Espanyol no sufrió, el resultado pudo ser muy distinto si Díaz de Mera llega a acertar señalando lo que fue un claro penalti de Brian Oliván sobre Ángel Rodríguez. ¡Qué poético hubiera sido que un jugados con el nombre del fundador del club blanquiazul hubiera causado la derrota perica!