Es ley de vida que el tiempo pase, pero no deja de impactar que ya hayan pasado diez años de la muerte de Dani Jarque. El 8 de agosto de 2009 nos dejaba un canterano que pasaba a ser un mito, al cual se le recuerda constantemente: cada ve que pisamos la Ciutat Esportiva, cada vez que un jugador de la categoría que sea se pone el brazalete de capitán, en cada minuto 21 de cualquier partido del Espanyol.
Diez años de una perdida irreparable, una tragedia que unió al mundo del fútbol y, como no, al espanyolismo. Jarque, un jugador ADN blanquiazul que ese mismo curso estrenaba capitanía -solo pudo portar el brazalete en dos ocasiones, en la inauguración del RCDE Stadium ante el Liverpool y en el amistoso de días después en Nápoles- es un ejemplo para los más jóvenes por su pasión y garra, su simpatía y su bondad. Era todo lo que un capitán de un club centenario como el Espanyol merecía tener.
Jarque se fue demasiado joven, con solo 26 años, y lejos de casa, en Coverciano. El espanyolismo vivió uno de los momentos más duros de su historia: fueron días de angustia, de pena y de caras llorosas.
Pero el tiempo pasa, aunque nosotros no olvidamos. Pasaste, Dani, de ser capitán en el terreno de juego a serlo eternamente, porque por mucho que Javi López, Marc Manchón o Paloma Fernández sean los portadores del brazalete, saben que lo tienen prestado. Porque es y siempre será tuyo, de la misma manera que un ’21’ que luce con orgullo Marc Roca.
Dani, aquí nadie te olvida. Te fuiste si avisar, alguien que trataba de pasar desapercibido por allí donde iba protagonizó el terremoto más grande de la historia del club. Te echamos de menos, Dani. Pasen diez años, 50 o cien, siempre te recordaremos. En cada diez de agosto, en cada minuto 21, cada vez que crucemos la puerta 21 del RCDE Stadium y siempre que vayamos a la Ciutat Esportiva que, orgullosa, lleva tu nombre.
