Una vez cerrado el mercado de verano de esta temporada -atípico cuanto menos- se habló largo y tendido sobre las posibilidades del Espanyol en LaLiga SmartBank y de los recursos de los que dispondría Vicente Moreno para competir en Segunda División. Retener a los mejores jugadores del equipo, los de más talento y calidad, más la irrupción de algunos canteranos, ha resultado ser el factor diferencial de la temporada. A la vista está que, pese a los contratiempos que ha sufrido el Espanyol esta temporada, pocos pero variados, la diferencia de potencial entre su plantilla y la mayoría de rivales ha sido notable hasta el último día.
Aunque el escenario parecía propicio para competir decentemente durante los primeros meses de competición, el Espanyol cerró el mercado sin incorporar la figura de un delantero referencia, un perfil que, sobre todo en Segunda División, resulta muy necesario para competir en determinados contextos. Sin ser dramático, pues los resultados son los que son, este ha sido, probablemente, el hándicap principal del cuadro blanquiazul hasta la llegada de Dimata en el mes enero. La enorme pegada que ha mostrado el equipo en muchos partidos ha servido para cubrir esta carencia, pero los días que no ha sido capaz de ganar o, más que ganar; convencer, se ha insistido en la necesidad de reforzar esta posición. Ni Raúl de Tomás ni Puado ni Campuzano ni Wu Lei, los cuatro jugadores que pueden ocupar la demarcación de ‘9’ responden a este perfil. Curiosamente, Vicente Moreno siempre ha contado con un jugador así en sus plantillas, tanto en el Nástic de Tarragona como en el Mallorca, independientemente de la categoría en la que ha competido.
Así pues, la llegada de Dimata respondió, principalmente, a una necesidad latente durante la primera vuelta de la temporada y ofreció a Vicente Moreno y a su equipo un recurso más, otra variante, muy necesaria a veces para ganar competitividad en determinados momentos del partido donde el Espanyol echaba en falta la presencia de otro delantero cuando Raúl de Tomás decidía alejarse del área. Los equipos, a veces, ya fuera en función del resultado o por el modelo de juego, defendían al Espanyol en bloque bajo y acumulaban a muchos jugadores por detrás de la línea de balón para protegerse cerca de su portería; cedían el balón pero no los espacios, y los blanquiazules estaban obligados a finalizar muchas acciones por fuera, a través del centro lateral, pero con muy poca presencia en zonas de remate y casi siempre en inferioridad numérica. Dimata, sin ser un especialista por arriba, pues curiosamente es de las facetas donde menos destaca y más debería mejorar pese a su altura, ya supone una amenaza más, una exigencia, una referencia, dentro o cerca del área que implica una repartición distinta de las marcas y los esfuerzos para los defensas rivales.
Con Landry Dimata en el campo -debutó en el Anxo Carro contra el Lugo– el Espanyol no ha perdido ningún partido (9 victorias y 6 empates en 15 partidos). Algo que ya no puede ser casualidad, pues su presencia en el equipo ha obligado a modificar la estructura, del 1-4-2-3-1 al 1-4-4-2 que tanto gusta a Vicente Moreno y que tan bien le ha sentado al equipo: Darder en la base de la jugada, organizando y decidiendo el ritmo del partido y Raúl de Tomás con libertad de movimientos sin el respaldo imprescindible de los extremos, sobre todo Puado, a la hora de compensar sus movimientos. Desde entonces, el Espanyol no suele sacar el balón jugado desde atrás. Con Dimata y Raúl de Tomás en punta se busca el juego directo y los espacios que generan los dos delanteros los aprovechan Puado y Embarba para atacar en profundidad. Asimismo, el papel, aunque mejorable, de Keidi Bare y Darder, los dos pivotes, para leer y ganar las segundas jugadas (imagen inferior), también ha sido clave para ganar metros si los envíos directos no consiguen superar la última línea del rival. No ha sido, quizás, el Espanyol más dominador con balón del curso, pero sí el que más pegada y eficacia ha mostrado. A la vista está: 15 partidos invicto y 33 goles a favor.
Precisamente, la llegada de Dimata, además de todo lo que ya se ha comentado, ha servido para dibujar un escenario distinto dentro de la parcela ofensiva del Espanyol. Y a nivel estructural, los que más lo han notado, han sido Raúl de Tomás y Puado. La libertad de movimientos del delantero, que sigue siendo la misma cuando juega con o sin otra referencia a su lado, no condiciona tanto e implica menos desajustes que si lo hace estando solo en la punta de ataque. También, y no menos importante, le ha liberado del duelo y el contacto físico contra los centrales y/o pivotes del equipo rival, facilitando así que muchas veces pueda recibir solo (imagen inferior) y con tiempo y espacio suficiente para decidir la siguiente acción. En el caso del extremo, la presencia del belga le ha reducido tareas sin balón, pues Puado ha sido el encargado de contrabalancear los movimientos anárquicos de arriba abajo y dentro-fuera de RDT. La interpretación del canterano ha sido fundamental para sostener la estructura del equipo que ha jugado con falso ‘9’ hasta la llegada de Dimata.
La diferencia de perfiles respecto a Raúl de Tomás también se nota en la participación de cada uno en la circulación del equipo. Dimata promedia 7 pases por partido con un 81% de acierto por los 20 de Raúl de Tomás con el mismo porcentaje de éxito. No es, lógicamente, su principal cometido, y es que el delantero belga tampoco destaca por su finura y técnica con el balón: controles, controles orientados, pases de primeras o conducciones. Pierde muchos balones (4) para los pocos que llega a tocar a lo largo de un partido.
Si bien no es un derroche de talento, algo que ya se podía intuir en su etapa en el Anderlecht, Dimata tiene un buen juego de espaldas que le permite cuerpear con los defensas, descargar y habilitar de cara a la segunda línea, donde se amontona el talento de este Espanyol, para que vea el fútbol de cara. También ha sido una muy buena opción para potenciar el juego directo, mantener el balón y jugar de cara cuando el Espanyol ha estado en apuros y ha tenido dificultades para superar presiones altas, otro de los principales problemas de la temporada. El belga tiene capacidad para anticiparse, exige muchos a los centrales rivales por su complexión física, pero gana pocos duelos aéreos (26%) y su margen de mejora es alto en todos los aspectos. Su simple presencia ya obliga a centrar la atención de más de un defensa, sacándoles de su zona y generando espacios para que la segunda línea o el propio Raúl de Tomás puedan aprovechar. Esta es su gran aportación, y hay que otorgarle el valor correspondiente, pues como apuntaba Alex Cuadrado en su cuenta de Twitter (@alexcuadradoo) desde la llegada de Dimata, el Espanyol ha marcado 33 goles en 15 partidos, por los 34 que marcó en los 23 partidos donde él todavía pertenecía al Anderlecht.
Sin embargo, el rol y la importancia del futbolista belga en el Espanyol de Primera División podría cambiar considerablemente. Y esto no es un tema baladí. La exigencia de la competición y el nivel de las defensas plantearán escenarios mucho más complejos respecto a los que se ha encontrado el Espanyol y el propio Dimata en Segunda individual y colectivamente hablando. Y es que el belga, como decíamos, ha beneficiado a sus compañeros, pero la contundencia y determinación con la que ha jugado el Espanyol en LaLiga SmartBank y el potencial del grupo en esta categoría también ha favorecido a nuestro protagonista. Así pues, y a la espera de los vaivenes de la pretemporada y el mercado de fichajes, será interesante comprobar el rendimiento de Landry Dimata en la élite del fútbol español.