Analizar la temporada de los dos entrenadores que ha tenido el Espanyol en la temporada 2017-18 es parecido a hacerlo de dos equipos distintos. Porque el Espanyol de Quique Sánchez Flores no tuvo nada que ver con el conjunto que acabó la temporada a las órdenes de David Gallego. El cambio fue drástico, tanto en la propuesta futbolística como en los resultados. ¿Qué hubiera sucedido si Quique se hubiese ido antes, por ejemplo cuando le tanteó el Stoke? ¿Hubiera estado a tiempo el Espanyol de luchar por Europa?
Los números de la primera temporada avalaban a Quique. Más allá de gustos futbolísticos, había armado un equipo sólido y con una línea ascendente que permitía ser optimistas. La campaña 2017-18 era propicia para consolidar el proyecto y tratar de luchar por Europa.
De buen inicio el Espanyol demostró que esta temporada los equipos más potentes se le darían mejor que los de la ‘misma liga’. Buenos empates en Sevilla (1-1) o Villarreal (0-0), pero derrota en el primer partido como local ante el Leganés (0-1). Con Quique esta campaña siempre costó generar ocasiones y marcar. Aunque no hubo la sensación de estar mal hasta la undécima jornada, con la derrota ante el Alavés con una pobre imagen (1-0).
Poco después vinieron dos duras derrotas, en Eibar (3-1) y en casa contra el Girona (0-1). El equipo contaba con solo 16 puntos en 15 jornadas y lo peor de todo es que Quique no sabía cómo hacerlo para dominar y crear ocasiones cuando los rivales se cerraban. Eso se traducía en escasez de goles. Pero no fue cesado y el equipo pareció reaccionar en Las Palmas hasta que tiró el triunfo en los últimos diez minutos (2-2). Luego la victoria contra el Atlético le dio aire.
A principios de año el Stoke tanteó a Quique, pero no se fue y el triunfo en la ida de la Copa contra el Barça (1-0) le dio más vida. Era la confirmación que el equipo se encontraba mucho más a gusto contra los equipos grandes, jugando más a verlas venir que a crear juego. De hecho más adelante también ganaron al Real Madrid (1-0), poco después de empatar en casa contra los azulgranas en liga (1-1). Pero el equipo estuvo siete jornadas sin conocer la victoria. Quique superó ese bache pero no el siguiente. Un punto de quince, sin un gol a favor, y a la calle tras caer ante el Eibar (0-1).
Sin conexión con la plantilla
Quique contó con una rotación muy corta. Solo 14 jugadores disputaron al menos un 35% de los minutos en juego. Eso provocó que varios estuvieran a disgusto. Melendo, Marc Roca o Sergio Sánchez apenas tuvieron su oportunidad. Hermoso pasó de titular a no ir ni convocado por un mal día en Leganés. Y otros como Álvaro y Hernán Pérez su fueron cedidos en busca de minutos. Por otra parte, el estilo de juego no cuajaba con las características de varios jugadores. ‘Despreciar’ el balón no encaja con los Darder, Granero, Jurado, Sergio García, Melendo, Marc Roca… Como tampoco tenía ningún sentido ubicar a Darder, el que debía guiar el juego ofensivo del equipo, en la banda.
Aire fresco
Con Gallego el Espanyol dio un vuelco total. De entrada afirmó que su propuesta era muy diferente a la de Quique, ni mejor ni peor, con el balón como protagonista, y los jugadores se lo agradecieron. Muchos se sintieron liberados sin Quique y por fin pudimos ver al Darder que todos esperábamos, formando una gran conexión con Gerard.
Se demostró que este equipo tenía mucho más potencial, desacreditando las palabras del propio Quique tras caer en Getafe –“igual no damos para más”-. Si bien es cierto que los rivales no se jugaban nada, Gallego demostró que tiene capacidad para entrenar en Primera.