Miguel Ángel Lotina es historia del Espanyol. Y es que pese a estar relativamente poco en la entidad, dos intensas temporadas, bajo su mando el cuadro blanquiazul rozó la clasificación para jugar la Champions en la 2004-05, y en la siguiente campaña experimentó grandes altibajos con la consecución de la Copa del Rey en el Bernabéu y con la agónica salvación gracias al gol de Coro. Fue precisamente tras ese último partido cuando decidió hacer las maletas alegando que había acabado un ciclo. Ahora, 14 años después de levantar ese título, desde La Grada hemos querido charlar con él, que afrontará su cuarta temporada al frente del Cerezo Osaka de la Primera división japonesa, para revivir ese 12 de abril en que el espanyolismo tocó el cielo por última vez.
Cuanto ha llovido, pero que presente tenemos esa Copa.
Y no me extraña. Yo siento lo mismo. Una Copa no se gana todos los días. Para mí ese 12 de abril fue especial. Más que eso, lograr esa Copa fue el mejor momento futbolístico de mi vida y entiendo que la afición, al ser el último gran título logrado, también lo tiene en un pedestal.
¿Cómo recuerdas ese día?
Con una gran sonrisa. Tengo muy buenos recuerdos de todo el día en general. El hotel era un hervidero de gente que nos trasladaba optimismo. Había muchísimos aficionados pericos y estos supieron transmitirnos mucha confianza. Creían en nosotros. Pero sin duda, como muchas veces he dicho, si algo nos impactó fue el trayecto del hotel hasta el Bernabéu por la Castellana. Ahí empezamos a ganar esa final. El ambiente era impresionante, parecía que estábamos en casa. El bus no podía ni avanzar, realmente fue muy emocionante.
Y partían ellos como favoritos…
Sí, en liga estaban bien y en el camino hacia la final habían apeado a Atlético, Barça y Real Madrid. Pero quizás ese papel les distrajo un poco y antes del inicio del partido pude comprobarlo. Faltaba hora y cuarto más o menos para el inicio de la final, y mientras los nuestros ya estaban cambiados en el vestuario y preparados para empezar a calentar y muy metidos en lo que nos esperaba, los del Zaragoza todavía estaban por allí rondando con los trajes y relajados. En ese momento creí todavía más que esa copa se vendría para Barcelona.
Y además de ello, ¿qué fue determinante para levantar el título?
Lo principal creo que fue la motivación, y en ello nuestra afición tuvo mucho que ver. Demostramos más ganas y ambición que nuestro rival, al que supimos sorprender y hacerle daño. Les teníamos muy estudiados y lo que preparamos, cosa que no siempre ocurre, salió rodado.
La pizarra no falló. Un sorprendente 4-3-3 con un medio de contención, arriba el trío De La Peña, Tamudo y Luis, y a triunfar.
Así es. Habíamos preparado algunos movimientos tras detectar que el Zaragoza sufría por la derecha. Por eso pusimos a Fredson a recuperar balones y a Luis para buscar la espalda del lateral. Era algo preparado y de hecho el rápido 1-0 y el 2-1 llegaron tras estos movimientos. Supimos hacerles daño y les sorprendimos. Es verdad que nos empataron bastante rápido, pero el equipo ya iba lanzado. El primer gol nos había dado mucha confianza y habíamos visto que estábamos más que capacitados para ganar. Si algo tenía este equipo era talento y mucho pólvora. Tamudo tenía ese buen desmarque y gol, Iván un gran pase… Supimos sacar petróleo.
Vamos, fue la final soñada.
Totalmente. Nada salió mal y estuvimos más que a la altura. El estado emocional con el que empezamos a jugar fue determinante. Durante todo el partido sentimos el aliento de nuestra gente y eso nos llevó al éxito. A levantar un título que no es nada sencillo y que, en mi caso, había estado 40 años esperando como dije. Para el Espanyol era la cuarta, pero para mí esta competición, con la que tanto había vibrado de niño como aficionado del Athletic, era lo máximo. Y lo sigue siendo. Ese día cumplí un sueño, fue algo que me marcó mucho.
¿Y de la celebración qué me dices?
Pues realmente la celebración de ese mismo día no fue nada buena. La verdad es que el club, no sé si porque no creía en que podíamos ganar, no había preparado nada o casi nada. Aunque también es verdad que teníamos ya en mente el partido del siguiente domingo en Valencia, ya que en liga nos la estábamos jugando. Pero además, el avión de vuelta se retrasó y llegamos a Barcelona como a las cuatro o las cinco de la madrugada y nos fuimos directos a dormir. Posteriormente hicimos una cena en un hotel y eso es lo que mejor recuerdo. Fue una velada muy bonita. En mi mente hay muchísima imágenes de esa noche, sobre todo, no sé porque, con Jarque. ¡Ese día estaba muy animado! Y siempre que pienso en él, le veo ese día de celebración y me esboza una sonrisa. Eso fue de lo más bonito, ver la alegría de los jugadores, ya que como digo siempre, los profesionales de este deporte estamos para esto, para hacer felices a los jugadores y a la afición.
Y de tocar el cielo a jugar a cara de perro para salvar la categoría.
Menudo contraste sí. Nos la jugamos mucho, demasiado. Ese gol de Coro fue un gran alivio tras una temporada llena de altibajos en la que no llegamos a jugar como yo me hubiera esperado. Pero por suerte logramos el objetivo de la salvación y alzamos esa Copa. Tuvimos un final feliz, aunque el camino no fue fácil y gracias a ello todos aprendimos mucho.
Y curiosamente, este año van por el mismo camino si se reanuda la competición. De volver a Europa 12 años después a abonarse al farolillo rojo. ¿Cómo lo ves?
Pues que lo van a tener complicado. Desde el principio en liga no les ha ido como esperaban y pese a los cambios de entrenadores el bache ha sido demasiado largo. Ahora con Abelardo y los nuevos dan otra sensación, pero cuando estás ahí abajo cuesta un mundo salir. Es verdad que transmiten algo distinto, pero veremos si estarán a tiempo de arreglarlo, ya que si de por sí es complicado, teniendo en cuenta que los rivales también juegan, ahora tras este parón por la crisis del coronavirus habrá que volver a hacer una especie de pretemporada, afrontar muchos partidos vitales con poco descanso para cumplir con el calendario y que este no perjudique el inicio de la siguiente campaña… Son muchos factores los que creo que ahora mismo están en su contra. Pero como ya se demostró con el gol de Coro, no hay que descartar nada hasta el final. Habrá que lucharlo.
Y para cerrar capítulo, ¿cómo valorarías tu paso por el banquillo blanquiazul?
Sinceramente creo que mi caso fue muy bueno. El primer año no entramos en Champions porque un árbitro –Iturralde- se equivocó al anular un gol a Velamazán, que hubiera supuesto el 1-2,a instancias del linier, que se acabó disculpando. Ese gol fue legal, por dos metros no era fuera y se produjo algo muy grave, y en el segundo año ganamos la Copa y sí que sufrimos hasta el final para mantener la categoría, pero en general estoy muy satisfecho con mi paso por el club y con los jugadores que tuve a mis órdenes. Fueron dos años consecutivos jugando en Europa, algo inédito, y, como digo, a nivel personal y de equipo fue magnífico. Pero las cosas van como van y al final se decidió que lo mejor era que me fuera y la realidad es que tampoco les fue mal con Valverde. Fueron buenos años.