Quizás sea porque en su momento, ni cuando debuté en aquella fase de grupos contra el Austria de Viena, ni siquiera al disputar la semifinal contra el Bremen que nos daba el pase a la gran final, fui realmente consciente, por mi juventud en aquel momento, de lo que realmente aquello suponía. En aquel momento piensas que seguirás en la nube para siempre, que jamás te bajarán de ella, y que oportunidades así se presentarán nuevamente por una inercia divina. Iluso.
13 años han pasado ya, he pasado por diversas categorías tanto en España como Inglaterra, mirando la nube desde el suelo más duro, y ahora sí, muy consciente del mundo que me rodea y de lo que cuesta conseguir las cosas, puedo aseguraros que vivir aquella aventura europea, fue como vivir junto al mayor de los tesoros y no saber distinguir un diamante de una manzana. Oportunidades únicas para la gran mayoría.
Cada minuto del equipo en Europa tiene un valor descomunal. Cada paso adelante, ilusión en vena. Y no hay nada más poderoso en esta vida que un perico/a ilusionado/a. Somos conscientes de lo que tenemos delante y no pensamos perder nuestro tesoro de vista.