El sueño perico voló en el último suspiro. Cuando más duele. En el descuento y en una acción que, a priori, no parecía tener mucho peligro. El Espanyol fue líder en solitario durante bastantes minutos, pero una falta lejana, que sorprendió a Diego López, impidió que el espanyolismo viviera uno de los días más grandes de su historia. Fue bonito mientras duro y, el hecho de enfadarnos por un empate a domicilio, demuestra que la ambición de este equipo ha cambiado mucho. No se pudo alcanzar el liderato, pero no pasa nada. Este equipo nos ha vuelto a ilusionar. Así que cabeza alta y orgullosos. El Espanyol tuvo opciones de ampliar su renta en el primer tiempo, pero, tras el descanso, el conjunto de Sergio González fue superior y se llevó un justo empate.
El espanyolismo vivió las horas previas al partido con ilusión y la apuesta atrevida de Rubi no hizo más que acrecentar esas sensaciones. Ambos conjuntos llegaban con la moral por las nubes. Y así lo demostraron los de Sergio González en el arranque. Toni Villa, Enes Ünal y Leo Suárez avisaron en los primeros diez minutos. Al Espanyol le estaba costando entrar en el partido, mientras que los pucelanos se encontraban cómodos y con muy poco generaban peligro. Pero con el paso de los minutos, los de Rubi empezaron a temporizar el juego. Daban las primeras señales de vida. Empezaban a recordar al equipo que engancha a su afición.
Golazo de Borja
Y en su primera oportunidad clara, Borja Iglesias sacó petróleo de una acción aislada. En el 20’, Melendo interceptó una mala salida de la zaga vallisoletana, cedió a Borja y este se sacó un derechazo desde la zona de tres cuartos del campo para colar el esférico en el fondo de las mallas sin que nada pudiera hacer Masip. Un golazo que llevaba a los pericos a lo más alto de la tabla. El tanto dio alas a los de Rubi, que se crecieron y fueron a por el segundo, mientras que dejó algo tocados a los locales. Antoñito evitó que Sergio García rematara un gran centro de Hernán. Tenían el partido totalmente controlado, ante un Valladolid que bajó sus prestaciones, aunque intentó sorprenderse con un remate lejano de Míchel que salió alto. Con el marcador a favor se vieron los mejores minutos visitantes y Hernán tuvo el segundo. El paraguayo cabeceó un centro de Darder y obligó a Masip a volar para sacar un balón que se colaba. Tras ir de menos a más, el Espanyol se fue al descanso habiendo hecho méritos para irse con una ventaja muy amplia, ya que creció mucho tras el gol de Borja.
Cambio de decorado
En la reanudación dio la sensación de que los pericos seguirían mandando, que no saldrían a contemporizar sino atacar como se vio en una acción entre Sergio García y Darder, en la que acariciaron el segundo gol. Peor fue un espejismo. Tras esta acción todo empezó a cambiar. El juego estaba en un punto de agresividad que le sirvió a los locales para meterse en el partido. Y el colegiado les echó una mano para que siguieran vivos al señalar un injusto fuera de juego a Borja Iglesias, cuando arrancaba solo hacia el marco de Masip.
A medida que pasaban los minutos, los franjivioletas incrementaron su presión y, cada vez cargaban el juego más por su banda izquierda. Estaban muy vivos y se acercaban con peligro. Alcázar, en el 62’, perdonó solo ante Diego López cuando lo tenía todo a placer. Los de Rubi estaban sufriendo, ya que les costaba tener el esférico. Y con la intención de frenar las embestidas locales, Rubi metió jugadores de trabajo en busca de achicar balones. Renunció, ante la presión vallisoletana, a su identidad y, al final lo acabó pagando.
En el descuento, Verde bajó de la nube a los pericos para privarles de la primera plaza de la tabla. Pero el gran éxito de Rubi es que estemos enfadados por no se líderes. Pericos, estamos en el buen camino.