LaLiga SmartBank siempre sorprende. No estamos descubriendo nada con tal afirmación, pero es una realidad jornada tras jornada. Resultados y dinámicas inesperadas, imprevisibles. Porque resulta muy complejo acertar el devenir de los equipos, a excepción de unos pocos privilegiados que viven, por ahora, instalados en la regularidad. Véase el Espanyol, el Mallorca o el Sporting, por ejemplo. No al mismo nivel, pero sí por encima de lo esperado, se encuentra el Málaga de Sergio Pellicer, un equipo con muchos problemas en el pasado mercado de fichajes y que en pretemporada parecía desahuciado y sin opciones de nada. Su inicio ha sido esperanzador, con más victorias que derrotas y 14 puntos en la clasificación y es por este motivo que resulta necesario conocer el contexto para darle el mérito que merece. El trabajo de su Director Deportivo, Manolo Gaspar, para confeccionar una plantilla con enormes limitaciones económicas, ha sido fundamental.
Tiene un límite de 18 fichas profesionales y un tope salarial de, atención, 2’1 millones de euros. De los 18 jugadores profesionales de la primera plantilla, seis de ellos llegaron la última semana del mercado, tras la jornada cuatro de Liga. Luis Muñoz, Jairo, Jozabed, Pablo Chavarría, Mejías y Joaquín Muñoz. Algunos todavía necesitan rodaje con el equipo y adaptarse a la idea del técnico. Como es lógico, el Málaga no está en su punto de forma óptimo y eso se nota en la mayoría de los partidos, donde mezcla tramos de muchísima intensidad con otros donde debe ‘descansar’ en su propio campo, bien por el plan del rival o por iniciativa propia.
Sergio Pellicer ha utilizado cuatro sistemas distintos en 9 partidos. Un conjunto camaleónico como ningún otro. El 1-5-3-2, 1-4-3-3, 1-4-4-2 y el 1-4-2-3-1. De los cuatro, el 1-5-2-3 (1-5-4-1 en fase defensiva) es el que, de momento, ha funcionado mejor y el que probablemente podría utilizar este lunes contra el Espanyol. La idea de Pellicer sigue siendo la misma, independientemente del dibujo que emplee en cada partido. Una idea que todavía necesita más minutos y resultados, pero ya es fácilmente reconocible, pese a que los números, por ahora, indiquen otra tendencia. Es el tercer equipo más goleado de la liga, empatado con el CD Lugo, Oviedo, Ponferradina y Fuenlabrada, con 11 goles, 7 de ellos contra Rayo (4) y Mallorca (3), y el cuarto que menos genera, con 2 tiros a portería por partido, pero bastante eficaz para lo poco que remata. Su bagaje ofensivo es de 7 goles en 9 partidos.
Pellicer quiere que su equipo se defina desde la solidez defensiva y que imprima un alto ritmo de juego. Las transiciones ofensivas son muy importantes para el técnico y una arma táctica fundamental en su idea. Tiene jugadores rápidos y con desborde en las bandas, y es que al jugar con línea de cinco, el papel de los carrileros en ataque resulta fundamental para ensanchar y estirar. También el de los extremos, que pueden actuar por dentro o por fuera indistintamente. Ahí es donde encuentran muchas veces la ventaja. Fijar atenciones por dentro, concentrar al rival en esa zona del campo para luego liberar y habilitar a los carrileros por fuera, que tienen tiempo y espacio para profundizar y centrar. Esta ocupación de los espacios permite que el Málaga pueda terminar sus ataques amenazando el área y la frontal con una presencia importante de jugadores.
El Málaga suele iniciar los partidos con la clara voluntad de llevar el juego lejos de su campo. Intensidad, ritmo alto con y sin balón y presión alta para dificultar los primeros pases de sus rivales con el objetivo de recuperar rápido el balón y vivir el máximo tiempo posible en su terreno. Si consigue adelantarse se decanta por una gestión del resultado más reactiva y conservadora que priorice el orden defensivo. De las cuatro victorias que ha conseguido, Castellón, Alcorcón, Zaragoza y Sporting, en las cuatro se ha adelantado en la primera parte. Y en las cuatro ha sabido mantener el resultado. La única vez que no ha sido capaz fue contra el Mirandés, cediendo un empate en la segunda mitad.

Es un equipo endeble a balón parado y que tiene dificultades para defender los centros laterales, pese a jugar con línea de cinco atrás. No se perfilan bien dentro del área, pierden las referencias y conceden muchos remates.
Otro de los puntos débiles de este Málaga es la defensa del espacio atrás. Se le puede girar y ganar la espalda con facilidad. No tienen inconvenientes a la hora de defender lejos del arco y de correr mucho espacio hacia atrás, pero todavía necesitan mejorar esta fase del juego. En fase defensiva suelen ser bastante impetuosos; van arriba, se exponen, se emparejan, persiguen al hombre y salen de su zona para presionar, tanto la línea defensiva como el doble pivote. Eso les permite generar recuperaciones de calidad, pero también les desnuda si no son capaces de robar el balón. Si la presión no se coordina, si el jugador que salta llega tarde y no consigue anticipar y recuperar, aparecen muchos espacios a la espalda de los centrocampistas y de los carrileros que el rival puede aprovechar para verticalizar sus ataques. Una diagonal de los centrales hacia los extremos o un pase filtrado por dentro permite generar situaciones favorables contra una línea defensiva desequilibrada y en inferioridad.

El Málaga presenta algunos nombres interesantes en este inicio de curso, tres de ellos canteranos. Juande (1999), central inteligente en el posicionamiento, con capacidad de interceptación y para anticiparse. Agresivo en las disputas. Peligroso en las acciones a balón parado gracias a su juego aéreo. Ramón Enríquez (2001), de lo más notable hasta ahora. Medio centro con visión de juego y una gran capacidad técnica, tanto para filtrar como para desplazar. Luis Muñoz (1997), pivote de corte defensivo que ha evidenciado una buena capacidad de recuperación y es eficaz en las disputas defensivas. Yanis Rahmani (1995), extremo zurdo formado en la cantera del Athletic Club. Destaca por su velocidad y verticalidad con el balón a pie natural. Un perfil ideal para explotar la transición del equipo. Es bueno atacando los espacios y en el regate.