El Espanyol afrontaba el partido con confianza y moral, pero se encontró con un Mallorca que fue una roca en el camino y que le dejó bien claro que este curso no será fácil. El conjunto de Vicente Moreno no pudo pasar del empate ante un rival que fue superior en el segundo tiempo y, por momentos, sacó del partido a los blanquiazules. Las buenas sensaciones de la semana pasada, que tuvieron continuidad durante los primeros 15 minutos, se fueron esfumando a medida que transcurría el partido. El Espanyol no supo imponerse. Estuvo espeso sobre el verde y se llevó un baño de realidad. No firmó un buen partido y se llevó la primera desilusión de una temporada que será larga y dura.
Cuando las cosas funcionan siempre es mejor no tocarlas. Eso pensó Vicente Moreno al repetir el once que ganó al Albacete. Y el Espanyol salió apretando en el centro del campo y con la intención de morder arriba. En el 5’, Melendo y Wu Lei ya avisaron a Manolo Reina, y una falta lanzada por Embarba obligaba al meta visitante a emplearse a fondo para evitar que el esférico entrara. En solo diez minutos, los blanquiazules ya habían dejado claras sus intenciones y no estaba acusando la presión que Luis García Plaza les había querido meter en la previa del partido.
El Espanyol se estaba imponiendo en la lucha del centro del campo ante un rival que presentó mucha más batalla que el conjunto manchego en la jornada inaugural. Descargando el juego por la banda derecha, Embarba se convertía en el jugador más buscado por sus compañeros, mientras que a Wu Lei le costaba entrar en juego. Pero con el paso de los minutos, el Mallorca empezó a presionar un poco más arriba, aunque sin llegar con peligro a la meta de Diego López.
Se igualan las fuerzas
Con el juego más parejo, Dídac y Miguelón no tenían tanta profundidad como en el estreno liguero, Cabrera no mostraba su contundencia habitual, pero las otras dos líneas del equipo lo compensaban. Mérida y David López intentaban poner la pausa y buscar a los hombres más ofensivos. Y cuando no encontraban espacios se apostaba por finalizar jugada con un disparo lejano como en el caso de Mérida, en el 31’, o sacar el balón hacia atrás y volver a moverlo con velocidad buscando una grieta por la que poder sorprender. Los pocos huecos que dejaba la zaga bermellona propiciaban que De Tomás tuviera que bajar a recibir en más de una ocasión. Y esto no era una buena señal. En la recta final el Espanyol mejoró su imagen, pero siguió sin crear claras ocasiones ante un rival bien situado en el césped.
Se vieron sorprendidos
El Mallorca salió mejor tras el descanso. Más decidido. Apretando. El Espanyol se encontraba ante el primer contratiempo del curso. Sobreponerse a un equipo que le empezaba a superar. Le estaba costando demasiado sacar el balón desde atrás, ante la buena presión balear, y recuperar el control del partido. Y en unos minutos de algunas dudas volvieron las imprecisiones.
El encuentro no pintaba bien. Luis García Plaza le estaba ganando la partida al de Massanassa en el arranque del segundo tiempo, por lo que el técnico perico necesitaba agitar el partido. Y en el 58’ introdujo tres cambios (Marc Roca, Darder y Puado) para darle un giro a la situación. Pero no fue posible. Habían perdido las sensaciones iniciales. Les faltaba clarividencia y se veían obligados a estar más preocupados por defender que atacar. La presión inicial había desaparecido y el equipo se estaba partiendo un poco.
Al Espanyol no le salían las cosas y Moreno lo intentaba reconducir dando entrada a otro jugador ofensivo como Vargas. Pero el partido se ponía cada vez más feo. Y se complicó más con la expulsión de Roca. Se empezaba a firmar un empate que peligro. En un desajuste defensivo, el Mallorca pudo golpear con crueldad. Una contra llevada por Mboula pudo acabar en el fondo de las redes, pero Cabrera, en su mejor acción del partido, se cruzó con rapidez y seguridad para salvar un punto.
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