Actualmente no está en el primer plano de la actualidad deportiva, aunque sigue muy conectado a ella y pronto podría volver a estar en la estructura deportiva de algún equipo. Luis Fernández (Tarifa, 1959) fue clave para que el Espanyol salvara la categoría en la temporada 2003-04. El ‘machote’ fue genio y figura de un equipo que, pese a estar a nueve puntos de la salvación, logró una misión imposible de la mano de un técnico que con su carácter convenció a todos de que el objetivo era realizable. A sus 60 años sigue colaborando con algunos medios de comunicación y está con ganas de volver al ruedo. Nunca ha dejado de seguir LaLiga y, sobre todo, a los equipos a los que entrenó. Y en La Grada hemos querido hablar con él para recordar una salvación histórica, en la que el equipo se reforzó en el mercado de invierno, y que se certificó con ese inolvidable triunfo ante el Murcia en la última jornada.
¿Qué es de su vida?
Actualmente, como en los últimos años, sigo relacionado con varios medios de comunicación en Francia. Y por lo que respecta al fútbol, el Paris Saint Germain, donde trabajaba con jóvenes, fue el último club en el que estuve, pero lo dejé hace unos diez meses. Estaba contento con la labor que estaba realizando en su centro de formación, pero no me gustó la mentalidad del director deportivo. Trabajaba para que los jóvenes tuvieran las mejores condiciones para desarrollar su fútbol y no me agradó nada que quisieran hacer negocio con algunos niños. Hay que ser responsable. Y como no me gustaba lo que hacían, ya que lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás, preferí dejarlo.
Entonces, ¿esperando la llamada de algún club?
Sí, claro. Tengo ganas de volver a entrar en una estructura deportiva ya sea con jóvenes, como coordinador, director deportivo, asesor… Me han llamado algunos equipos, varios de ellos de España. (Sin ir muy lejos hace un mes se comentó que podía incorporarse al Valencia tras la reestructuración deportiva de la entidad). Me encuentro preparado y motivado para empezar un nuevo reto y aportar mi experiencia.
Pues en España dejó un gran recuerdo, sobre todo entre la afición del Espanyol. Y eso que ya ha llovido mucho desde esa agónica salvación en la temporada 2003-04.
¡Cómo pasa el tiempo! Recuerdo que cuando llegamos a principios de noviembre el equipo tenía muy pocos puntos y era el colista de Primera. Era una situación muy difícil; bastantes equipos han vivido momentos como ese y algunos no se han salvado. Había que reaccionar rápido. Y para ello lo primero y lo más importante era hacer grupo. Solo llegar me puse a hablar con cada uno de los jugadores, ya que quería conocer cómo estaban, qué sentían… todo sobre ellos. Hice un poco de psicólogo, ya que cuando no llegan los resultados los jugadores sufren una falta de confianza, y realizamos un pequeño stage.
¿El carácter del técnico es importante en situaciones como esa?
Sí. Yo tenía la suerte de que había entrenado durante cuatro temporadas al Athletic, antes de hacerlo en el PSG, y conocía el idioma y el campeonato. El grupo me acogió muy bien. Hicimos piña y trabajamos mucho el aspecto mental para que los jugadores pudieran sacar su fútbol y salieran a atacar. No había que pensar en defender, sino en marcar, ya que necesitábamos victorias. La mejor defensa es un buen ataque. Y los chicos lo hicieron de maravilla; unos aportaron su experiencia, otros la ilusión, pero todos unas ganas inmensas por revertir esa situación en la tabla. Cuando llegas con el equipo en descenso, lo más importante es ganar, aunque no juegues bien, para ir recuperando la confianza.
¿Cómo recuerda esos meses en el Espanyol?
Fue una gran experiencia y eso que jugábamos para salvarnos y en un campo como Montjuïc, con una pista de atletismo que hacía que el público estuviera más lejos de nosotros, algo que ahora no sucede con ese campo tan bonito que tiene el club. Guardo un gran recuerdo de esos seis meses, en los que lo vivimos todo con mucha tensión, ya que nos jugábamos mucho. ¡Cómo se vivieron esos goles de Tamudo y Lopo ante el Murcia el día de la salvación! Al acabar la temporada fue un error no renovar y no darle continuidad a esa bonita historia. Hace unos cinco años estuve en Barcelona y fui al campo; el Espanyol es un club histórico que tiene una gran afición.
¿Qué es lo más urgente ante una situación complicada como la que vivisteis?
Lo primero que se necesita es mucha motivación y que el grupo vea que el entrenador es el que más lo está y que llega con muchas ganas para cambiar esa dinámica. Tenía que transmitir seguridad en lo que íbamos a hacer para que todos creyeran que era posible lograr el objetivo, aunque estuviera complicado. Me sentía con mucha fuerza y con mi staff técnico trabajábamos para sacar algo positivo de cualquier situación. Insisto, hablé mucho con los jugadores. Por ejemplo, Maxi Rodríguez se quería ir y le hice ver que era importante, que tenía mucho talento y le necesitábamos; a Fredson también le expliqué cosas y nos ayudó… Y así con todos.
A los pocos días de que firmara, el club incorporó a Iván de la Peña. ¿Fue uno de los hombres importantes en la reacción del equipo?
Sí, pero hubo más. Iván solía tener problemas musculares, pero Di Blasi hizo un trabajo espectacular con él y lo puso en unas condiciones óptimas para que ofreciera un gran rendimiento. Tenía un gran conocimiento de todos los jugadores y a Iván lo puso perfecto. La mentalidad de todos era muy buena. Todos se implicaron desde el principio, otro caso fue Mustapha Hadji, al que fiché quedando cinco minutos para el cierre del mercado de invierno, llegó cedido por el Aston Vila y rápidamente se integró y ofreció un gran rendimiento; algunos no lo conocían, pero yo sabía perfectamente el rendimiento que nos podría dar.
Usted debutó en la jornada 11, con el equipo colista con 5 puntos a cuatro de la salvación y ahora el Espanyol está, tras la jornada 13, con solo ocho puntos a cinco de la permanencia. ¿Encuentra similitudes entre su etapa y esta?
Puede ser. Por mi experiencia considero que en momentos complicados como estos es muy importante el sentimiento de grupo; cómo vive el vestuario la situación, cómo se encuentra y si es capaz de hacer un gran esfuerzo. La mentalidad, el esfuerzo y la fuerza fueron muy importantes para mí.
¿Ante situaciones como estas todos los jugadores son importantes?
Sí, los futbolistas siempre miran al entrenador y te vigilan, y tú has de ser justo, les has de transmitir a todos el mismo discurso. En una plantilla de 25 jugadores están los que juegan y los que no lo hacen, y considero que en estos momentos difíciles los que no tienen minutos son los más importantes, y en el Espanyol me preocupé más por ellos. Si estos se caen del grupo y no suman, difícilmente se revierten estas situaciones.
¿Qué es más importante recuperar al equipo mental o físicamente?
Mentalmente y por eso lo primero es hablar con los jugadores y hacerles ver que es posible cambiar esa dinámica. Cuando llegué al Espanyol había buenos jugadores como De la Peña, Tamudo, Maxi… pero en general el equipo estaba sin confianza. Después hay que trabajar el aspecto físico.
Y en estos casos, para el aspecto físico, ¿jugar en Europa es positivo o negativo?
La actual plantilla lo tiene más complicado que la que yo tuve al estar jugando la Europa League. Aunque jugar una competición como esta siempre gusta, a veces no se puede llegar a todo y hay que priorizar según las necesidades. Esto lo dije en Bilbao el año que nos clasificamos para disputar la Champions League. Cuantas más competiciones tienes, más importancia cobra el grupo, ya que has de tirar de todos los jugadores para que el equipo se recupere bien. Jugar en Europa desgasta mucho y más cuando además estás abajo en la tabla. A veces piensas más en el partido europeo, ya que puede ser más atractivo, y te distraes de la liga, aunque debe quedar claro que el prioritario es el del fin de semana, ya que los clubes viven de la competición liguera.
Tras ganar el primer partido, en su segunda jornada, el equipo encadenó cinco derrotas seguidas y ahora Machín lleva tres. ¿Cuesta mucho salir de abajo?
Sí, demasiado. Al principio no es fácil. En Primera División todos saben jugar al fútbol, pero hay ocasiones en que los resultados no llegan. Y ante estas situaciones está la exigencia, el que todos tengan ganas de hacer el mismo esfuerzo. El grupo tiene que entrenar fuerte pero también que se respire un buen ambiente pese a la mala situación deportiva. En esos meses, muchas veces después de entrenar nos íbamos a comer todos juntos con las mujeres y eso era importante para fomentar las relaciones, y gustó mucho a la plantilla. Cuando estás mal se han de cuidar todos los detalles, como comer sano después de un partido, algo que si el equipo está arriba a veces no se mira tanto. Intentábamos poner todos los medios a nuestro alcance para que el equipo estuviera lo mejor posible en todos los aspectos.
Con usted en el banquillo el equipo no salió del descenso hasta la jornada 36. ¿Cuándo empezaste a creer que la salvación era posible?
Cuando llegamos la situación era difícil, ya que el equipo era colista a cuatro puntos de la salvación. Al principio nos costó arrancar (solo sumó tres puntos de 21, encadenando cinco derrotas seguidas) ya que incrementamos la distancia con los puestos de salvación (tras sus primeros siete partidos la permanencia estaba a nueve puntos). Y cuando empezamos a sumar seguíamos allí porque los demás también puntuaban. Estábamos centrados en nosotros, aunque de reojo mirábamos lo que hacían los demás. Estar en una situación complicada como esa es difícil si nunca la has vivido. Mentalmente no es fácil. Irnos viendo cerca del objetivo nos ayudó y animó. Tenía un grupo muy fuerte y Toni, actual entrenador de porteros del Tottenham, me lo decía bastante.
¿Qué sentiste al lograr un objetivo que estaba tan difícil?
Una gran felicidad. Cuando llegas al final y consigues el reto, viniendo de tan lejos y tras un camino duro y largo, sientes mucha alegría. Esa plantilla nunca engañó a nadie, nunca bajó los brazos, trabajaron al máximo y siempre creyeron que era posible quedarnos en Primera. Con una actitud muy positiva logró salir adelante. A Calzón le decía que teníamos un grupo muy honesto, muy profesional y con muchas ganas de cambiar esa dinámica, y eso me marcó. Y todo eso estuvo acompañado de una afición que siempre estuvo de diez.
Sobre todo fue clave el día del Murcia al meter a 51.700 espectadores en Montjuïc, ¿no?
Ese día fue impresionante, pero durante la media temporada que dirigí al equipo casi siempre hubo grandes entradas en Montjuïc. En ese partido nos ayudó mucho, ya que Jesús Pérez, que estuvo después en el Espanyol y ahora está con Pochettino, era el preparador físico de Toshack y preparó al equipo para que rindiera a tope, para fastidiarnos.
El que pudo darnos una estocada casi definitiva ahora es uno de los ídolos de la afición perica, Luis García.
Sí, con ese remate al larguero que pudo ser casi definitivo, ya que Tamudo no marcó hasta el minuto 70 aproximadamente (fue en el 71).
¿Cómo recuerda ese último partido de liga?
Antes del partido estaba seguro de que ganaríamos. Cuando vi al grupo antes de esa final, con una actitud muy positiva, pensé que no fallaríamos y nos salvaríamos. Me quedé muy tranquilo. Al final logramos el objetivo por el que el Espanyol nos fichó. Hubo mucha alegría, invasión de campo y es un gran recuerdo que tengo. Al llegar al club algunos nos decían que era casi imposible salvar al equipo, pero entre todos demostramos que en la vida no hay nada imposible cuando se trabaja con honestidad y entrega como hicieron los jugadores.
Estaba tan feliz que utilizó su camisa para torear tras el partido…
Era lógico que lo celebrara. Nos habíamos sacado un peso de encima. Toreé de la misma manera que lo hice en Bilbao cuando nos clasificamos para la Champions. Estaba muy contento por la afición, pero sobre todo por ese grupo de jugadores que era muy especial, que nunca se escondó y siempre estuvo de diez. Al Espanyol siempre le voy a desear lo mejor del mundo y espero que pronto encuentren fuerzas para remontar y salir de esta complicada situación.
En esa temporada la afición respondió como nunca. ¿Qué mensaje le mandaría?
Que se comporten como hicieron conmigo, estando de diez toda la temporada. Cuando un equipo está mal, el jugador nota el apoyo de su hinchada y por eso es importante que en los momentos complicados se levante, aplauda y anime a los jugadores. El equipo acusa cuando hay pitos en la grada o no ha gustado un once titular, y cuando estás abajo afecta muy negativamente. La afición puede y debe ayudar mucho en estas situaciones. Ha de ser más que nunca ese jugador número 12 que llegue donde no lo haga el equipo. Nunca olvidaré como estuvieron y nos ayudaron durante esos meses. Fueron muy grandes.