Este 2021 se cumplen 50 años de la fundación del Espanyol Femenino. Una sección que ha pasado por todos los estados posibles, desde el amateurismo a la profesionalización, volviendo a una realidad parecida a la primera etapa en determinados momentos, no hace muchos años. Etapas complicadas, días de vino y rosas, y una lucha contra equipos que han apostado claramente por el fútbol femenino con la total profesionalización de este deporte en clave femenina, en La Grada vamos a repasar durante las tres próximas semanas la historia del Espanyol Femenino con personas muy importantes a lo largo de los años.
Como en todas las historias, hay que comenzar desde el principio. Y para ello hemos contactado con dos de las pioneras del Espanyol Femenino, las cuáles han estado ligadas al club blanquiazul durante muchísimos años. Estamos hablando de Titi Camuñez y Rosa Pedrosa, que empezaron siendo jugadoras en 1970 y, a lo largo de los años, han acabado realizando todo tipo de funciones dentro de la sección. “Un buen día anunciaron en la radio que tres equipos, Espanyol, Sant Andreu y Atlètic Sabadell, estaban buscando jugadoras para formar sus equipos; el Barça ya estaba hecho. Jugaba a fútbol desde pequeña y el Espanyol me caía bien, así que me apunté a las pruebas del equipo blanquiazul”, explica Camuñez, que recuerda la gran expectación que despertó esa llamada. “Hubo cuatro o cinco convocatorias, cada una de unas 80 chicas; había mucho nivel. El primer entrenamiento fue en Sarrià, con Julián Arcas escogiendo a las chicas que iban a formar parte del equipo; él era el primer entrenador del equipo. Ese entrenamiento no pudimos acabarlo ya que una de las jugadoras se cayó en el foso de uno de los fondos del estadio”. Esa futbolista fue otra de las que acabaría quedándose en el equipo, Montse Domingo, una de las primeras en vestir la blanquiazul junto a Elisabeth Sánchez, Núria Oliva o Isabel Ruiz. “Nos convocaron al día siguiente en Piscinas y Deportes, y ahí ya se hizo la selección final. A mí me cogieron justo tras un remate de cabeza”, rememora Camuñez, por aquel entonces con tan solo 19 años. Poético que la cogieran tras ello, ya que sus remates acabarían siendo muy conocidos y la apodaron como ‘cabecita de oro’; en una temporada, llegó a anotar 32 de sus 60 goles de cabeza.
La creación de todos los equipos citados estaba pensada para la disputa de la Copa Pernod, una marca de licor que para muchos fue el verdadero creador del Espanyol Femenino, aunque no queda muy claro. Era un cuadrangular formado por los tres equipos creados para la ocasión más el Barça, pero antes de ello se jugó un amistoso de preparación en Roda de Ter ante el equipo local. “Ellas llevaban bastante tiempo jugando, pero nosotras éramos ‘chicas elegidas’. Pensábamos que nos pasearíamos, pero nos metieron un 7-1”. Pese a ello, ganaron en Sarrià ante el Atlètic Sabadell (2-1) y se metieron en la final de la Copa Pernod, la cual se jugó en el Camp Nou ante 40.000 espectadores, todo un acontecimiento. “Al principio, la gente venía a vernos por la novedad, y sorprendimos jugando buenos encuentros. Pero a la larga nos decían de todo, verdaderas barbaridades”, afirma Rosa Pedrosa, que a diferencia de Titi no fue titular en la final del torneo ante el Barça. “Fuimos mejor que ellas y ganamos”, explica Camuñez, que marcó uno de los goles de la victoria por 2-1. Así es, el primer derbi femenino tuvo color blanquiazul.
El Espanyol Femenino, sorteando las dificultades
Esa Copa Pernod fue la semilla del fútbol femenino y del Espanyol Femenino, que inicio sus días bajo el nombre de CD Español sin ni siquiera reconocimiento del club. “Todo lo hacíamos nosotras. Íbamos a los campos en coches particulares, cada temporada teníamos que buscar un terreno de juego diferente para poder entrenar y jugar, nos comprábamos nosotras la ropa, hablábamos con la gente para poner carteles y anunciar los partidos, vendíamos papeletas de lotería para subsistir…”. Son palabras de Fina Torres, que se adentró en el equipo en la temporada 1974-75. “Hice de todo, pero nunca le he dado una patada a un balón”, afirma entre risas, ya que muchos piensan que llegó a ser jugadora.
Pero antes de la entrada de Torres como una de las personas más polivalentes de la historia del Espanyol Femenino, se disputan las primeras competiciones. “Durante el verano de 1971 jugamos muchos amistosos por toda Catalunya, muchos pueblos nos cedían sus campos. Ahí ves que puede tener continuidad y en 1971 se crea la primera competición más o menos larga”, señala Rosa Pedrosa. Ese torneo, que pasó a ser conocido como la primera Liga Catalana, duró cuatro campañas y el Espanyol lo ganó en tres ocasiones.
La citada Fina Torres entró en el Espanyol Femenino en la temporada 1974-75. “La familia de la peletería en la que trabajaba era perica, y una amiga jugaba en el Catalunya. Ella también lo es, de perica, y un día jugaron contra el Espanyol. Fui a ver el partido y charlando con la familia Domingo, una de las que se encargaba de la sección, entré a colaborar”, desvela Fina Torres. No solo los Domingo ayudaban a que el proyecto siguiera adelante; eran muchas familias más. “La familia Oliva, Ruiz, el padre de Titi… todos ellos ayudaron mucho”, señala Pedrosa.
Pero lo que realmente significó un paso al frente fue la entrada de Fina Torres. “Fui a ver a Manuel Meler, presidente del Espanyol, para que nos cediera los estatutos”, indica Torres; ello sucedió en 1981, año en el que la sección se reconoció como Real. “Juan Segura Palomares y Pepe Mauri me ayudaron mucho”. También ese año la Real Federación Española de Fútbol reconoce el fútbol femenino, pero no daba ayuda alguna. “Íbamos representantes de Espanyol, Barça y Sabadell a Madrid, en coches particulares y pagándonos todo de nuestro bolsillo, a las puertas de la Federación para reunirnos. Conducíamos toda la noche”, añade Torres, que cuenta que “hice de todo, desde lavar la ropa de las ‘niñas’ hasta hacer de presidenta cuando íbamos al extranjero”, relata. Y es que, mucho antes de conseguir los reconocimientos citados, el Espanyol Femenino participó en su primer torneo en el extranjero: en la Semana Santa de 1976 jugaron en Francia. Una gran experiencia, pero deportivamente el fútbol femenino europeo estaba a otro nivel. “Nos llevaban 20 o 30 años de ventaja. Ellas eran mucho mejores que nosotras. No pudimos hacer nada”, dijo Torres en una entrevista realizada con el diario ‘As’ en 2006.
Hubo también tiempos complicados. Tras muchos años de éxitos –pese a que el equipo nunca pudo ganar la Liga Nacional creada en 1982; lo máximo, un subcampeonato en 1986–, el Espanyol descendió en 1989, pero regresó a la élite una temporada después. Lo hizo con fuerza, pese que el club poco colaboró y como mucho las jugadoras podían vestir la ropa de la entidad y utilizar los balones que les cedía Pepe Mauri. Pero lo que no cambiaba era su penitencia por diversos campos de Barcelona e, incluso, sufrió el robo de sus arcas por parte del delegado en la 1993-94. Fue la última mala noticia antes del despegue de la sección con la primera Copa de la Reina en 1996.
El Espanyol en estado puro, las chicas buscándose la vida ha sido un constante en la historia del femenino, estas pioneras (sin entrar a valorar la gestión posterior de algunas de ellas) tenían mucho mérito, buscando los recursos, perdiendo horas y dineros, aguantando todo tipo de comentario típico de los últimos años franquistas y como ha sido la tónica general el club mirando para Cuenca (y ya si miramos los trofeos del club más de la mitad son del femenino…si no se los vendieron al chatarrero claro). Ganas de continuar leyendo la historia pero tengo claro que sigue la misma tónica, una sección con grandes éxitos que ha sido despreciada por el club constantemente y que se ha mantenido por la ilusión de un grupo de gente que ayudaban desinteresadamente.