El Espanyol ha vivido en Vallecas cosas bonitas. Por ejemplo, la reaparición de Víctor Álvarez seis meses después de ser operado del corazón. En aquel mismo partido, en noviembre de 2013, Sergio García marcó el que ha sido su único hat-trick como profesional. Aquel día se ganó por 1-4. Una temporada antes se vivió una alegría que, aunque fue únicamente rayista, la afición perica la compartió porque tuvo a Tamudo como protagonista. En el descuento de la última jornada de liga, contra el Granada, Vallecas acogió su propio Tamudazo. Acababan de conocer lo mucho que puede dar un jugador como Tamudo.
Esta será la segunda vez que el Espanyol visite Vallecas en Segunda. La primera fue en la temporada 1969-70. Y fue también la vez primera que ambos clubes se enfrentaron. Este domingo será la trigésimo séptima ocasión que se vean las caras, con un balance muy positivo para el Espanyol hasta ahora (17 victorias, 13 empates y 6 derrotas). En esa ocasión era la también segunda vez en la historia que el club blanquiazul probaba el amargo sabor de la categoría de plata.
Un sueño y una obligación
Después de un claro 3-1 en la ida con un doblete de José María y un tanto de Lico, llegaban a la jornada 33 los dos con opciones de subir a Primera. Para el conjunto que entrenaba Rafael Iriondo, en el puesto tras sustituir al chileno Fernando Riera, ascender era una obligación, como lo es ahora. Para el Rayo Vallecano una ilusión, un sueño, una quimera, prácticamente. Aunque al menos ese día, ese soleado pero ventoso domingo primaveral en el que Vallecas ya de buena mañana vibraba por agarrarse a ese último tren, las opciones eran reales.
Pedro Roiz, el entonces presidente del club vallecano, llevaba años pronosticando un ascenso que no acababa de producirse. Esta vez, sin embargo, lo tenía mucho más claro. Incluso hacía la cuenta de la lechera y le salía que subían. Además del todopoderoso Sporting de Gijón de Quini, que marcó 24 goles aquel curso, Roiz aseguraba que subirían el Málaga y su Rayo. En la clasificación les seguirían Espanyol, Betis y Oviedo, con 46 puntos, uno menos que Málaga y Rayo. En su cabeza tenía todo el sentido del mundo porque pronosticaba que los blanquiazules ganarían al Orense y al Ilicitano en Sarrià pero empatarían en Castellón y Murcia y, evidentemente, perderían en Vallecas y también en Oviedo. El técnico del equipo madrileño, Manuel Peñalva, era bastante más precavido. Para empezar, consideraba que las “posibilidades de ascenso” eran “muy pocas”. Y luego creía que “el partido del domingo es quizás el más difícil de la temporada y, desde luego, el más difícil de cuantos nos quedan por jugar”. Aunque proseguía diciendo que “a nadie se le oculta que el Espanyol es todo un Primera división… venido a menos. El club, el equipo, sus jugadores, son de Primera, aunque no ha respondido a lo que de él cabía esperar”. Y, de hecho, calificaba de “decepcionante” el rendimiento de los pericos lejos de Sarrià. Algo que les daba esperanzas para sumar dos puntos, y más aún con la racha que arrastraban los de Iriondo, que venían de perder contra el Córdoba y empatar contra el Málaga. Por eso Amas, en la previa, decía que iban con la intención de romper la racha.
Un viaje al pasado
En realidad, aquel partido entre el Rayo y el Espanyol no tuvo mucho misterio. Acabó en un soso 0-0 que debió ser, por ocasiones de gol y según las crónicas de entonces, una goleada del equipo barcelonés. No tuvo más misterio pero es un buen reflejo de cómo eran aquellos tiempos, de qué males sufría el Espanyol y de cómo enfocaba el futuro el conjunto de Vallecas. Era la primera vez que ambos clubes cruzaban caminos y en los medios barceloneses se notaba. Ir a la periferia de Madrid era casi una experiencia exótica. “Si dejamos aparte la bastante aceptable hierba que lo recubre todo, lo demás da la sensación de como si el tiempo se hubiera detenido en esta buena barriada madrileña, tan típica, que una vez más se ha volcado tratando de apoyar a su Rayo, que por lo que hoy he visto en el campo, me parece que tiene más nombre que hechuras… como muchas veces sucedía con los clásicos chulos de las típicas tabernas del lugar en otros tiempos”, escribía el cronista de ‘Mundo Deportivo’, quien además reconocía que el Campo de Vallecas, con las 12.000 localidades ocupadas y donde “corrían numerosas botas de vino en la grada”, le había quitado “veinte años de encima como espectador de fútbol”. Aquel estadio era el Campo de Vallecas, donde jugaba el Racing de Madrid y que precedió al actual Estadio de Vallecas. En él jugaron hasta el 72 y fue demolido sin haber conocido la Primera.
Los goles de Re
De los Cinco Delfines quedaban cuatro: Amas, Cayetano Re, Rodilla y José María. Porque tras el descenso Marcial fichó por el Barça. Aquella temporada los goles dependían de Re, que aquel día de Vallecas anduvo con la pólvora mojada. En total, el paraguayo anotó 17 goles, uno más que Rafa Marañón, compañero en la delantera del ya mencionado Quini, el único que logró superar a Re. Por detrás de Marañón quedó Dueñas, del Rayo, que contra el Espanyol jugó de titular pese a estar visiblemente lesionado, en un “espectáculo deprimente” que llevó críticas hacia Peñalva.
Al final eso, un 0-0 con poca gracia pero con mucha historia, pues unos empezaban a soñar con la que sería una categoría que al final, en 1977, alcanzarían, y los otros ansiaban abandonar una división a la que sabían que no pertenecían pero por la que sufrieron para abandonar. Aquel empate alejó las aspiraciones del Rayo y acercó, pese a las victorias de Betis y Málaga, las obligaciones del Espanyol, que acabó volviendo a Primera junto a los malacitanos y los gijonenses. De tres, Roiz acertó dos.