Aprovechando la celebración de los 100 partidos de Liga en Cornellà hemos querido entrevistar a los tres presidentes para que nos den sus impresiones sobre el Power8 Stadium. Daniel Sánchez Llibre fue el que presidía el club el día de la inauguración.
El estadio fue su gran obra pero ahora reniega un poco de él…
Renegar no, nunca. Yo nunca reniego de nada de lo que he hecho para el Espanyol. El estadio se hizo con toda la ilusión para restablecer el patrimonio al club que se perdió con la demolición de Sarrià en el 97 y la ilusión era máxima. Las dos primeras temporadas fueron fantásticas. Pero, por lo que sea: la crisis económica, los horarios… el equipo no ha enganchado y el espectáculo ha bajado. Del 2001 al 2009 le dedicamos muchas horas a la construcción del campo y después de cinco años hemos bajado en socios.
¿Seguro que no lo volvería a hacer?
Depende de la situación, si estuviéramos como ahora, no. Lo hicimos en unos años en que había otro escenario, había alegría económica. Hoy día sería muy complicado, no solo para el Espanyol, sino para cualquier club español desarrollar un proyecto de la magnitud de este.
El estadio está tan ligado a Dani que hasta se casó en él, ¿qué sintió ese día?
Es cierto, cuando cumplí 60 años. Aunque llevábamos 15 años viviendo con Eli, no nos habíamos casado y aprovechamos la ocasión. No celebré ni los 40 ni los 50 y me apetecía hacer una fiesta e inauguramos ese tipo de eventos para promocionar el estadio. Hicimos un simulacro de boda, que luego ratifiqué en el juzgado de Vilassar. Fue una gran fiesta.
Si pudiera ¿qué cambiaría o que le añadiría al estadio?
Cambiar, nada. Es perfecto, o casi perfecto, perfecto del todo no hay nada. No se le puede cambiar nada. La grada es la envidia del país, además no estamos para añadir nada porque vivimos en época de restricciones. Se podría ampliar en 3 ó 4.000 localidades pero viendo cómo caen los abonos… la afición que no renueva no está por la labor.
¿Lo mejor y lo peor del Power8 Stadium?
Lo mejor, todo. El terreno de juego, la grada, las instalaciones…
Lo peor, los accesos. Los sábados que coinciden con el Splau abierto son un drama. Desde casa alguna vez he tardado una hora y media en llegar. Este año no hemos jugado en sábado todavía, afortunadamente. Se ha gastado una fortuna y no hemos conseguido solucionar lo de los accesos.