El 8 de julio, tras la derrota en el Camp Nou, todos los pericos empezamos a hacer números, fantaseando sobre cuánto nos pagarían por algunos jugadores, quiénes se quedarían por compromiso, los que serían diferenciales en Segunda, y a cuántos podríamos retener. Por entonces ni el más optimista esperaba que, de los jugadores con más cartel del equipo, solo se iría Marc Roca al Bayern. Años atrás, gracias a la inflación de los derechos televisivos y a la globalización de las ligas europeas, los clubes se podían permitir cada año doblar su apuesta deportiva invirtiendo en el mercado de fichajes. Las grandes ligas gastaban más cada año, hasta el punto que LaLiga había pasado de gastar 502 millones de euros en fichajes el verano de la 2016-17 hasta 1.330 millones en solo tres años. Cada campaña leíamos en todos los diarios deportivos que un equipo de Primera había realizado el fichaje más caro o que tenía la plantilla más cara de su historia. Sin ir más lejos, el Espanyol, en los últimos años, había ido batiendo récords: Borja Iglesias (10 millones), Monito Vargas (10,5) y Raúl de Tomás (20+2).
Con estas condiciones, el descenso debería de haber convertido al Espanyol en uno de los objetivos más apetecibles de Europa y la plantilla debería de haber sufrido una extensa renovación. Pero este año el mercado de verano ha estado marcado por la situación económica de los clubes que, por culpa del COVID-19, han visto peligrar su modelo de negocio. Ya al inicio de la pandemia muchos expertos económicos apuntaban una caída del 30% de los traspasos a nivel mundial, datos que se han quedado cortos. En Primera se pasó de invertir 1.330 millones en la 2019-20 a 411 millones al cierre de este mercado de verano, un 70% menos. De hecho, el 76% de los pases de jugadores ha sido a coste cero. Esta poca inversión se debe al férreo control financiero de LaLiga, vigente desde 2013 con el famoso límite salarial. Muchos equipos han visto cómo el límite salarial se les reducía en un 30% cuando más del 70% restante lo tenían comprometido en la plantilla, lo que provocó que se quedaran sin margen para fichar.
Cuadrar cuentas
En el caso del Espanyol, la reducción ha sido más drástica como consecuencia del descenso de categoría: se ha pasado de unos ingresos totales de más de 100 millones a unos ingresos de aproximadamente 50 millones y, como consecuencia, el límite salarial ha pasado de 86 millones a algo más de 40, obligando al club a hacer un esfuerzo para cuadrar cuentas. A este importe se ha llegado gracias a una serie de movimientos: la venta de Marc Roca al Bayern y Pipa al Huddersfield Town que, al ser canteranos, no cuentan con amortización y todo es beneficio para la entidad, la reducción salarial de los jugadores que llegaron en el mercado de invierno, las renovaciones a la baja de jugadores como Diego López, Dídac y Wu Lei, y las reducciones de salarios altos como los de Sergi Darder y David López. Sin todos estos movimientos, el club no se podría haber reforzado con los fichajes de Miguelón, Óscar Gil, Fran Mérida, Keidi Bare y Vadillo. Al final el club se ha quedado con un solo goleador, pero con estas limitaciones era muy difícil buscar un complemento de nivel.
Una plantilla de Primera
Con el mercado ya cerrado la entidad perica está ligeramente por encima del límite salarial. Esta situación no es alarmante ya que el plazo para estar en positivo expira el 30 de junio y aún queda el mercado de invierno, en el que probablemente haya más transacciones de lo habitual. El Espanyol todavía cuenta con una plantilla muy atractiva para el resto de clubes. A día de hoy es la decimocuarta plantilla con más valor de España (81,10 millones), por encima de algunos equipos de Primera como Osasuna o el Eibar y muy lejos del Almería, que es el segundo equipo de Segunda, con 50,80 millones, con mayor valor de plantilla. Igualmente, en caso de llegar a dicha fecha con el límite sobrepasado, no habrá sanción económica pero sí perjudicaría el límite de la siguiente temporada. Por ello será importante que el club sepa retener a los jugadores que crea indispensables para al ascenso y a su vez sacar un rendimiento de los que no. Vender una pieza importante en el esquema de Vicente Moreno en invierno puede ser muy peligroso y más si es un jugador que no tenga un recambio natural en la plantilla.
Subir en un año
Se podría resumir que este ha sido un mercado bueno de la dirección deportiva, si se tiene en cuenta la situación global del mercado de fichajes. Aunque muchos pericos pedían una revolución total de la plantilla, hay que tener en cuenta que el precio de los jugadores ha caído en picado tanto por el descenso a Segunda como por la situación económica. Al no haber podido llevar a cabo una revolución grande y hacer una rebaja salarial más acorde con la situación del club, el Espanyol se ha jugado el ascenso a una bala y ha usado la ayuda por el descenso, de cerca de 30 millones, para poder mantener la plantilla de la temporada pasada. Si el club no consigue ascender esta temporada, la gran mayoría de los salarios serán totalmente inviables para la categoría de plata puesto que se perderá la ayuda al descenso y, en ese caso, el precio de los jugadores caería en picado al tener salarios elevados y no haber conseguido el ascenso. Si a esta ecuación le sumamos una sanción por rebasar el límite salarial estando la temporada que viene en Segunda, la dirección deportiva se vería en una seria encrucijada. Si se asciende como esperado, se habrá dado un paso atrás para dar dos adelante.
En primer lugar, estremos todos de acuerdo que no deberíamos estar donde estamos, ahora bien, dentro de la situación y, con la patética temporada que hicimos, estamos donde tenemos que estar. La clave es seguir tal y como vamos, sin bajar las revoluciones, dando lo máximo, exigirnos ser campeones, se acabó el conformismo reinante durante tantos años de nuestra historia.
Éste y no otro es el auténtico camino. Ahora más que nunca pit i collons.