Hay algo en él que le diferencia del resto de compañeros. Cuando Melendo coge el balón la concentración del aficionado aumenta. Se espera que haga algo. Posee las virtudes de crear entre espinas, de ver en la oscuridad. De él se espera tanto que fue una de las grandes decepciones la pasada campaña.
El listón estaba alto. La temporada anterior, con Rubi al mando, fue una de las mejores noticias. Fue la viva imagen de lo que era ese Espanyol: alegría, ingenio, atrevimiento. Empezó alternando titularidades con suplencias hasta que el técnico de Vilassar interiorizó que el zurdo era imprescindible para conectar las ideas de Marc Roca y Sergi Darder con las botas de Borja Iglesias. Era el nexo de unión entre la medular y la delantera. Parecía el año de su consolidación en Primera.
Y es que el protagonismo de Melendo ha ido en aumento con los años. Empezó tímidamente con Quique Sánchez Flores. De los 11 partidos en la primera temporada a los 18 en la segunda. De 308 minutos a 685. En él se veía virtuosismo, pero aún estaba verde.
Verde lo veía también Rubi hasta que le dio plena confianza y libertad para moverse por el interior. Melendo entendió a la perfección la idea y el esquema y el sistema cambiante y se inmiscuyó entre líneas para poner en jaque a las defensas rivales. En la campaña 2018-19 acabó jugando 32 partidos en liga, 22 de ellos como titular, 1995 minutos en total. Y el equipo acabó clasificado para la Europa League, con uno de los juegos más vistosos.
La temporada pasada se preveía exigente para el zurdo. Partía con la aparente ventaja de conocer a David Gallego de su etapa en el filial. Pero la realidad es que ya desde un inicio se vio que no encajaba en el sistema. Gallego le colocaba en una posición muy rígida, escorado en banda, sin libertad de movimientos y con demasiadas responsabilidades defensivas para un jugador que ni por físico ni por conceptos se desempeña bien en esas funciones. Melendo, que pedía más responsabilidades, se fue apagando por los resultados del equipo y por su propio rendimiento. No se gustaba y no acabó de convencer ni a Pablo Machín ni a Abelardo. Jugó 24 partidos en total, solo 12 como titular y un total de 1106 minutos.
La llegada de Vicente Moreno debe ser un punto de inflexión para Melendo si no quiere estancarse. Tiene la presión de demostrar en un ambiente más hostil como es Segunda, pero coincide con un técnico que bien emplea un 4-2-3-1 como un 4-3-3. El zurdo puede volver a hacerse importante si consigue hacerse un hueco como mediapunta o volante. Si consigue, al fin y al cabo, apropiarse de nuevo del carril central. Es el mejor receptor del equipo y tiene la habilidad de girarse muy rápido en espacios muy pequeños. Además, a priori, el Espanyol será dominante en más partidos que en Primera, y Melendo se siente cómodo con la posesión, no tanto con el juego en largo.
Si algo tiene que mejorar, no obstante, es la consistencia. En cuatro temporadas en Primera solo ha completado nueve partidos enteros. Y no ha conseguido más que un gol. No es un goleador, pero muchas de las opciones de ascender pasan porque vuelva a ser un jugador determinante.