La derrota del Espanyol en Vallecas, la victoria del Rayo y el Málaga y los empates de Sporting, Fuenlabrada y Mallorca la última jornada han apretado la clasificación hasta el punto que los seis equipos de cabeza están separados por solo tres puntos, de los 13 de pericos y asturianos a los 10 del Málaga, algo que en principio contrasta con el mantra mantenido desde el inicio del campeonato de que la abismal diferencia de presupuestos y de valores de plantilla convertirían la competición en prácticamente un paseo militar para los de Vicente Moreno. El hecho de que equipos como el Almería, segundo en el apartado de cotización total de sus jugadores después de construirse a base de talonario durante el verano ya desmentiría de por si este mantra, pero si nos centramos en la situación del Espanyol parece que esta reiterada etiqueta de favorito que le han asignado tanto los seguidores blanquiazules como el resto de conjuntos de la categoría por ser el cuadro más potente, en el plano económico, de Segunda División, entra en contradicción con la forma de jugar del equipo. Tras el partido de Vallecas, que el mismo Moreno admitía no había sido el mejor de los suyos, se ha abierto el debate sobre si debería o no renunciar a algunas de sus señas de identidad, lo que nos lleva a preguntarnos, ¿realmente
Viajamos a la 2015-16 para comprobar que disputadas las mismas seis jornadas que en la actualidad lideraba la tabla el Osasuna con 13, 2 más que el Elche y el Nàstic que entonces entrenaba Moreno. 6º era el Lugo con 10, y había tres equipos separados por tres puntos. Acabó siendo campeón el Alavés con 75, y el entonces líder Osasuna acabó 6º con 64, quedando el Nàstic 3º con 71, a 4 de los babazorros y tres del Leganés. Centrándonos en el conjunto grana que acababa de subir de 2ª B fue desde el principio de la temporada el equipo revelación jugando una promoción de ascenso en la que no pudieron superar precisamente a Osasuna; el equipo de Moreno lo hizo casi todo a la perfección, pero falló en el peor momento y se quedó a un paso de subir a Primera. Del anterior curso en que los gran ascendieron de categoría sólo perdieron a Lago Junior y VM conservó a la mayoría de sus soldados como Manolo Reina, Xavi Molina, Mossa, Pablo Marí, Marcos, Rayco o Jean Luc. El preparador siguió un libreto que recuerda al que está aplicando ahora con una idea muy clara de cómo debía jugar para lograr destacar en una de las divisiones más competitivas e igualadas a base de un juego muy trabajado, sobre todo en la parcela defensiva y confiando en una gran pegada arriba. En los seis primeros partidos, el equipo tan solo sufrió una derrota y fue en campo de uno de los presumibles aspirantes al ascenso, el Elche. Tras ganar 1-3 en el partido que cerraba la primera vuelta el campo del Alavés, que como hemos dicho acabó campeón, estuvieron nada más y nada menos que 12 partidos sin conocer la derrota -seis empates y seis victorias- haciéndose muy fuertes en casa, donde en todo el curso sólo perdieron dos encuentros -Alcorcón (0-2) y Lugo (1-2)-. Los de Tarragona se quedaron a las puertas del ascenso directo en la última jornada porque no acompaño el resultado del Mirandés-Leganés -ganaron los pepineros 0-1- y no pasaron del empate en casa frente al Alavés. El balance en la liga regular, siete derrotas (cinco de ellas fuera de casa), siendo el equipo que menos encuentros perdió de toda la categoría. Al buen balance defensivo cabe sumar el acierto arriba, siendo el tercer equipo más goleador de la temporada (empatado con el Numancia) solo por debajo del Leganés y Córdoba, con 59 goles cada uno.
Como recordaremos, la siguiente temporada los malos resultados hicieron que Moreno dejase el cargo en la jornada 19. El siguiente verano fichó por el Mallorca, que acababa de bajar a Segunda B; tras arrasar en su paso por la categoría de bronce como era de esperar por historia y presupuesto -fue el primer equipo en clasificarse para los playoff, el primero en ser campeón de grupo y dominó el Grupo III con una ventaja de ocho puntos sobre el Villarreal B, quedando campeón con una jornada de antelación- Moreno consiguió también por la vía rápida el regreso a Primera a pesar de ser tan sólo el décimo límite salarial de la categoría. Aquella temporada llegados a la sexta jornada el líder era el Málaga con 15 puntos, uno más que la UDLP; en cambio, el Mallorca era 6º con 10 puntos tras tres triunfos, un empate y una derrota. Al final el campeón fue el Osasuna con 87 mientras que el Mallorca acabó 5º con 69, pese a lo cual fue el único de los equipos clasificados para el play-off que consiguió el ascenso remontando un 2-0 adverso ante el Deportivo en la final del playoff. En aquella aventura en que también confío en soldados como el mismo Reina, Sastre, Raíllo, Salva Sevilla o Lago Junior arrancó con dos victorias consecutivas ante Osasuna y Rayo Majadahonda, y a pesar de que hubo momentos difíciles durante la temporada, sobre todo a domicilio, donde apenas ganó en cuatro ocasiones -en cambio, convirtió Son Moix en un fortín- en todo el curso no abandonó los puestos de privilegio: nunca cayó en toda la temporada más abajo del noveno y en las diez últimas jornadas no solo no abandonó los puestos de promoción sino que hasta acarició el objetivo del ascenso directo. Perdió la posibilidad precisamente ante su antiguo equipo, el Nàstic, ante el cual cayó en Tarragona a pesar de que los grana ya estaban desahuciados; pese a la decepción supieron sobreponerse y acabaron quintos con 69 puntos, deshaciéndose en las posteriores eliminatorias a Albacete y al conjunto gallego. En Mallorca Moreno apostó por la presión alta y a las transiciones rápidas, pero no tuvo reparos en replegarse cuando no robaba la pelota en los primeros instantes o buscar el juego directo hacia sus delanteros referencia, Abdón, Álex López o Budimir.
El Mallorca quiso reflejar aquella temporada del ascenso con un documental, “Un plan perfecto”, que revela un proceso que ahora Vicente Moreno desea repetir en el Espanyol
Sou uns merdes, ja comenceu a desestabilitzar. Portem 6 jornades copon i anem liders.