Volvió el fútbol profesional a Las Gaunas después de más de dos décadas de ausencia. La UD Logroñés consiguió el ascenso a LaLiga SmartBank tras una temporada inmaculada en Segunda B y una promoción sellada por la vía rápida contra el CD Castellón, otro rival de la competición.
Hablar de la UD Logroñés, próximo rival del Espanyol, es hablar de proyecto. Un proyecto en mayúsculas; serio, sólido y consolidado. Algo muy poco común en el fútbol de hoy en día y mucho menos en categorías como la Segunda B, donde prima la inmediatez de los resultados y el cortoplacismo por encima de cualquier otra cosa. Ganar, ganar y volver ganar desde el primer partido, y si esto no es posible, cambios, cambios y más cambios, hasta conseguir el objetivo que, curiosamente, se resiste una y otra vez cuando los clubes quieren tener más prisa que pausa. Es por este motivo que lo que ha conseguido el Logroñés esta pasada temporada tiene mucho mérito, pues el hecho de ascender al fútbol profesional habla muy bien de cómo está gestionado el club en todas sus áreas. Hablar de la UD Logroñés es hablar de proyecto. Más de tres años con el mismo entrenador, Sergio Rodríguez, riojano de 42 años que también vistió la camiseta del equipo que ahora dirige. Está realizando una labor excelente junto a la Secretaría Técnica, que trabaja mano a mano con el técnico para proporcionarle desde el primer día las mejores herramientas dentro de sus posibilidades.
Tras un inicio algo irregular del Logroñés en cuanto a resultados, también por un calendario complicado, mostrando un nivel competitivo elevado en muchas situaciones de juego, la mayoría defensivas, pero con poca contundencia en ataque, consiguió una dinámica muy buena de seis victorias consecutivas con 9 goles a favor y cinco a porterías seguidas. Pudo asegurarse un colchón de puntos importantes (ahora mismo tiene 23, ocho por encima del descenso) para gestionar mejor el calendario hasta fin de año. Justo lo que necesitaba para afrontar un tramo, de nuevo, muy complejo por el nivel de los rivales (Mallorca y Rayo Vallecano lejos de Las Gaunas) y la acumulación de partidos. Una carga de minutos que ha condicionado, como no podía ser de otra manera, la respuesta física de un Logroñés que, a diferencia de otros equipos, no tiene la capacidad para presentar dos onces distintos e igual de competitivos en tramos tan exigentes de la temporada. Así lo planteó Sergio Rodríguez en un mes de noviembre muy intenso, apostando por un once bastante fijo, sobre todo en defensa, muy consolidada con Iago López, Bobadilla, Gorka Pérez, Álex Pérez, Clemente e Iñaki Sáenz, y sin rotar demasiado, a excepción de los cambios obligados por lesión y algunas modificaciones en ataque. Hablando de lesiones, el Logroñés ha incorporado esta semana a Dani Giménez, un veterano guardameta para suplir de urgencia la baja de los tres porteros de la primera plantilla: Santamaría, Miño y Yari.
Pero en las últimas jornadas, el Logroñés ha perdido la condición de equipo sólido, rocoso, competitivo e incómodo y tras la derrota en Montilivi, la cuarta consecutiva, ha confirmado, por si no lo estaba ya, una mala dinámica de juego y resultados. Es la primera vez que acumula cuatro derrotas esta temporada, aunque todavía tiene un margen importante (+8) sobre el descenso que marca el Castellón.

Sergio Rodríguez es un entrenador intervencionista. Capaz de leer y rectificar durante los partidos, desde cambios en el dibujo táctico o en el perfil de los jugadores para interpretar otros registros. Con más más o menos acierto, siempre suele buscar un cambio de tendencia. Pese a contar con medios suficientes para proponer un modelo más asociativo (es de los equipos con mayor porcentaje de acierto en el pase (81%), aunque con menos posesión (48%)), el Logroñés suele potenciar una versión algo más reactiva en su juego, sale rápido a la contra y tiene armas suficientes para correr, asumiendo también el nivel de los rivales y su capacidad para tener el balón. Ha jugado la mayoría de partidos con línea de cuatro atrás, pero también ha planteado una línea de cinco defensas en determinados partidos; Girona, Fuenlabrada, Tenerife y Cartagena, equipos que suelen jugar con dos delanteros o que tienen mucha presencia física en ataque. Aun así, Sergio Rodríguez también utiliza este dibujo como un recurso durante los partidos, y su interpretación cambia en función de las necesidades, ya sea para proteger el área y conservar el resultado (más defensivo) o para someter en ataque y acercarse a los puntos (más ofensivo).
El Logroñés presenta algunos nombres propios que pueden tener protagonismo contra el Espanyol. Enrique Clemente, cedido por el Zaragoza, central zurdo recién convocado con la U21 española y con buena salida de balón. El capitán Iñaki Sáenz, experimentado lateral o carrilero izquierdo, con proyección ofensiva y un gran centro lateral; es el lanzador principal del balón parado. Andy Rodríguez, medio centro organizador, creativo y dinámico, buen desplazamiento largo y máximo goleador del equipo con 5 goles. Mateusz Bogusz, cedido por el Leeds United, la estrella de Polonia U21; media punta con presencia física, nivel técnico alto, llegada, cambio de ritmo y buena visión de juego. Rajiv van La Parra, fichado libre a mediados de noviembre, extremo zurdo holandés con experiencia en la Championship, Premier League y Eredivise, entre otras; muy potente con espacios, buena conducción, desequilibrio y recursos técnicos. Además de Leo Ruiz, una de las grandes apuestas de la Secretaría Técnica del Logroñés; Delantero centro que ha llegado cedido del Sporting CP. La temporada pasada defendió la camiseta del Varzim SC portugués, cedido también por el Sporting de Lisboa, donde sumó 14 goles en 23 encuentros. Es su primera experiencia en el fútbol español y una de las grandes apuestas del Logroñés. Muy móvil y dinámico, le gusta recibir en el centro del campo y atacar en profundidad. Se desenvuelve bien dentro del área y es un gran rematador. Segundo máximo goleador del equipo con cuatro goles.