No se pudo cumplir el dicho de entrenador nuevo, victoria segura. Pero el Espanyol, pese a no poder puntuar, mejoró sus sensaciones respecto a los últimos partidos, aunque la falta de puntería y la mala suerte en algunos momentos impidieron que la era Machín empezara con un buen resultado. La mejoría en el juego no se vio recompensada en el marcador y los blanquiazules siguen sin puntuar ante su afición después de cinco partidos en casa. Pero, aunque algunos puedan pensar que la vida sigue igual, ayer se pudo ver que este equipo ahora sabe a lo que juega y solo falta tiempo y gol para que vaya a más.
Había muchas ganas de ver al Espanyol de Machín y aún más tras ver la primera alineación del técnico en la que apostaba por una de las perlas de la cantera, Víctor Gómez. Tanto el equipo como la afición, conscientes de que se jugaban mucho, salieron muy metidos al partido. Los jugadores apretaban y mordían con una presión muy alta que no dejaba entrar en juego a los de Calleja, mientras que la hinchada se dejaba la voz animando a sus futbolistas. Los de Machín, con su clásica defensa de tres y el famoso cuadrado en el centro del campo (con Vargas y Darder de medias puntas), acumulaban bastantes jugadores en terreno visitante y en el 3’ Pedrosa ya dio el primer aviso al rematar alto un centro de Víctor Gómez. La imagen era muy distinta a las de los últimos partidos, mandando desde el inicio e impidiendo que el Villarreal tuviera el esférico.
Mazazo de los que duelen
Tras un primer cuarto de hora de claro dominio perico, aunque le faltaba materializarlo con algún remate a puerta, el Villarreal aprovechó su primera llegada. Rubén Pérez se internó por la derecha, la puso de rosca con la fortuna de que el esférico tocó en David López que despistó a Diego López, que con la punta de la bota evitó el gol, pero se la dejó muerta a Ekambi para que inaugurara el marcador. Un golpe muy duro para un Espanyol que había salido muy decidido y presionando muy bien.
Con el marcador desfavorable entraba en juego el factor psicológico, ya que podía volver la ansiedad. Tocaba tener paciencia para saber gestionar un resultado en contra. Y los blanquiazules no tardaron en volver a ser los del inicio. Asenjo paró en dos tiempos un remate de Pedrosa; un disparo lejano de Marc Roca lo desvió un jugador visitante; un trallazo de Darder salía ajustado al palo y un buen remate de Víctor Gómez lo desvió a Asenjo cuando el balón podía ir dentro. En solo cinco minutos, cuatro buenas ocasiones para igualar el partido. El Espanyol volvía a estar mucho tiempo jugando en terreno castellonense y la sociedad Vargas-Víctor Gómez empezaba a crear peligro a la zaga de Calleja. Y poco más tarde, precisamente un centro del ‘Monito’ fue cabeceado por Calleri al larguero. Solo faltó el gol, ya que con una gran intensidad dieron síntomas de mejoría y no merecieron irse perdiendo al descanso.
Atascados ante puerta
Si en el primer tiempo faltó algo de puntería, en el segundo Asenjo se encargo de que los blanquiazules siguieran gafados ante puerta. En los primeros compases evitó el empate al meter las manos para desviar un potente disparo de Vargas, en la única ocasión perica en los primeros 20 minutos tras el descanso. Y tras tener cerca el empate, Ekambi perdonó la sentencia al rematar alto una asistencia de Gerard Moreno y poco después Diego López atajó un disparo de Cazorla.
El partido se había atascado y Machín empezó a mover el banquillo. Calleri, con dos nuevos cabezazos, buscó el empate y Granero, también de cabeza obligó al meta rival a volar para evitar el tanto. No había manera. La fortuna no estaba del lado perico. Y cuando parecía que las tablas podían llegar desde el punto de penalti, el VAR, de forma correcta, corrigió al colegiado y se esfumaron las últimas opciones de puntuar. Se mereció más.