No pudo el Espanyol dedicarle el triunfo (o por le menos un buen partido) al gran Frank Sinatra, cuando ayer se cumplían cien años del nacimiento de La Voz. ¿La voz? Sí, precisamente quizá es eso lo que le falta al Espanyol. Una voz autorizada en el vestuario y en el campo. Un líder capaz de dar un puñetazo en la mesa y revertir una dinámica que no está siendo nada buena en los últimos encuentros.
Sin embargo, quien no se consuela es porque no quiere. A diferencia de los partidos anteriores, el Espanyol no encajó un gol tempranero. No es que el juego fuera para tirar cohetes (“la primera media hora la hemos regalado”, dijo el míster), pero lo cierto es que no estaba pasando ningún apuro. De hecho, el primer disparo con intención no llegó hasta el 28’, cuando Bongonda cruzó ligeramente un disparo.
La primera opción perica fue un centro milimétrico de Fuentes que Víctor Álvarez, a puerta vacía, no remató por muy poco cuando parecía tenerlo todo a favor. Después, Víctor Sánchez botó un córner que remató al primer palo Álvaro, girando muy bien el cuello y obligando a lucirse a Sergio Álvarez. Bongonda replicó con un disparo de primeras que se fue lamiendo el palo de Pau.
Pero el Espanyol estaba perdiendo balones peligrosos en el centro del campo y lo pagó caro. Víctor Sánchez regaló uno que aprovechó Iago Aspas con una genialidad convertida en vaselina. Era el 1-0 que dejó algo grogui al equipo. Pero el castigo aún pudo ser peor porque en la última acción de la primera parte Bongonda remató a la red un rechace de Pau, pero Fernández Borbalán decretó un discutible fuera de juego.
Un espejismo
La segunda parte empezó de forma inmejorable para el Espanyol, con la expulsión del ‘Tucu’ Hernández al ver su segunda amarilla por supuesto codazo a Pape Diop. Pero curiosamente fue el Celta el que dispuso de mejores ocasiones con diez hombres. Primero un disparo al travesaño de Aspas y después dos grandes ocasiones de Nolito: un disparo cercano que atrapó Pau y un remate al exterior de la red. El Espanyol estaba disputando sus peores minutos porque el Celta llegaba demasiado fácil a sus inmediaciones pese a su inferioridad.
La fortuna se aliaba con el grupo de Sergio porque el Celta estrelló su segundo balón en la madera por mediación de Bongonda fruto de otro balón regalado en zona de peligro, en esta ocasión por Álvaro.
Burgui, que había susituido a Víctor Álvarez (como de costumbre), llevaba el peso ofensivo perico. En la primera acción ofensiva con cara y ojos de la segunda mitad, el extremo zurdo puso un balón interior muy interesante para Hernán.
A todo ello, el Celta no estaba nada conforme con las decisiones arbitrales y en un abrir y cerrar de ojos Orellana vio amarilla por protestar y el preparador físico, expulsado.
Y Raillo tuvo la mejor ocasión perica en todo el partido. La única opción para empatar. Con un estupendo salto, a la salida de un córner botado por Hernán, su cabezazo obligó a Sergio Álvarez a lucirse con un paradón antológico. Pero entre protestas, lesiones y cambios, el Celta acabó anestesiando el partido para conservar el 1-0.