El Espanyol, pese a adelantarse en el marcador, sufrió una tremenda decepción al caer en el campo del colista. Y ya van muchas. Este fracaso no es nuevo. El último clasificado se le atraganta y, aunque cambien los técnicos y los jugadores, no se encuentra una solución. Estos tropiezos son un mal que sufre el Espanyol desde hace muchos años. Sin ir más lejos, en la primera vuelta, el conjunto granota llegó a Cornellà cerrando la tabla y fue capaz de arrancar un punto. Ayer se repitió la historia. La visita a Valencia suponía una oportunidad de oro para volver a sumar los tres puntos, tras dos partidos sin hacerlo, y eso motivó que los espanyolistas salieran al campo dispuestos a llevarse la victoria. Y eso que el conjunto valenciano es una auténtica pesadilla para el Espanyol, ya que los blanquiazules son el equipo ante el que más puntos han sumado en Primera, más partidos han ganado y más goles han metido. Y los primeros minutos dieron la sensación que se podía romper con esta mala dinámica. Todo empezó muy bien con el gol de Hernán. Parecía que el gafe se rompería, pero sucedió todo lo contrario y el equipo acabó dando una triste imagen.
El equipo aspirina
En el Ciutat de València, el Espanyol volvió a tropezar con la misma piedra. Y es que los pericos no ganan en el feudo del farolillo rojo desde el 27 de abril de 2003, cuando, con Javier Clemente en el banquillo, se impuso en el campo del Rayo Vallecano por 0-3, con dos goles de Savo Milosevic y uno de Roger desde el centro del campo. Y de eso ya hace algo más de diez años. El apodo de equipo aspirina vuelve a cobrar fuerza, ya que el Espanyol en sus últimas 13 visitas al campo del colista nunca ha ganado: siete empates y seis derrotas.
Vuelven a encajar
La triste derrota vino acompañada por otro lamentable dato. Pau López volvió a encajar un gol y el equipo ya encadena 18 partidos seguidos como visitante recibiendo algún gol, un dato que no sucedía desde el año 2000. Y así es muy complicado vivir un buen año.