Un partido como el de anoche no puede volver a repetirse jamás. Se puede perder. Incluso en campo del colista. Pero lo que no puede permitirse bajo ningún concepto es que el equipo no tenga la actitud ni la concentración adecuada para competir. Y, por supuesto, que el entrenador no sepa poner orden o alinee jugadores que no están en condiciones. Y mucho menos que no sepa rectificar sobre la marcha cuando toma una decisión errónea.
Precisamente Constantin Galca cambió la alineación que había utilizado en sus dos últimos partidos: Hernán por Roco como declaración de intenciones más ofensivas y Caicedo por Gerard Moreno como simple cambios de piezas. En teoría dejaba ‘aparcado’ el autobús. Sin embargo, el ecuatoriano demostró encontrarse aún por debajo de su nivel.
Aunque el primer disparo entre palos fue obra del local Deyverson en el segundo minuto y Morales prosiguió con un duro cañonazo lejano que pasó rozando la madera, fue el Espanyol se adelantó con una rápida combinación. Hernán hizo una diagonal perfecta, marcándole el pase a Víctor Sánchez, que ejecutó perfectamente la asistencia tras el toque de Caicedo para que el paraguayo definiera con calidad. ¡Imposible empezar mejor!
Sin embargo, el equipo espanyolista no controló el choque en ningún momento y la alegría duró poco. Unas manos de Hernán en un centro lateral provocaron una falta que acabó siendo letal. Rossi golpeó el balón y éste fue introducido en la portería en una acción desafortunada de Pau.
De mal en peor
No terminó la pesadilla. De nuevo el italiano desarboló la defensa perica con un pase. Habilitó a un bullicioso Deyberson, cuyo remate tuvo que taponar Álvaro como pudo. Sin duda, el gol local había dejado tocado el Espanyol, que jugó una primera parte flojísima. Tampoco mejoraron las cosas en el segundo acto, por mucho que el Espanyol intentara espabilar tras el descanso, con otro gran servicio de Víctor Sánchez (que anoche se puso el disfraz de asistente) a Hernán, pero el paraguayo no estuvo tan despierto como en el primer gol del encuentro.
El partido parecía un correcalles, sin centro del campo. Una dinámica que no favorecía a un Espanyol roto y partido por la mitad. Y fue otra jugada a balón parado la que nos acribilló. El exespanyolista Verdú sacó una falta y Medjani, que había molestado en el tanto del empate, recibió muy solo en el área pequeña y encontró con facilidad el camino de la red. Mazazo en toda regla que premiaba al Levante.
Sin reacción
Burgui, en uno de los primeros balones que tocó tras sustituir a un discretísimo Marco Asensio, le puso un estupendo balón a Rubén Duarte, pero el defensa Navarro estuvo providencial para evitar el remate del andaluz.
El equipo espanyolista no dio ningún síntoma ofensivo más. Todo lo contrario. Javi López tuvo que exprimirse para evitar el remate de Morales en un contragolpe franco. Fue la acción previa al irritante cambio de Galca, una permuta a la que ya nos tiene acostumbrado y que jamás aporta nada. Un recurso que solo el técnico perico entiende. A falta de diez minutos, el defensa Roco suplió a un jugador de creación, en este caso Abraham. Y el resultado fue nefasto. El Espanyol, sumido en el caos y la desorganización, se vio impotente para derribar la muralla ‘granota’. Volaron tres puntos de la forma más miserable y el equipo tendrá que esperar una semana más para certificar su permanencia.
Jo agrairia molt a Galca que prengués el mateix camí que el exministre Soria. No voldria veure'l a la banqueta el proper dimarts 19/4 en el partit contra el Celta.