Revivimos con el capitán Moisés Arteaga (Cádiz, 1969) toda la película de la conquista de la Copa. Un título que para el centrocampista tuvo como factor decisivo la fuerza mental del equipo en semifinales contra el Madrid, “donde fuimos superiores”, y en la final, frente al Atlético, “estábamos más preparados que ellos. Salimos a ganar, a comernos el campo y el temprano gol de Tamudo les afectó”.
Curso irregular en Liga (14º), pero como un tiro en la Copa.
Brindisi fue sustituido por Paco Flores y en la Liga no tuvimos una temporada muy buena. En la Copa, sin embargo, pasábamos eliminatorias y te ibas diciendo, ‘oye, que este año podemos pegar el pelotazo’.
Y llegó el Real Madrid.
Y todo el mundo decía que ya estábamos eliminados, que si éramos el filial… Pero el equipo se conjuró, vimos que era una oportunidad de hacer algo grande, que era un reto y nos mentalizamos. En la ida y en la vuelta, el equipo no paró de presionar, de correr y en los dos partidos fuimos superiores al Madrid.
Una semana antes de la final, concentración en La Manga.
Sí, Paco Flores pretendía que nos aislásemos de todo lo que representaba haber llegado a la final. En Barcelona cada día te lo recordaban. Era una presión añadida y no estábamos acostumbrados. Con el preparador físico Carlos Lorenzana hicimos una mini pretemporada para llegar en las mejores condiciones tanto mental como físicamente. Y nos fue de maravilla hasta que se acercó el día del partido.
¿Qué pasó?
Pues que veíamos que la que se avecinaba era gorda. Empezaron a llegar seguidores y con el autocar yendo al estadio nos acojonamos.
¿?
No podíamos llegar a Mestalla, todas las calles colapsadas por los seguidores del Espanyol. Aquello era la ostia. Sabíamos que la afición iba a estar con nosotros, pero cuando vimos eso… ¡Fue apoteósico!
¿Cómo se vivieron las horas previas?
Yo lo pasé muy mal por los nervios. Tuve que ir al baño unas quince veces y no te exagero.
¿Qué consignas se lanzaron antes de salir?
Mira, éramos un grupo super compacto. No había una cabeza visible. Como capitán representaba a la plantilla, pero no ejercía de líder. Todos lo hacíamos juntos y la gente respondía, jóvenes y veteranos.
¿Y por parte del míster?
No recuerdo exactamente sus palabras, pero sí que estaba igual de nervioso que nosotros. También se jugaba mucho y lo hizo lo mejor posible, porque conocía a la mayoría del grupo del filial. Nos transmitió confianza, que podíamos hacer algo grande y que estuviésemos tranquilos.
Saltas al campo, ambientazo y una pancarta dedicada.
No me lo esperaba, me sorprendió y me alegró mucho. Desaparecieron los nervios, abrazo con Kiko, capitán del Atlético y gran amigo -jugaron juntos en el Cádiz-. Sabíamos que estaban jodidos por el descenso a Segunda y no comentamos mucho; suerte y poco más, ya que ambos equipos nos jugábamos mucho.
Pitido inicial y partido de cara con el gol de Tamudo.
Sí y empezamos a hacer nuestro juego, mientras que a ellos se les veía tocados. Hicimos un gran trabajo defensivo y salíamos con criterio, porque teníamos gente de calidad para crear juego. Y con el gol de Sergio ya empecé a pensar que tenía que recoger la Copa.
¿Qué sentiste?
Estaba super orgulloso y me sentía muy afortunado. Era capitán un poco por casualidad, porque se habían ido jugadores que llevaban más tiempo en el primer equipo y me tocó a mí y, además, en el año del centenario. Subí, recibí el trofeo del Rey Juan Carlos, me dio la enhorabuena y me dijo que habíamos jugado un buen partido.
¿Y las celebraciones?
Buff, ¡mortales! Yo no he sido mucho de salir, pero con el título ya te da igual todo. Tres paellas gigantes de cena y luego de fiesta. En la discoteca, todo el mundo ya había perdido los papeles. Solo te digo que llegamos justo para coger el autocar de vuelta a Barcelona, donde nos esperaban más celebraciones.
Plaça Sant Jaume, rua…
Nos dijeron que teníamos que ir a casa para ponernos guapitos y más actos. Fue espectacular recorrer Barcelona con la afición del Espanyol. Salieron pericos hasta de debajo de las piedras y luego en el escenario de Montjuïc con música y cantando con los aficionados… ¡Inolvidable!