Este pasado miércoles, coincidiendo con la Junta de Accionistas, Xavi Salvatella cerró una etapa de ocho años como director de comunicación del Espanyol. Deja el cargo orgulloso de todo lo que ha logrado e ilusionado con volver a ocupar su localidad de socio en el RCDE Stadium.
Final de etapa en el Espanyol. Me imagino que estos días deben pasarte muchos momentos por la cabeza, ¿no?
Sí, sin duda. Son unos días en los que me vienen muchos recuerdos a la mente. Ha sido una trayectoria de ocho años que, con toda seguridad, ha sido el mayor honor profesional y personal que viviré en mi vida. Poder dedicar mi esfuerzo profesional y mi tiempo a trabajar para el Espanyol es algo incomparable a otra aventura profesional para un perico con sentimiento como yo.
¿Para un perico de cuna y profesional del mundo de la comunicación este cargo de Dircom es lo máximo a lo que aspirar?
Debería decirte que sí. Y eso es lo que pensaba cuando llegué siendo tan joven. En ese momento, poder dirigir la comunicación del Espanyol era una aspiración muy destacada, ya que solo tenía 27 años.
Tu llegada al club chocó un poco, al inicio, por tu juventud. ¿Te sorprendió que el club apostara por ti siendo tan joven?
Yo estaba en Madrid con un proyecto profesional y personal, y pensaba quedarme tiempo. Estaba muy bien, pero el club, tras la salida del maestro Xavi Andreu, buscaba un perfil profesional distinto, más joven que pudiera aportar en la revolución digital que ya había explotado totalmente. Obviamente me llegó por sorpresa, ya que era una propuesta muy importante, pero rápidamente la sorpresa se convirtió en una gran ilusión.
¿Con qué te quedas de todo este tiempo en el cargo?
Sobre todo con una cosa que es intangible y que he vivido en esta etapa en que las hemos pasado de todos los colores, y que creo que simboliza mucho lo que es el Espanyol. A pesar de atravesar situaciones difíciles tanto deportiva, económica, social e institucionalmente… han habido dos grandes masas de las que he aprendido mucho: la afición y la gente del club. Los aficionados siempre han estado al lado de la entidad y los empleados del día a día me ha dado una lección permanente de implicación con la entidad. El Espanyol es un club de fútbol y una empresa, las dos cosas son ciertas, pero con un sentimiento. Y por lo tanto habría que trabajar siempre entendiéndolo como tal.
Si hay algún pero en esta etapa, ¿es no haber vivido alguna gran situación deportiva como en la época de Montjujïc?
Sí, la verdad es que sí. La esencia del mundo del fútbol son los resultados. Y en estos ocho años no nos hemos clasificado para jugar una competición europea y el mejor momento que hemos vivido fue la semifinal ante el Athletic Club en la Copa del Rey. No he podido vivir grandes momentos deportivos mientras he estado en la entidad, aunque espero hacerlo ahora que vuelvo a la grada, a mi asiento de socio, no al diario La Grada como se ha comentado. Espero disfrutar como un socio perico más.
¿Puedes aclarar esto de que no vienes a La Grada? Ya que nos lo han preguntado bastantes aficionados…
Esto surge de una confusión del discurso que hice en la Gala de Penyes al recibir la insignia de planta de la Federació, que me hizo mucha ilusión. Hice un símil de que yo había llegado al club desde la grada y que después de ocho años magníficos volvería a ella. No me refería al diario La Grada, ya que nunca he trabajado con vosotros, aunque siempre he sido un fiel lector y entusiasta de vuestro proyecto periodístico.
Y vuelves en el partido que más esperamos los pericos, el derbi. ¿Estaba preparado esto?
No, no. (Risas). Es una casualidad muy grande. Dejé de trabajar en el club el miércoles con la Junta de Accionistas, así que el primer partido que presenciaré como socio será el derbi y ojalá que sea para celebrar una victoria de los nuestros.
¿Hay ganas de disfrutar de un partido desde tu localidad?
No te lo puedes ni imaginar. Soy un gran amante del deporte y este encorsetamiento que he vivido en el palco, en el que has de comportarte, para los que sentimos el Espanyol es muy difícil de controlar. Me ha costado mucho durante este tiempo no poder expresar mis sentimientos en el palco. Tengo muchas ganas de sacarme la corbata y ponerme la bufanda.
¿Quién te ha marcado durante estos ocho años?
Hay muchísimas personas y no quisiera dejarme a ninguna, pero hay una por encima del resto, que es Joan Collet. Él tuvo las agallas de incorporar a un director de comunicación de solo 27 años, me dio toda su confianza y siempre respetó mi criterio profesional. Supo mantener el club a flote en un momento muy complicado. Donde no llegaba su tiempo, lo hacía con su sentimiento. Creo que en el Espanyol, sobre todo, hemos de cuidar este sentimiento único porque es la esencia básica del club. Hoy, por circunstancias, no estamos todos los que sentimos en blanquiazul y hay que trabajar en ello.