El 15 de marzo de 1992 está marcado en la historia del Espanyol como uno de los días más trágicos. El cuadro blanquiazul venció por tres goles a uno al Cádiz CF, pero el día se torno negro antes del comienzo del duelo con un accidente que es tristemente recordado.
Apenas habían saltado los jugadores al terreno de juego de Sarrià cuando la familia Alfonso Lázaro sufrió un golpe de esos de los que nunca te repones. Habían ido por primera vez con sus hijos al estadio blanquiazul y escogieron la zona del segundo anfiteatro de la tribuna de presidencia, la más segura. Se equivocaron.
Porque una bengala marina que cruzó todo el campo antes del comienzo del encuentro impacto en el pecho de Guillermo Alfonso Lázaro, uno de los hijos, de tan solo 13 años. El chico fue trasladado al Hospital Clínic, donde no pudieron hacer nada para salvarle la vida.
El autor de la tragedia, F. V., fue detenido, con una pena de cárcel de seis meses. El Espanyol fue castigado por la justicia con 42 millones de pesetas, unos 252.000 euros al cambio, por el acto acontecido en sus instalaciones. Uno de los días más negros en la historia del mítico estadio de Sarrià y en la del Espanyol, sin duda alguna.