La víspera en que se produjo esta entrevista, Antonio Martín cumplía dos años desde su renacimiento. El 28 de mayo de 2019 una disección aórtica estuvo a punto de poner punto y final a la vida de un hombre, ‘en el buen sentido de la palabra, bueno’, como diría Machado. Afortunadamente, el azar del destino le sonrió, y nos permitió seguir disfrutando durante mucho más tiempo de una magnífica persona y un gran perico que desde aquel día vive la vida con mayor sosiego, aunque sin renunciar a su irremediable vocación de soñador. Protagonista directo de etapas importantes del club, que ahora recordamos con añoranza, su figura representa una época donde hubo empresarios que apostaron por el Espanyol y aportaron una generosa cantidad de dinero. Con él conversamos de aquellos años y sobre la cultura de una entidad que sigue teniendo pendiente su gran salto hacia adelante.
Sr. Martín, usted pudo cambiar la historia del club…
(Risas) ¿Tú crees?
Hombre, hubo un momento clave, en la Junta de 2006. Usted era el tercer accionista de la entidad y tuvo la llave del equilibrio accionarial entre Lara y Dani…
Eso es cierto. Fue un momento histórico inolvidable…
Se decidió por Dani. ¿Por qué?
Había entrado en el Consejo con Dani, y creo que en la vida hay que ser honesto y cuando uno se sube a un carro hay que ser respetuoso con los otros. Y también por otro lado porque el planteamiento del señor José Manuel Lara respondía más a un planteamiento vengativo que no a uno de futuro para la entidad. Así mismo se lo hice saber.
Seguro que no le gustó en absoluto…
Pues no. Y tuve muchas y fuertes presiones en ese momento por esa decisión. Muy graves, aunque luego con el tiempo he de decir que tuve mucho respeto por su parte.
Decisión que le costó más de un disgusto con el que entonces era su socio en Quat…
Muchos, muchísimos. Pero bueno, eso forma parte de la vida. Lo que queda de todo aquello es una época maravillosa del Espanyol.
¿La mejor de la historia?
Una de las más brillantes, sin duda. Las clasificaciones europeas, la Copa del Bernabéu, la final de Glasgow, y la espléndida etapa del Femenino…
Y usted casualmente, pasaba por ahí…
Sí, pero quiero dejar claro que fue cosa de todos. Coincidieron una serie de personas comandadas por Sánchez Llibre, como Perelló por ejemplo y otros muchos que estuvieron allí. Lo que si que traté es de impulsar una cosa que en esta casa ha dado siempre mucho miedo: plantear el triunfo. Esto en el Espanyol ha dado siempre mucho miedo.
Falta en la casa cultura del éxito, vamos.
Exacto. El Espanyol tenía y sigue teniendo un potencial mucho mayor del que muchas veces hemos mostrado. En ocasiones nos ha dado miedo crecer. No nos lo hemos creído lo suficiente.
Vivimos en un entorno social donde crecer es difícil, Antonio…
Ese complejo que a veces mostramos respecto a la otra gran entidad barcelonesa hay que quitárselo. Hay una frase que yo he repetido muchísimo a modo de concepto, y que pienso que habría que ahondar en ella, y es ‘nosaltres som els d’aquí’. Hay veces que nos ha dado temor decirlo en voz alta. La historia se ha falseado y lo sabemos. Han intentado arrinconarnos y empequeñecernos. Es una falsedad y la gente lo debe saber para quitarnos el complejo de inferioridad. Pero también, paralelamente, hemos de empezar a responsabilizarnos de nuestros errores y no pensar que la culpa es siempre de los demás. Si no se hacen las cosas bien, no se puede esperar a que salgan bien. Reconocimiento y responsabilidad.
Con el Femenino usted trató de implantar esta cultura del éxito…
Esto no se entendió entonces por parte de mucha gente, lo que yo intentaba impulsar a través del Femenino dentro de la entidad era el sentido del triunfo. En nuestra historia el sentido del triunfo lo hemos confundido con el sentimiento. Y el sentimiento está muy bien, pero hay que alimentarlo con triunfos. Y el Femenino era una forma de empezar a trasladar a toda la entidad que no solo teníamos que hacer una cosa, sino que había que orientarse hacia el éxito. Que había que triunfar. Porque podíamos ser más grandes de lo que somos. Y podemos.
¿Sufre al ver cómo el Femenino va tan mal ahora?
Mucho. Piensa que por aquel entonces éramos probablemente el mejor equipo de España. Ganamos una Liga, dos Copas de la Reina… Objetivos que ahora parecen imposibles. Y no hace tanto tiempo.
Esa cultura del éxito que usted trataba de implantar, ¿encontró receptividad por parte del resto de directiva? O le decían, “hombre Antonio, una cosa es el Femenino, lo otro…”
Claro que lo decían, pero pienso que cuando ocurre algo como encadenar una serie de hechos positivos como hemos comentado antes que sucedieron en aquellos años, la Copa, Glasgow… La verdad es que había un sueño. Es la única vez que he conocido a un Espanyol que se haya atrevido a soñar y la gente se creyó ese sueño. Y es que el Espanyol debe atreverse a soñar. Esos años se hizo y no era una casualidad, era fruto de un esfuerzo. He de decir también que en ese momento disfrutaba de un cierto poder en la entidad, con lo cual podía presionar en ese campo y explicar que no solo era un tema deportivo, también hicimos mucho esfuerzo en lo social. Recuerda la gran campaña que se hizo con los colectivos de inmigrantes que procedían del otro lado del charco…
Me acuerdo. Llegamos a llenar varias veces uno de los fondos con ecuatorianos, colombianos, argentinos, etc… Pero tengo la impresión de que fue una gran idea que se hizo para contentar al tercer accionista. ¿Se lo creyó realmente el club?
No lo sé. Pero la idea es buena y lo sigue siendo. Teníamos muchas sillas vacías en Montjuïc y podíamos utilizarlas para atraer a estos colectivos, que acababan de llegar al país y lo normal es apuntarse al caballo ganador. Teníamos que generar la semilla para el futuro. Creo que fue positivo para la entidad. No solo ganamos una Copa y llegamos a una final europea, sino que además se creció mucho socialmente. Se soñaba con crecer. Se soñaba con triunfos. Y eso falta en esta entidad: soñar con triunfos.
¿Le parece que se podría rescatar esa idea cuando finalice la pandemia?
Pienso que el área social se ha preocupado para acercar la entidad al socio, que pienso que durante años ha estado alejado. Y esto es la clave de todo. Estamos vendiendo fútbol, sí, pero también valores, sentimiento de pertenencia. Hemos de tener el compromiso de cuidar a nuestra gente y aumentar ese vínculo. ¿Se pueden hacer más cosas? Seguro, pero no me interesa entrar en una dinámica de crítica con lo que se hace o se deja de hacer desde el área social. Lo que quiero es que seamos creativos e impulsemos ideas. Y sí, la de los colectivos de inmigrantes sigue siendo buena.
El terreno social siempre le ha obsesionado…
¡Es que la sociedad catalana da para mucho juego! Pienso que el Espanyol como entidad deportiva, con nuestra historia y situación sigue siendo una joya, una perita en dulce. Pienso que lo tenemos todo para triunfar, solo nos falta un empujón. E insisto, no quiero criticar, aunque sí pensar en lo que no hacemos suficientemente bien para mejorar. Y sacudirnos la autojustificación y el conformismo…
¿Por qué somos así? ¿Lo ha pensado?
Sí que lo he pensado, sí. Mucho. Y llego a la conclusión de que es un problema de ambición y de cultura de triunfo. Hay clubs mucho menores que nosotros que nos superan en ambición. Mira el Villarreal…
No me hable del Villarreal… ¿Le parece un ejemplo?
¿Por qué no? Es una entidad que ha crecido y se ha fortalecido gracias a un tema social y empresarial. Yo pensé que con Chen íbamos por ese camino, unir el tema social al crecimiento de su empresa. Que era mi idea en su día, también con Quat como patrocinador, ver al club como una plataforma conjunta de lanzamiento social y empresarial. Desde el punto de vista económico es rentable para ambos términos.
Oiga, ¿cuánto dinero se gastó usted con Quat en el club?
No lo sé…
Sí que lo sabe…
No. La única verdad es que lo hice todo gustosamente, con la mejor intención y me sentí súper orgulloso de pertenecer y ligarme a la historia del Espanyol. Es mi casa. Hoy, cuando voy a un partido de fútbol, voy a encontrarme con gente que forma parte de mi familia y será así hasta el día que muera.
No solo puso dinero como sponsor, sino colaborando con colectivos, medios de comunicación… También lo hicieron otras personas, como Sebastián Javier o el propio Dani. Ahora parece que solo está Chen. ¿Adónde han ido los empresarios que apostaban por el Espanyol?
Seguro que hay muchos que están ahí. Pero hay que buscar la complicidad de la gente. Hay gente dispuesta. Seguro. Y no solo la complicidad de la gente con dinero. Hay mucha gente que hace un trabajo extraordinario y puede ayudar a crecer al club. Las peñas, por ejemplo, que son la infantería en muchos terrenos. El Espanyol no puede ser solo ver si ganamos el domingo. Hay que hacer creer a la gente que forma parte de un proyecto común compartido. Y esa complicidad existe entre pericos. ¿O no te ha pasado estar de vacaciones y alegrarte por ver a alguien con la camiseta del Espanyol? Tenemos un vínculo muy fuerte y hay que potenciarlo. Hay que generar un gran proyecto, una gran entidad, porque… ¡Es posible!
¿Le parece que tras el ascenso puede ser el momento en que estos ingredientes logren cuajar?
Creo que venimos de una época en la que hemos perseguido más el resultado que crecer y hacernos grandes. Puedo entenderlo, pero ahora ya hemos ascendido y hemos de empezar a pensar en grande. Estoy convencido de que este puede ser un momento de cambio.
¿Qué hace falta para ello?
Lo primero es creérselo. No existe una varita mágica para convertir los sueños en realidades. Pero sí que hace falta en primer lugar plantearse un sueño, en la vida es la forma de conseguir cualquier cosa.
¿El primer cambio debe ser cultural? ¿Debe venir desde dentro o desde fuera del club?
Yo creo que desde dentro del club. Hay que transmitir ambición sin excusas. Dejar de justificarnos. La historia ha demostrado antes que las justificaciones al Espanyol no le han llevado a un buen sitio.
Entonces ¿qué piensa cuando desde el club se deslizan metas menores, como la permanencia? ¿Le choca con esa ambición que a usted le gustaría implantar?
Hay una frase algo soez pero elocuente, que dice que para disparar, mejor apuntar alto para no pegarse un tiro en los h… (risas) Bueno, ya me entiendes. Pero la verdad es que desconozco el tema interno de la entidad, cuál es el proyecto y el camino. Así que ponerme a dar lecciones sería muy osado y muy fácil. Lo único que digo es mi impresión de cómo podríamos crecer. Y por supuesto ofrezco mi colaboración desinteresada. Creo que existen muchas personas que también podrían sumarse a esta idea y tratar de ayudar. Gente que sentimos al Espanyol como algo muy importante en nuestras vidas. Hablo de mí y de bastantes personas mucho más preparadas que yo y que estarían encantadas de sumar.
¿Coincide entonces con la opinión de muchas personas del entorno de que un Consejo no remunerado de espanyolistas podría ser positivo para el club?
Lo comparto totalmente, pienso que hay gente muy válida. Por ejemplo, sin ir más lejos, José Luis Perelló. Es un valor que tiene el club. Una persona inteligente y que conoce perfectamente el Espanyol en todos los ámbitos, también en el social, y es muy respetada en la entidad. Lo pongo como ejemplo, pero hay muchos otros que estoy seguro que estarían dispuestos a trasladar ese mensaje a la familia perica, que sería muy bueno. No para sustituir a los profesionales de la entidad, que son todos muy respetables, pero sí para contribuir a que la entidad crezca.
Cambiemos de tercio. Cuando le conocí hace muchos años, en su despacho de Quat, tenía enmarcado un escrito de Juan Vilá Reyes. Mucha gente se sorprenderá de saber que tuvo mucha relación con el expresidente.
Pues mira, cuando era jovencito trabajaba en una empresa en Granollers, Keler, que fue comprada por Vilá Reyes. Allí nació una relación estrecha y al cabo de unos años me pidió que me trasladase a Pamplona porque quería recuperar el tema de Matesa, que como sabes fue un asunto famoso y polémico en España y que a Vilá Reyes le costó incluso la cárcel. Esos años en Navarra viví una situación extrema con amenazas de muerte por parte de ETA, lo que pasa es que cuando uno es joven es más valiente o más inconsciente. Y con Vilá Reyes llegamos a vivir en la misma casa en la Avenida Carlos III. Allí vivíamos con su esposa, doña Concha Costa Oller, una de las mujeres más admirables que he llegado a conocer, don Juan Vilá Reyes, que era un soñador como demostró en su etapa como presidente, y mi exmujer y mi hija Mireia. Allí conocí toda su etapa, con los Cinco Delfines y otras muchas historias…
¿Conversaban entonces sobre el Espanyol?
Sí, claro. Don Juan era muy imaginativo y un adelantado a su época. También es cierto que yo era muy jovencito, y con el lío que había entonces, en un clima político adverso, nuestras conversaciones iban más por los derroteros empresariales. Pero sí que recuerdo algunas…
¿Por ejemplo?
Hombre, como tema más conocido está su intención de rebautizar al Espanyol como Atlético Catalunya. Lo habíamos hablado bastantes veces y yo entonces ya no estaba de acuerdo con él. Él lo repetía y estaba totalmente convencido de que nuestro nombre nunca nos permitiría crecer. Pero insisto, yo estaba en desacuerdo. Recuerda la frase que te he dicho antes, ‘nosaltres som els d’aquí’. Vivimos en una sociedad que reescribe la historia, como el cambio de Hans a Joan Gamper. Nosotros nacimos aquí y no vino nadie de Suiza a fundarnos, por lo cual no necesitamos demostrar nada con nuestro nombre.
Hay una cosa que puede reivindicar y es que fue quien planteó incorporar la senyera en la camiseta…
Así fue, lo dije en un Consejo y se hizo. Me queda ese orgullo. Y eso que no he nacido aquí, pero no por ello hay que sentirse ajeno a símbolos que forman parte de nuestra sociedad. No podíamos ser ajenos a ello y eso es lo que pretendí con la incorporación de la senyera.
Al Espanyol siempre le toca hacer equilibrios en el panorama político. ¿Cómo piensa que nos ha afectado todo el tema del procés?
Es un tema muy complejo. Como cualquier cosa que divida, nos viene mal. Tenemos en el club gente favorable y contraria al independentismo. Mi lema es que hay que respetarse. Vivir en el respeto hayamos nacido donde hayamos nacido. Es evidente que la polarización nos perjudica. Pero el Espanyol debe tener la valentía de transmitir a la sociedad nuestra realidad y nuestra historia y sacudirse cualquier etiqueta que nos quieran imponer. ‘Nosaltres som els d’aquí’¡Recuérdalo!
Usted vivió la etapa de transición de Montjuïc a Cornellà. Muchos acusan al estadio de todos los males económicos que desembocaron en la fuerte deuda. ¿Ha sido hasta el momento el estadio una oportunidad perdida?
Pienso que a día de hoy sí. Pero no olvidemos que paralelamente a la construcción del estadio se vivió la mayor crisis económica de la historia de España. Eso golpeó a mucha gente, y me cuento como uno de ellos. No se pueden sacar conclusiones a corto plazo, pues tampoco hace tanto tiempo de su edificación y hace falta más tiempo para valorar el impacto histórico. No es cuestión de buscar culpables, me quedo con la realidad de un estadio ejemplar que hay que potenciar. Y también rescatar la idea de lo que fue el traslado a Cornellà y a El Prat; es decir, tratar de aglutinar una masa social más potente. En esa parcela algo no hemos hecho bien.
No hemos echado muchas raíces en el Baix Llobregat, a veces pienso que somos un OVNI que ha aterrizado en un descampado al lado del Splau…
(Risas) Bueno, es cierto que hay que buscar más complicidades en el tejido social. Venir aquí nos daba una oportunidad para captar gente. Es verdad que no lo hemos aprovechado del todo. Hay tiempo todavía, pero pensemos en lo que podemos mejorar. Hay que profundizar más en nuestra comarca, y hacer labores de captación en colegios y colectivos ciudadanos. Todos los valores que tiene el club pueden entroncar muy bien con su entorno actual. Y por supuesto, lo he dicho antes, hay que ofrecer triunfo.
Cuándo Piqué nos falta al respeto diciendo “Espanyol de Cornellà”, ¿qué le parece?
Pues que hay que sentirse orgulloso. De Cornellà. Y de El Prat y de Viladecans. Y de Palafrugell. De la sociedad catalana en su conjunto. Tenemos peñas repartidas por toda la geografía catalana. ¿Es que la peña de Santa Perpètua es inferior a la de Sant Sadurní? Hemos de utilizar este desprecio, que en el fondo es muy clasista, para darle la vuelta.
Cuando recuerda su etapa como consejero, ¿de qué se enorgullece?
De haber potenciado el crecimiento social del Espanyol y haber conocido a su gente. Conviviendo con ellos y sintiéndolos cerca. Eso lo hicimos y el resultado fue muy bueno. Y hay que seguir profundizando y hacerlo mejor.
¿Y qué cree que podía haber hecho mejor?
Muchas cosas, seguro que sí. Y probablemente, volviendo a lo primero que me has preguntado, sí que podríamos haber cambiado la historia del Espanyol. Pero no cambiando a Lara por Dani, como era el sentido de tu pregunta, sino habiendo tenido más éxito cambiando la cultura de club, haciéndolo más ganador y habiendo potenciado todavía más en el aspecto social.
De acuerdo, pero ¿de lo de Dani y Lara se ha arrepentido?
(Risas) No. De eso tampoco. Era lo que tocaba en su momento. Hice lo que sentí. Y además estábamos cogiendo el camino del cambio con los triunfos sociales y deportivos que llegaron. Es decir, no era humo, sino que mi decisión se basó en la realidad que se estaba produciendo y que lamentablemente no tuvo continuidad.
Volviendo al tema del Femenino. ¿No le sabe mal que ahora parece que el fútbol femenino lo han inventado otros?
Sé por qué lo dices. En aquellos años el Barça apostaba cero. El Femenino era un tema de diferenciación para implantar la cultura del triunfo y mostrar al resto de la sociedad el compromiso social del club con el desarrollo de la mujer. Podíamos crecer fácilmente por ahí y además era una evidencia que la mujer, no solo deportivamente sino también como espectadora, se estaba incorporando masivamente al fútbol. Piensa que tuvimos muchas altas de socias, más de 4.000. A las chicas siempre les hacia una pregunta: ¿qué es para vosotras el triunfo? Algunas chicas se emocionaban, porque recordaban el esfuerzo que habían tenido que hacer a lo largo de su vida para conseguir ese triunfo. Ahora todo es diferente, pero no debemos olvidar el papel que hemos jugado ahí. Y hemos de sentirnos orgullosos del esfuerzo y recordar lo que sentíamos cuando éramos campeones para volver a tener ganas de vivirlo de nuevo. No apelemos tanto al sentimiento, que lo tenemos de sobra. Para ser perico en esta sociedad hace falta compromiso, pero hemos de alimentarlo con triunfos.
El Espanyol es campeón pese al último encuentro en Alcorcón. Hay gente que no le da importancia por ser un título de Segunda división…
No, no, no. Yo quiero ser campeón. Tal como yo lo veo, sin triunfo y sin superación no tiene sentido el deporte ni la vida. Si no ganas has de esforzarte para ganar. Mi hijo juega a béisbol y cada día se entrena dos horas en el gimnasio y entrena dos horas por la tarde. No recibe un solo euro y lo hace desde que es un niño, por afán de superación. No podemos renunciar al sentido de la competición ni al del triunfo. Y hay que atreverse a soñar. Sin sueños no hay triunfos.
¿Qué sueña usted para el Espanyol?
No me quisiera morir sin ver un Espanyol grande. Es un sueño que mantengo, el de un Espanyol grande y fuerte del que nos podamos sentir orgullosos, porque los pericos nos lo merecemos. El conformismo no me vale. Yo a eso no quiero jugar, yo quiero soñar.
Pues que se cumplan sus sueños, señor Martín…
Cas Matesa i l'empresonament del anyorat i molt estimat Joan Vila Reyes es pot.ser la primera de les grans p.utades que ens ha jugat el nostre destí. Erem protagonistes absoluts en els mercats de fichatges i sens dubte un dels 4 grans i indiscutibles del futbol del pais. D.E.P.
Como masa social somos muy dispares, los hay pesimistas que sólo saben llorar y pedir que otros solucionen los males, están los optimistas que lo ven todo de color de rosa, incluso cuando se les mean en la cara, están los que se autojustifican por ser pericos y es como si les diera vergüenza, y luego están los que sienten orgullo y se levantan rápido cuando se caen, porque de caer sabemos un rato.
Efectivamente así es, pero todos amamos a los mismos colores. El problema no es que seamos dispares sino que somos un club sin un objetivo concreto y sin la estrategia para alcanzarlo.
Bé, una cosa si ha deixat clara, que a aquest club li falta ambició, i ganes de fer coses importants
Es que nuestros sueños , acaban siendo pesadillas.
Màs como tu nos faltan antonio