A veces el fútbol te da varias oportunidades. Lo difícil es saber cuándo es la definitiva. Y Rubén Sánchez, que ha ido y venido más de una vez, tiene claro que esta temporada no quiere ser uno más. El canterano perico está de vuelta tras su cesión al Granada, y lo está con un mensaje claro: quiere quedarse, quiere jugar, y quiere ser importante en el Espanyol.
“Muy feliz de estar aquí otra vez en casa, muy contento de volver a estar”, soltó, con una mezcla de naturalidad. Porque Rubén no es un fichaje de verano más. Es de los de casa. De los que han peleado desde abajo y que, pese a los obstáculos, nunca han soltado la cuerda.
Después de una temporada en la que jugó 32 partidos en Segunda con el Granada, ahora ha vuelto con argumentos. Y no solo con palabras. Ha convencido tanto a Manolo González como a Fran Garagarza, que ya han decidido no reforzar el lateral diestro. Con Omar El Hilali como titular y Rubén como competencia directa, la banda derecha está cerrada. Y eso es todo un voto de confianza para él.
Y Rubén lo sabe. “Mañana es el último reto, al principio comenzamos con una carga física de muchos entrenos, sesiones dobles… hemos ido de menos a más, hemos ido cogiendo ritmo y conceptos que es lo que nos va a dar el comienzo de Liga”, explicó en referencia al amistoso que cerrará la pretemporada, este sábado en Saint James’ Park ante el Newcastle. Un test duro, pero útil: “Sabemos que nos vendrá en Liga un Atlético que es un rival muy parecido al Newcastle. Vamos a intentar estar a punto y coger buenas sensaciones”.
Rubén no se esconde. Y tampoco olvida lo que ha sido su trayectoria en el primer equipo. Tres intentos, tres etapas intermitentes, y una cuarta que espera que sea la definitiva. En la 21-22 debutó con Vicente Moreno, en la 22-23 tuvo minutos con cierta regularidad, y la pasada campaña firmó un buen papel en el Mirandés antes de regresar en invierno por la lesión de Edu Expósito. Pero esta vez, con contrato hasta 2027, quiere dejar de ser ese jugador que siempre está “a punto” y pasar a ser uno de los que cuentan de verdad.
Sobre los dos últimos amistosos de pretemporada, tampoco se anduvo por las ramas: “Eran dos equipos muy físicos, marcan un ritmo muy alto, mucho duelo y mucho contacto físico, y lo hemos sacado con creces. De menos a más, pero hemos plantado cara a los dos equipos”, dijo sobre los partidos ante el Wolfsburg y el Union Berlin.
Su objetivo es claro: hacer una temporada buena… pero sin esperar a mayo para respirar tranquilos. “Que acabe bien como el año pasado pero con más antelación, si puede ser”, dejó caer entre risas. Porque sí, Rubén quiere asentarse. Pero también quiere que el equipo sufra menos. Que el Espanyol esté donde le toca. Y que cuando acabe la temporada, no tenga que mirar otra vez al futuro con interrogantes.
Ahora le toca demostrar que está preparado. Que ha vuelto para quedarse. Y que esta vez, sí, es la vencida.