En medio del clima de creciente incertidumbre que rodea al Gobierno de Pedro Sánchez, el nombre de Salvador Illa ha empezado a sonar con fuerza en los entornos políticos y mediáticos como posible relevo al frente del Ejecutivo. Una posibilidad que, de materializarse, supondría un hito histórico no solo a nivel institucional, sino también en clave deportiva: por primera vez, un aficionado declarado del RCD Espanyol podría ocupar la presidencia del Gobierno de España.
La reunión mantenida este viernes entre Pedro Sánchez y el president de la Generalitat, Salvador Illa, en el Palacio de La Moncloa, ha desatado todo tipo de interpretaciones. El encuentro, no previsto en la agenda oficial y celebrado bajo un notable secretismo, fue confirmado por medios como La Razón y The Objective, aunque sin explicaciones claras por parte del Ejecutivo central ni de la Generalitat.
Desde Moncloa se insistió en que se trataba de una reunión “privada, prevista y no de urgencia”, mientras que Presidencia de la Generalitat la enmarcó dentro de la “normalidad” de los contactos entre ambos dirigentes. Sin embargo, la coincidencia con una jornada especialmente delicada -marcada por la entrada de la Guardia Civil en la sede del PSOE para investigar el caso Cerdán- ha alimentado todo tipo de conjeturas. En este contexto, varios analistas y cargos socialistas no han dudado en incluir a Illa en las quinielas como posible sucesor de Sánchez, en caso de que el presidente opte por una transición pactada en lugar de un adelanto electoral.
Illa, figura de consenso en el bloque socialista
A día de hoy, Salvador Illa es una de las figuras con mayor proyección institucional dentro del socialismo español. Ex ministro de Sanidad durante la pandemia y actual president de la Generalitat, ha sabido consolidarse como un dirigente con perfil moderado, capacidad de interlocución y alto grado de reconocimiento público tanto en Catalunya como en el resto del Estado.
Su buena relación con Pedro Sánchez, reconocida incluso en círculos internos del PSOE, lo convierte en un interlocutor de confianza. Pero su papel no se limita a ser un simple aliado: para muchos en el partido, Illa representa la imagen de la estabilidad, la prudencia y la gestión, cualidades que podrían resultar clave si finalmente el partido se viera abocado a una sucesión anticipada.
No obstante, fuentes tanto del PSC como del PSOE reconocen que un eventual traslado de Illa a Madrid tendría un coste político elevado, pues dejaría vacante la presidencia de la Generalitat en un momento clave para el proyecto socialista en Catalunya. De ahí que la estrategia oficial siga siendo mantenerlo al frente del Govern y alejar por ahora cualquier escenario de relevo a nivel estatal.
El simbolismo de un presidente perico
Más allá de las especulaciones políticas, la posibilidad de que Salvador Illa se convierta en presidente del Gobierno tendría un componente simbólico relevante para el RCD Espanyol. El dirigente catalán es el primer aficionado reconocido del club blanquiazul en alcanzar la presidencia de la Generalitat. Un hecho inédito que rompió con la tradición de la invisibilización del Espanyol en las altas esferas institucionales catalanas.
De producirse un nuevo salto en su trayectoria política, Illa se convertiría también en el primer presidente del Gobierno con simpatía declarada por el club blanquiazul. Un dato anecdótico, sin duda, pero no menor para una afición que históricamente se ha sentido marginada en el ámbito político, mediático e institucional.
Un momento político decisivo
Mientras tanto, Pedro Sánchez sigue evaluando su posición al frente del Gobierno en el que es, sin duda, uno de los momentos más críticos desde su llegada al poder en 2018. Las investigaciones por presunta corrupción que afectan a figuras clave del PSOE han generado una fuerte presión interna y externa. Y aunque desde su entorno más cercano se insiste en que Sánchez mantiene su compromiso de agotar la legislatura hasta 2027, la realidad política apunta a un escenario cada vez más inestable.
En este contexto, Salvador Illa se perfila como un actor imprescindible en el tablero socialista. Ya sea como garante de la estabilidad institucional en Catalunya o como posible pieza clave en una eventual transición de liderazgo a nivel estatal, su figura gana peso. Y con ella, el Espanyol -aunque de forma indirecta- se asoma, por primera vez, al centro del poder político en España.



