En su primera temporada al frente del Espanyol Femenino, Sara Monforte ha logrado consolidar al equipo en la élite del fútbol español sin grandes sobresaltos. La entrenadora castellonense ha concedido una entrevista a la Agencia EFE en la que repasa su experiencia en el banquillo perico, reflexiona sobre la escasa presencia de mujeres en los banquillos de la Liga F y expone con claridad su visión del presente y futuro del fútbol femenino en España.
“Bastante tranquila. Quizá de las cuatro temporadas que llevo en Liga F ha sido la más tranquila a nivel de sufrimiento”, resume Monforte al valorar el rendimiento de su equipo, que ha logrado la permanencia con cierto margen y sin la presión de las últimas jornadas. La entrenadora agradece a su plantilla haber comprendido que “poder no sufrir las últimas jornadas es un privilegio”. Su objetivo para el próximo curso es claro: mantener la competitividad y, si es posible, dar un paso adelante, aunque advierte que “los presupuestos marcan mucho, hay equipos que pagan mucho y está complicado”.
Monforte se estrenó como entrenadora en el Villarreal, club en el que colgó las botas, y su llegada al Espanyol ha supuesto su primera experiencia profesional lejos de su zona de confort. “Me he sentido cómoda, muy bien, y estoy feliz. Tanto Carol Miranda como Dolors Ribalta han confiado en mí, en el proceso”, señala. Recuerda con especial amargura el descenso con el Villarreal, que le dejó “una espina clavada”, aunque admite que su salida le permitió comprobar que “no siempre los resultados son los que marcan” y que el trabajo constante y la pasión también se valoran.
Desde su llegada a Sant Adrià, el Espanyol ha mostrado un perfil competitivo, sólido defensivamente y con una clara identidad. “Mi equipo ha sido agresivo, muy duro y con jugadoras de ir a duelos, un poco como soy yo y como he sido como jugadora”, explica. Aun así, reconoce que le gustaría desarrollar un juego más elaborado en ciertos tramos: “Me gustaría en algunos momentos jugar a otra cosa un poquito más vistosa”.
Durante buena parte del curso, Monforte ha sido la única mujer dirigiendo un equipo en la Liga F, una situación que, lejos de incomodarla, asume con compromiso. “Estoy representando a mis compañeras y tengo que dejar el listón alto. Para mí es algo muy bonito y ojalá podamos ser más”, afirma. Lamenta, sin embargo, que muchas jugadoras no contemplen la posibilidad de convertirse en entrenadoras al finalizar su carrera: “Me dicen que es muy difícil. Lo que están deseando es tener un trabajo de lunes a viernes con el fin de semana libre. Te tiene que apasionar mucho esto porque es un trabajo muy inestable”.
En este sentido, denuncia abiertamente una práctica que considera injusta: “Me molesta mucho que haya entrenadores que quieran estar en el femenino para que sea un trampolín. Yo no estoy en un equipo esperando para que me llamen del B o del juvenil masculino. Tiene que haber gente que se pelee por el femenino”.
Aunque no descarta asumir algún día un reto en el fútbol masculino, puntualiza que no es una meta personal. “Sería un reto, pero no un sueño. Mi sueño es que el día que me muera, ojalá sea lo más tarde posible, decir que he podido dedicar toda mi vida al fútbol”.
A corto plazo, sus aspiraciones están centradas en el proyecto del Espanyol. “Un sueño sería ver al Espanyol entre los cuatro u ocho primeros. O verlo en una final de Copa”, confiesa. Eso sí, admite que se trata de un objetivo ambicioso y difícil de alcanzar en el contexto actual: “La idea de la temporada que viene es poder dar continuidad y estar un poquito más arriba, pero los presupuestos marcan mucho, hay equipos que pagan mucho y está complicado”. Una realidad que condiciona las posibilidades de crecimiento, pero que no le resta ilusión ni determinación.
A largo plazo, no oculta que le ilusionaría dirigir una selección nacional: “Y si puede ser la española, pues mejor”.
En cuanto a la evolución del fútbol femenino en España, Monforte lanza una advertencia: “Se ha estancado un poco y se está viendo porque muchas jugadoras se están yendo fuera”. Cree que aún quedan muchos aspectos por mejorar, tanto dentro como fuera del campo, y reclama mayor implicación social: “Hay gente que le encanta el fútbol y nunca en la vida ha ido a un partido de fútbol femenino. El problema está en que siempre están comparándonos con el fútbol masculino. Y no es lo mismo”.
Por último, se detiene en la situación de los equipos valencianos, una tierra que conoce bien. El descenso del Valencia y la salvación agónica del Villarreal contrastan con la permanencia del Levante. “Me daba mucha lástima porque me siento muy arraigada a mi Comunidad. En el Valencia, con todos mis respetos, es más un problema de proyecto. No puedes ir cambiando de entrenador todos los años, no ha habido un proyecto sólido”, concluye.
Con un discurso directo, sin artificios, Sara Monforte demuestra tener muy claro dónde está y qué quiere. Sabe que los retos son grandes, pero también lo es su compromiso con el fútbol femenino. Y con el Espanyol.
