Los caprichos del calendario tienen estas cosas. Este domingo se ven las caras la Real Sociedad y el Espanyol, y en medio del partido asoma un nombre que levanta suspiros en Cornellà-El Prat: Urko González de Zárate. El mediocentro vasco, que dejó huella en su cesión como perico, vuelve a cruzarse con un equipo que todavía sueña con tenerlo de vuelta. Y lo hace en un contexto muy claro: el Espanyol anda buscando un pivote defensivo y, pese a que el mercado se acaba, el que sigue gustando más es Urko.

El perfil soñado
Con sus 1,89 metros, 83 kilos y una voz grave impropia de sus 24 años, Urko tiene ese aire de deportista vasco de toda la vida. “¿Eres vasco en serio? Ya lo veré”, le dijo entre bromas Tommy N’Kono cuando lo recibió en enero en el vestuario blanquiazul. Llegó cedido desde la Real, donde apenas había jugado 741 minutos, y en Cornellà multiplicó esas cifras en pocos meses: 1.382 minutos en 17 partidos. Su impacto fue inmediato: el equipo con él defendía y atacaba mejor, y Manolo González pronto reconoció que había encontrado la pieza que le faltaba en el centro del campo.

No era solo músculo. Los números lo avalaron también con balón: pases en el espacio, envíos largos acertados, visión de juego. Su fútbol limpio sorprendió incluso a quienes pensaban que venía a hacer “el trabajo sucio”. Urko aprendió con referentes como Xabi Alonso y Zubimendi, y se notó. “He aprendido de todo con él, pero sobre todo de su posicionamiento en medio del campo. Disfruto en la posición de pívot, me gusta tocar el balón y no me quema”, explicaba en una entrevista hace un tiempo.
Una etapa breve pero intensa
En Cornellà-El Prat dejó un recuerdo imborrable. “Al final el Espanyol me lo dio todo cuando más lo necesitaba, que al final era el jugar. Pude ir allí, jugar, creo que lo hice bien, nos mantuvimos y, bueno, la experiencia fue muy positiva”, reconocía hace poco ya de vuelta en Zubieta. Con humildad, siempre agradecido, insistía: “La verdad que estoy muy contento de la decisión que tomé”.

Y desde la otra orilla, Manolo también le lanzó flores: “Aporta pie en medio del campo, visión, calidad técnica y equilibrio por su punto defensivo”. Fran Garagarza fue quien apostó por él en enero, después de intentarlo sin éxito en verano. El director deportivo sabía lo que se hacía: Urko encajó como un guante.
Una puerta que sigue entornada
Ahora la historia se vuelve a escribir. La Real Sociedad cuenta con él en el arranque de temporada, más aún tras la lesión de Gorrotxategi, pero las oportunidades parecen limitadas. El propio jugador en principio lo tiene claro: “Allí en el Espanyol he cogido experiencia, he jugado, creo que lo he hecho bien y, bueno, tengo muchas ganas de venir aquí y de seguir progresando y de dar ese salto definitivo para poder quedarme aquí”. El matiz está en que, si sale, su primera opción es volver a Cornellà.

El problema son los tiempos. En el Espanyol urge cubrir el puesto, y esperar demasiado podría dejar al club sin alternativas. Además, la economía obliga a fórmulas imaginativas: cesión con opción de compra o similares. La Real, por su parte, preferiría vender, pero en los últimos días del mercado mandan las circunstancias, no los deseos. De todos modos, en el seno blanquiazul existe el temor de que suceda lo mismo que con Marash Kumbulla, otro que se hizo querer el pasado año como cedido, y al que se esperó durante dos meses ante el convencimiento de que priorizaba volver a Barcelona, para que al final el Mallorca, que tenía más que ofrecer a nivel económico a la Roma y al propio futbolista, se quedase plantado y con la sensación de haber perdido un tiempo precioso.
Todo queda en el aire
Lo cierto es que en el tema del centrocampista vasco, ahora mismo, la puerta no está cerrada. Ni mucho menos. La historia de Urko y el Espanyol está en ese punto en el que nadie se atreve a darla por muerta, pero tampoco a jurar que vaya a ocurrir. Y ahí entra en juego el calendario, que este domingo cruza caminos en Anoeta. Será un partido, sí, pero también un recordatorio de que los pericos todavía sueñan con que aquel vasco atípico vuelva a ponerse de blanquiazul.
