El RCD Espanyol está a punto de cerrar un acuerdo inédito en su estructura deportiva: el Vilassar de Mar, recién descendido, será a partir de la próxima temporada el equipo de destino para los jugadores del fútbol base perico que no tengan sitio en el primer equipo ni en el filial. Un paso más en el plan de Fran Garagarza, director deportivo blanquiazul, por reestructurar la cantera bajo una lógica de control absoluto y rendimiento inmediato.
Un plan con obstáculos: rechazos de Grama, Badalona y otros clubes
Desde su llegada, Garagarza tenía clara la necesidad de contar con un equipo puente, un tercer escalón tras el Espanyol B, donde poder probar a aquellos jugadores jóvenes que aún no convencen del todo, pero que el club no quiere perder sin darles una última oportunidad. Para ello, inició conversaciones con varios clubes catalanes que militan en categorías competitivas: Grama, Badalona, entre otros. Pero todos ellos, sin excepción, rechazaron convertirse en equipos dependientes del Espanyol.
Sí estaban abiertos a firmar convenios de colaboración —como cesiones o intercambios técnicos—, pero ninguno aceptó ceder la gobernanza deportiva ni integrarse de forma estructural. Para entidades con historia y proyecto propio, aceptar ese rol suponía perder su identidad.
El acuerdo con Vilassar, allanado por su principal sponsor
El único club que ha aceptado esa fórmula ha sido el Vilassar de Mar. La clave ha sido el papel de Dani, su principal patrocinador, con vínculos estrechos con el entorno del club perico y con capacidad de decisión en la entidad maresmense. Aunque el acuerdo aún no ha sido firmado, está considerado cerrado en su integridad y solo falta la oficialización. El Vilassar conservará su nombre, colores y autonomía administrativa, pero en lo deportivo pasará a funcionar como un auténtico Espanyol C.
Control total desde la Dani Jarque
Según fuentes internas, Garagarza pretende gestionar este nuevo equipo directamente desde la Ciudad Deportiva Dani Jarque. El Espanyol impondrá los jugadores —cedidos o liberados— y también elegirá al cuerpo técnico. La intención es que la dependencia sea casi total, aunque sin modificar la imagen institucional del Vilassar. El director deportivo no tiene interés en el fútbol base del club maresmense: su único objetivo es el primer equipo, y solo en esa parcela se implicará.
Esta maniobra le permite al Espanyol tener un “equipo de descompresión”: un destino para esos jugadores jóvenes a los que el club duda en renovar. La lógica es clara: si no tienen sitio en el B o no parecen preparados para el primer equipo, se les ofrecerá ir al Vilassar. Si no aceptan, el club les abrirá la puerta. Esto reduce el coste de mantener a jugadores sin encaje claro en la estructura y da margen para evaluar su progresión en un entorno competitivo, aunque alejado del foco blanquiazul.
Un problema económico añadido: fichas altas en juveniles
Uno de los detonantes de este movimiento ha sido la política reciente del club de ofrecer contratos profesionales a jugadores en edad juvenil con cifras importantes. Actualmente, algunos de estos jóvenes tienen fichas que oscilan entre los 20.000 y los 40.000 euros anuales, una inversión que solo se justifica si el jugador tiene una proyección clara hacia el Espanyol B o incluso el primer equipo.
Pero cuando el rendimiento genera dudas y no hay hueco en la estructura superior, el coste de mantener esos contratos se convierte en un lastre. El club no quiere seguir financiando promesas indefinidas. Por eso, la alternativa será clara: o el jugador acepta ir al Vilassar bajo condiciones marcadas desde Sant Adrià, o deberá negociar su rescisión.
Voces críticas dentro del propio Espanyol
Desde dentro de la Dani Jarque ya se han escuchado reticencias hacia este movimiento. Algunas voces, especialmente del área de formación, cuestionan la utilidad del acuerdo, el nivel deportivo del Vilassar —recién descendido de Tercera RFEF— y la imagen que transmite la operación. No es el perfil de club que muchos habrían elegido para canalizar el talento en duda. Sin embargo, Garagarza cuenta con plenos poderes en lo que respecta a la dirección del fútbol base, y ha demostrado en los últimos meses que no tiembla a la hora de reemplazar o apartar a quienes se oponen a su visión.
¿Una oportunidad desaprovechada?
Voces del fútbol catalán consultadas por este medio apuntan que, si el Espanyol realmente quería crear un tercer equipo dependiente con ese nivel de control, quizás debería haber optado por una solución más ambiciosa: comprar la plaza de un club con más proyección y estructura sólida. El caso del Badalona Futur sigue siendo una opción latente en el medio plazo si su situación institucional no se estabiliza.
Pero la alternativa que más fuerza gana entre algunos sectores del club es el Cornellà. Vecino directo del RCDE Stadium, con unas instalaciones consolidadas y una cantera reconocida, el Cornellà podría ser una solución estratégica ideal. Su propietario, Andrés Manzano, ha mostrado en reiteradas ocasiones su disposición a vender, y esa operación permitiría al Espanyol integrar un tercer equipo en su ecosistema urbano, reforzando la sinergia con su entorno y ganando un escalón competitivo de verdadero peso.
