Joan García está a punto de cerrar una etapa crucial en su vida deportiva. Y va a hacerlo de la forma más dolorosa para el Espanyol y su afición: con el abono íntegro de su cláusula de rescisión y su fichaje por el FC Barcelona. Un desenlace que, aunque venía siendo cada vez más probable en las últimas semanas, no por esperado resulta menos traumático. El portero que creció en la Dani Jarque desde categoría cadete, que superó obstáculos importantes y fue moldeado por el Espanyol durante casi una década, podría convertirse incluso hoy mismo en jugador del eterno rival.
Llegada a la cantera perica
Joan dio sus primeros pasos como portero en el equipo de su pueblo con tan solo cuatro años. Fue su hermano mayor quien lo animó a probarse bajo palos, y ahí nació una vocación que no tardaría en consolidarse. Tras pasar por dos de los grandes semilleros del fútbol catalán —el CE Manresa y el CF Damm—, el joven guardameta aterrizó en el RCD Espanyol en 2016. Tenía 15 años y se incorporó al club en edad cadete.
Su progresión dentro del fútbol base blanquiazul fue constante. Siempre transmitió seguridad, madurez y capacidad de liderazgo, cualidades que le permitieron hacerse con un sitio en las categorías inferiores de la selección española, tanto en la sub-17 como en la sub-19. En el cuerpo técnico del club ya se hablaba de él como una apuesta de futuro.
El 28 de septiembre de 2019, con solo 18 años recién cumplidos, Joan García se estrenó oficialmente con el Espanyol B, por aquel entonces dirigido por José Aurelio Gay. Fue en un partido de Segunda B contra el Valencia Mestalla que acabó en tablas (1-1). Pero lo que pintaba a comienzo prometedor se torció bien pronto: ese mismo curso 2019-20, Joan se lesionó de gravedad el menisco interno de la pierna derecha. Un palo duro que lo tuvo seis meses fuera de combate.
Aun así, el club no dudó ni un segundo en seguir apostando por él. En febrero de 2020, con el chico aún en pleno proceso de recuperación, el Espanyol le ofreció renovar hasta 2025. Un gesto de confianza total. Y no se equivocaron: en la temporada siguiente, la 2020-21, Joan volvió con todo. Recuperado, fuerte y con las ideas claras, se hizo con la titularidad del filial y empezó a asomar la cabeza en las convocatorias del primer equipo. Ya se le veía venir.
Ese fue el último paso antes de su irrupción definitiva. Su camino desde el fútbol base hasta la élite, en todo caso, había sido ya trazado con esfuerzo, perseverancia y una implicación que siempre se vivió como profundamente perica. Por eso, su marcha —y sobre todo su destino— duelen de forma especial.
Debut y consolidación en el primer equipo
El ansiado debut de Joan García con el primer equipo llegó el 1 de diciembre de 2021, en Copa del Rey ante el modesto Solares-Medio Cudeyo. Aquel partido terminó con victoria 3-2 para los pericos. Aunque se pasó de ronda, encajar dos goles contra un rival de categoría regional no dejó buenas sensaciones. Joan se mostró algo nervioso, lógico en su estreno, y la defensa tampoco ayudó mucho.
Unas semanas más tarde, el 10 de enero de 2022, debutó en Primera división en un partido de Liga contra el Elche. Tampoco fue un estreno brillante: el Espanyol cayó 1-2 en el RCDE Stadium y el joven arquero no pudo lucirse demasiado en la derrota. Tras esas primeras pruebas en la élite, Joan siguió trabajando a la sombra de los porteros titulares, esperando su momento. Con el equipo jugándose la permanencia en Primera en 2021-22, él era aún suplente y tuvo pocas oportunidades.
El verano de 2022 trajo un indicio de cambio: tras la marcha del veterano Oier Olazábal el 29 de junio, el club le otorgó a Joan el dorsal número 1 para la temporada 2022-23. Aquello se interpretó como una señal clara de confianza en el canterano. Los pericos nos ilusionamos pensando que quizás por fin había llegado su hora. Sin embargo, esa campaña 22-23 fue muy complicada tanto para el Espanyol como para Joan. A pesar de llevar el “1” a la espalda, acabó participando poco: fue suplente habitual en Liga y solo disputó 3 partidos de Copa del Rey. El entrenador prefirió casi todo el año a guardametas más experimentados, y Joan apenas jugó algún encuentro copero y la última jornada de Liga. De hecho, estuvo bajo palos en la fecha final de LaLiga 2022-23, un empate 3-3 contra el Almería el 4 de junio de 2023.
Lamentablemente, el equipo ya había consumado el descenso a Segunda división antes de ese partido. Fue un golpe durísimo para todos: volver a la categoría de plata apenas dos años después de haber ascendido. Joan, como nosotros, sufrió ese descenso, pero en lugar de desanimarse se preparó para tomar un rol más importante en la misión de regresar a Primera.
En la temporada 2023-24, ya en Segunda, su momento llegó hacia mitad de curso. La lesión de Pacheco decidió a Luis Miguel Ramis a darle la titularidad ante el Huesca.
Y Joan volvía a resppnder, manteniendo la portería a cero.
🧤 Porteria a zero
🎙️ @JoanGarciaRCDE #EspanyolHuesca #RCDE— RCD Espanyol de Barcelona (@RCDEspanyol) March 2, 2024
El tarraconense fue cesado y con la llegada de Manolo González había la incógnita de si seguiría confiando en el canterano blanquiazul. Así fue, y en su primer partido ante el Zaragoza, Joan estuvo a la altura con una enorme actuación.

Antes, el 16 de noviembre de 2023, el Espanyol había anunciado orgulloso que renovaba su contrato nuevamente, hasta 2028, “blindándolo” ante posibles pretendientes. Sus actuaciones en Segunda empezaron a demostrar con creces por qué ciertas personas en el seno de la entidad habían confiado tanto en él. Terminó la campaña 2023-24 disputando 21 partidos de Liga y logrando 12 porterías a cero, una estadística impresionante que refleja el muro en que se convirtió. Gracias en gran parte a sus paradas milagrosas y a su liderazgo bajo palos, el Espanyol consiguió quedar entre los mejores y después ascender de vuelta a Primera división vía playoff de ascenso. Joan respondió en los momentos clave de la liguilla, cumpliendo con creces en la portería. El canterano se había convertido en un pilar del equipo con apenas 23 años. Por fin, tras mucho trabajo en la sombra y momentos de duda, el de Sallent triunfaba con el escudo blanquiazul. De hecho, sus actuaciones comenzaro a llamar la atención de clubes allende las fronteras, como demostró la ofensiva del Arsenal por llevárselo, aunque su salida queda pospuesta para un año más tarde.
La afición perica y su “ángel guardián” bajo palos
Ya en Primera, en un aparador privilegiado, el vínculo entre Joan García y la hinchada blanquiazul se fue haciendo más fuerte cada semana. Ver a un canterano consolidarse bajo palos no es algo que pase cada año, y Joan tenía ese aura especial que conectaba con la grada. Cada parada suya valía por dos: una por el punto que salvaba, otra por ser “uno de los nuestros”.
El momento más top, sin duda, fue el 1 de febrero de 2025 contra el Real Madrid. El Espanyol ganó 1-0 y Joan se salió. Siete paradas brutales, incluido un mano a mano con Vinicius que se celebró casi como un gol. Le dieron el premio al Jugador del Partido, y el RCDE Stadium coreó su nombre como si llevase 300 partidos en Primera.
Y no fue casualidad. Venía ya de dejar su huella en campos complicados: el 28 de agosto de 2024, empate a cero ante el Atlético en el Metropolitano con siete paradas decisivas. Y aunque luego nos cayeron cuatro del propio Madrid en el Bernabéu, Joan volvió a ser el mejor del equipo con diez intervenciones.
Lo del Mallorca fue de locos. Dos penaltis parados seguidos (a Muriqi y Abdón) y otro que acabó dentro por culpa del VAR. Aun así, su gesta fue de esas que hacen historia. No por nada LaLiga le dio el premio a la mejor parada del mes… en febrero y también en marzo. Nadie antes había hecho doblete.
La afición lo tenía claro: Joan era su “ángel guardián”. Cuando acababan los partidos, era común verlo saludar emocionado, incluso besar el escudo del Espanyol. En el último partido de la 2024-25 en casa, la grada rugía: “¡Joan, quédate!”. Y él, con la mano en el corazón y besos al escudo, parecía dabar inequívocas señales de sentir los colores. Por eso, lo que vino después fue tan difícil de digerir.

El giro inesperado: su fichaje por el Barça
La idea era que Joan saliera rumbo a la Premier, como se llevaba meses comentando. El propio Arsenal, Newcastle, incluso el City sonaban fuerte. Una venta dolorosa pero asumida. Había que cuadrar cuentas, 25 kilos venían bien y, al final, Inglaterra quedaba lejos. Pero entonces… ¡zasca!
El Barça apareció. En los últimos días, el runrún que acompañaba al jugador desde semanas antes se volvió un tsunami. “¿Joan al Barça? ¡No puede ser!”. Pero sí. El club blaugrana llegó decidido a poner los 25 millones de su cláusula sobre la mesa y llevárselo. “No hay nada que negociar; si la cláusula se paga, poco podemos hacer”, soltó hace unos días Mao Ye, resignado.
Dicen que Hansi Flick, el nuevo míster culé, lo pidió expresamente. Que Joan será el relevo de Ter Stegen, su portero del futuro. Le ofrecen más dinero, títulos, y una vitrina donde brillar. Todo entendible… si no fuera el Barça. Eso, en clave perica, es como si se pasara al enemigo. De forma literal.
Lo más fuerte es que Joan tenía el citado aluvión de ofertas de Inglaterra. Podía irse a cualquier sitio. Pero eligió cruzar la Diagonal. Eligió el bando contrario. La herida no es la salida, sino el destino. De repente, todo lo que parecía amor eterno se deshizo.
Indignación y sentimiento de “traición” en la afición perica
Y claro, el espanyolismo explotó. En redes, en grupos de WhatsApp, en tertulias… El cabreo era mayúsculo. “Traidor”, “vendido”, “rata”, y otros calificativos aún más feos se repetían una y otra vez. El mensaje más suave que circulaba era: “Joan García será recordado por su traición al Espanyol”. Tremendo.
En su pueblo, Sallent, aparecieron pintadas llamándolo “traidor” y cosas mucho peores. Una barbaridad. Triste, sí. Pero también una muestra del dolor que ha provocado esta decisión. Hay quien dice que ha quemado su camiseta. Otros piden vetarlo del estadio. Algunos claman que “no volverá a ser bienvenido”.
El Espanyol – Barça siempre fue más que fútbol. Y cuando un canterano, criado desde los 15 años, da ese paso, se convierte en símbolo de algo mucho más profundo. Joan ha cruzado una línea que para muchos no tiene retorno. Quizá con el tiempo todo se enfríe. Pero ahora mismo, Joan García ha pasado de ser un orgullo perico a convertirse en una cicatriz muy difícil de curar.
